Jueves, 11 de septiembre, 2014
Laura se intentaba despertar, pero sentía algo en su espalda: Un libro.
Por la noche, estuvo leyéndose 3 libros a la vez, y se durmió sin darse cuenta. Por eso tenía los libros en su espalda.
- ¡Mamá!- Gritó Laura.
- ¿Qué pasa?- Preguntó Alba dirigiéndose a la habitación de su hija.
- No quiero ir al instituto.- Contestó la niña escondiéndose entre las mantas.
- ¿Por qué?-
- Porque...-
- No te inventes excusas. Si no vas al instituto, te perderás muchas clases. Cuando sea el día del examen, te saldrá fatal. Vamos, levántate.- Le ordenó Alba a Laura saliendo de la habitación.
Laura se levantó de un salto de su cama. Fue a vestirse rápidamente. Iba a llegar tarde.
- ¡Adiós mamá!- Se despidió.
Llegó al instituto y se dio cuenta de que faltaba media hora para que empezaran las clases, y que no habían sido necesarias las prisas en vestirse.
Pero cuando llegó, se llevó una sorpresa: Katherine y Elena se estaban abrazando. Elena se despidió de Katherine con una sonrisa. Laura no daba crédito a lo que sus ojos veían. Ayer, Katherine y Elena se odiaban, y hoy, parecían las mejores amigas.
Laura corrió hacia Elena y le gritó:
- ¡Elena! ¡Ven aquí!-
Pero Elena hacía oídos sordos. Hasta que Laura la alcanzó.
- ¡Elena! ¿Por qué estás así con Katherine?- Volvió a gritar Laura.
- ¿Por qué estoy así con Katherine? ¿Por qué estoy así con Katherine? ¿Por qué estás tú así conmigo? ¡Esa es la pregunta!- Gritó Elena parándose en seco y mirando a Laura a la cara.
- ¿Qué?-
- Katherine me contó que me odias.- Dijo Elena yéndose.
Laura se quedó atónita. Katherine era la peor persona que había conocido. Si Elena fuese menos inocente, seguro que no se lo hubiera creído.
- ¡KATHERINE!- Laura se dirigió hacia su enemiga.
Katherine parecía muy tranquila, pero al final soltó:
- ¿Qué quieres?-
- ¿Por qué le has dicho eso a Elena?-
- Nadie me obliga a nada. Hago lo que quiero y cuando quiero.- Afirmó Katherine.
Sonó el timbre y fueron a las clases.
Cuando terminó la jornada, Laura fue a una heladería. Aunque fuese invierno, otoño, primavera o verano, siempre le apetecía un helado.
Entró y vio que la heladería estaba totalmente vacía.
- Una tarrina de chocolate, por favor.- Pidió Laura
- Las tarrinas están ahí.- Señaló la dependienta.
Pagó la tarrina y fue a darse un paseo por la ciudad.
Caminó hasta la basura más cercana para tirar los restos de su helado.
Sin darse cuenta, se encontraba en una callejón, y no le resultaba familiar.
ESTÁS LEYENDO
LAURA
OverigLaura es una chica de 12 años adicta a escribir en su diario. No para de tener problemas, su vida es un problema. Desde que su hermano nació, sus padres dejaron de atenderla tanto como antes, y ese es uno de los millones de problemas que tiene esta...