Echo

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Lo había escrito cuando comencé a verte como obra de arte, como un libro sin leer... y hoy lo he leído, y he decidido acabarlo. Tragedia.

Había derramado tantas lágrimas en su hombro, que me era imposible no mirarlo y decirle te quiero.
Y no un té quiero cualquiera, si no un te quiero y no como el que le decías a tu ex por que lo amabas, ni un te quiero como le dices a tu perro en una noche de anhelo, era un te quiero totalmente diferente, a pesar de que pese a que es diferente sea menos verdadero.
Adoro su forma de quererme, de prestarme su atención, de escucharme, porque cuando lo hace, su mirada penetra en mí y me hace más vulnerable de lo que pensaba, hace que me erice la piel, que la piel se me ponga de puntas, y que mi corazón estalle a bombear sangre por horas, mientras mi mente intenta desahogarse entre miedos, nervios y tristeza.
Es tan acogedor pasar una noche con él, tanto como comer helado mientras ves tu serie favorita, o como pasear a tu perra por la orilla de la playa, mientras tanto, intento despertarme de todos esos sueños y recuerdos que me invaden durante la noche recordando todo lo anterior. Que pena que hayas elegido alejarte. Todo parecía estar bien, pero me equivoqué.

Aprendí a Amar(lo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora