14. Bandera blanca, Fronteras y A las Trincheras

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BANDERA BLANCA (Cong, Febrero 2027)

Aitana no está muy segura de lo que espera de la conversación cuando Luis la llama a su despacho. 

Sabe que la noche anterior sellaron algo parecido a una tregua pero también es consciente de lo inestable de su comportamiento desde que llegó a Cong. 

No es que le culpe, incluso podría jurar que aún le debe una disculpa en condiciones. 

Aún así, cuando entra y le encuentra apoyado la mesa, su postura le recuerda a la de hace un par de dartes cuando rompió los documentos del divorcio y los tiró por la ventana, así que no puede evitar ponerse a la defensiva y se cruza de brazos en el umbral de la puerta. 

- ¿No te sientas?- el tono de Luis parece conciliador pero Aitana no tiene la menor intencón de caer dos veces en la misma trampa y sacude la cabeza- De acuerdo entonces, supongo que lo primero debería hacer es disculparme. 

Aitana agradece estaba apoyada en el marco de la puerta porque de lo contrario se caería al suelo de la impresión. 

- ¿Perdón?

Luis está mirando al suelo, a la pared y a la punta de sus zapatos, a cualquier lugar menos a los ojos de Aitana, de modo que ella aprovecha para mirarle a él con detenimiento. 

Es cierto que su camisa aún está demasiado arrugada y no se ha molestado en peinarse o afeitarse tampoco esta mañana. Pero de alguna forma las arrugas de preocupación de su frente parece un poco menos marcadas. 

Movida por la curiosidad, se sienta frente a él y espera a que siga hablando. 

- Lo que paso la otra noche en tu hotel...- Luis sigue mirando a un punto fijo por encima del hombro de ella- fue inaceptable y me disculpo. 

Solo cuando acaba de decirlo, resopla, se atreve por fin a mirarla y pestañea. 

Aitana abre la boca. Es el momento adecuado para que ella se disculpe también, pero le cuesta encontrar las palabras. 

- ¿Tienes ya los papeles?

Pero Luis se le adelanta una vez más y la disculpa muere en su garganta. 

-Mi abogado los enviará por mensajero, llegarán a Dublín y supongo que tardarán un par de días en llegar aquí. 

Luis asiente. Supone que podría comprometerse a devolverle los papeles firmados una vez los tenga. Pero entiende que Aitana no se fíe de él en ese aspecto. 

- Me gustaría, si tú quieres, acompañarte a Dublín para recogerlos y firmalos allí mismo- carraspea nervioso y repite- Si tu quieres. 

Aitana contiene la respiración, desde luego esa mañana se ha empeñado en pillarla por sorpresa. 

Recuerda vagamente que el viaje entre Cong y Dublín le llevó algo más de tres horas cuando llegó hace unos días. 

Hay pocas cosas que le apetezcan menos en esta vida que pasarse ese tiempo encerrada en un coche con Luis Cepeda. 

Pensando con detenimiento solo se le ocurre hacerse la cera brasileña y arrancarse los intestinos con una cuchara. Ya está. El resto de las cosas, incluso que le arranquen las muelas del juicio sin anestesia, le parecen más apetecibles que el plan que Luis propone. 

Mientras piensa a toda velocidad una excusa para negarse, Luis se sienta tras el escritorio y sus miradas están por fin al mismo nivel. 

Al mirarle, en lugar de excusas su cerebro vuelve una y otra vez a sus últimas palabras de la noche anterior. 

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