Un día antes, de que nuestra "tragedia" comenzara, y hablo de mi caos mental, sin excluir el tuyo, claro está. Recuerdo sin querer, como me decías te quiero por primera ves, y fue bonito, pero ya antes me los habías dedicado sin querer decírmelo.
En cada uno de tus abrazos, especialmente los de madrugada, y no hablo de aquellos que se dan antes de dormir o durante, no me cuestionen por qué, pero nuestras noches, o la mayoría de ellas fueron, algo más intensas que el propio sexo, hablábamos de nuestro pasado, de momentos o situaciones que nos dolían, que extrañábamos, o simplemente anécdotas que en ese momento, corrían por nuestra mente. En cada una de tus lágrimas, adoraba ver que conmigo sí podías ser y decir como llevabas mucho tiempo queriendo, y como valoro que conmigo llorases, no todo el mundo tiene la valentía de hacerlo, sobre todo, frente a quien conocemos de tan sólo dos semanas. Tus te quiero en forma de "pequeña, estoy aquí. Puedes contármelo" "Podrías habérmelo dicho, aunque no tuviera consejo, te hubiera escuchado" (Adoro que me dijeses eso) "¿Comiste?" "¿Estás mejor?" "Deberías asistir a las clases, es tu futuro" "Aprovecha la oportunidad, no te rindas" "Debes ir al médico", he de admitir que me encantaba que te preocuparas por mí, sentía que tu preocupación era de verdad, sentía ese interés y esa atención, que por supuesto siempre quise... "Quédate" "Pon la canción que quieras" "Yo confío en tí" "Te admiro" "Te adoro" "Anoche dormí con la cama llena de tu perfume", fué el segundo día que me regresaba a su casa, el día anterior la pasamos abrazados, sonriendo, y con todas las ganas de quedarnos juntos esa noche, pero veía la hora de irme, y así fué, me marché, pero sabías bien, sabíamos, que al día siguiente iba a regresar, sus abrazos eran hogar, cuando volví al día siguiente, al sentarme en su cama, y quitarme mi sudadera, me lo dejó caer, "Anoche dormí como un bebé, ojalá te hubieras quedado, se quedó la cama con tu perfume" y como era de esperar, yo sonreí de oreja a oreja, y soltando mi risita vergonzosa, amé ese comentario... "Me tranquilicé hablando contigo, ya se me pasó" "Cuídate porfavor" "Puedes contar conmigo" "Te preparo café"... entre otros, y que buen despertar, teniendo a centímetros de mí, un café y un dulce beso tuyo. Me insistías en que desayunara, que como comprenderán mis queridos lectores, yo, no desayunaba, lo detestaba, me mantenía serena durante el transcurso de varias docenas de minutos, tras el abrir de mis ojos, y mi cigarrillo en la mano, hasta que pasaran aproximadamente 30 minutos y me dignara a coger lo más mínimo para comenzar el día, y él, se enfadaba, quería que desayunara bien, por eso sus cafés, sabían a te quiero.
Solía levantarse sobre las 10 a.m, más o menos, pero cada ves que me posaba en su habitación, despertábamos cerca de la hora del almuerzo, "despertábamos" yo daba vueltas desde las 11 a.m en la cama, pero es que adoraba tantísimo el que me cogieras a media mañana y me abrazaras con fuerzas, me acurrucaras a tí, que no me daban ganas de levantarme, prefería que me levantases tú con tus besos y tus "buenos días mi princesa" y así, hasta que me llegaras con tu café echo con todo el cariño del mundo, como me decía mi madre.
Y lo diré siempre, te quise y te quiero aunque no estemos destinados a ser.
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Aprendí a Amar(lo)
RomanceMe enseñó a quererlo, pero no a como dejar de hacerlo, y eso fué lo más que dolió. Supongo que toda historia tiene su principio y su final, a pesar, de que yo no quería que esta historia lo tuviese, pero me habías borrado ya los dos puntos finales y...