21. Camino a Itaca y Singing in the rain

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Ten siempre a Ítaca en tu mente.Llegar allí es tu destino.Mas no apresures nunca el viaje.Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla,enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguardar a que Ítaca te enriquezca

KONSTANTINO KAVAFIS


CAMINO A ÍTACA (2027)

Cuando Aitana empezó a ir a terapia de forma regular, justo después de torcerse un tobillo, ser abandonada delante de una nube de periodistas y registrar un matrimonio sin autorización del otro contrayente, la psicóloga que la trató le hizo una pregunta muy sencilla en su primera sesión con ella. 

-¿Qué es lo que quieres?.

Aitana quería muchas cosas en aquel momento. 

Dejar de sentir verguenza por lo que le había hecho a Luis era una de ellas. 

Dejar de sentir resentimiento por como la había tratado Manuel era otra. 

Pero sobre todo Aitana quería sentir paz. 

Quería sentir que había llegado por fin a algún destino. 

Llevaba desde los dieciocho años en una carrera constante buscando su lugar, esperando poder relajarse y descansar y ese momento nunca llegaba. Cada vez que sentía que se acercaba a la meta, alguien la movía. 

La psicóloga no se rió de ella porque probablemente eso habría sido poco profesional , pero Aitana intuyó, al menos creyó hacerlo, cierta socarronería en su mirada cuando escuchó su respuesta.

La vida es búsqueda constante, le explicó, más todavía cuando tienes veintipocos años. 

Después de unas cuantas sesiones, fue capaz de expresarlo de otra forma. 

- Quiero tener el control sobre mi vida. 

No era tanto el destino, suponía, como la idea de que en cualquier momento podían arrebatarle todo. 

Pero tampoco esa respuesta pareció contentar a la psicóloga. 

Le explicó que podía, y debía, tener el control sobre las decisiones de su vida, pero siempre y cuando aceptase que no podía controlarlo todo y que había ciertos factores que se escaparían siempre. 

Un buen ejemplo era de lo del tobillo. No podía controlar tener un accidente y dislocarselo, pero por supuesto podía no ponerse tacones de diez centímetros en plena helada. 

Imbécil. 

Lo último no lo dijo aquella buena mujer, pero Aitana estaba completamente convencida de que lo estaba pensando. 

Así que  se sentó e intentó averiguar sobre qué cosas podía tener el control.

Fue en aquel momento en el que tuvo la idea, quizás no demasiado brillante, de que podía controlar de quién enamorarse. 

Podía no colgarse de gusanos como Manuel Durero y también podía evitar enamorarse de hombres que nunca la escogían a ella como Luis Cepeda. 

Ese mismo día, levantó el teléfono y le pidió una cita a ese médico tan atractivo que la había atendido en urgencias. 

Descubrió que tenía sentido del humor y una paciencia casi infinita.

No había la menor duda entonces y aún Aitana ahora está convencida, de que Jon era la mejor opción para ella. 

En las pequeñas cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora