La Llegada

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En algún lugar del vacío, una sombra moribunda desliza los pies sobre la arena.

Observa al sol con las llagas de su piel, y ruega el pronto arribar de un finito disecar.

No comprende motivo ni excusa, a cada movimiento un lento y silencioso himno de solemnidad.

¿Quién es quién? ¿Por qué está allí? Preguntas sin origen y sin camino nacen en el consciente torturado.

Entonces es que sonríe, el aullido monstruoso de una tormenta asoma a su percepción consumida por el malestar.

"Pronto acabará." Susurra. "Pronto iniciará..."

Amanecer

Tras abrir los ojos, el hombre se mantiene atento al paisaje tras la ventana.

Se encuentra en una habitación de aspecto clásico, aire victoriano.

La cama en la que descansa luce recién armada, y su memoria viste ningún recuerdo, salvo un nombre.

Jakob.

Levantándose con cuidado, Jakob parecía recuperar lentamente una serie de instintos intrínsecos de su persona, ¿pero acaso alguna vez fue una persona? Puso los pies en la madera, provocando una súbita corriente eléctrica en su piel, como si fuera la primera vez. Dedicando una larga examinación a la habitación en que se encuentra, llega a un consenso con su psique en progresivo amanecer: no es un sueño.

Asomando a la ventana, curioso por las luces fantasmagóricas que asomaban tras la cortina, el calor de los rayos de sol encendió su piel. Con manos temblorosas empujó el tejido, y sus ojos se vieron absortos en la simpleza. Un desierto que parece no tener fin yace del otro lado, dejando ver dunas de aspecto maravilloso, pero nada más que pequeñas colinas aquí y allá. Ningún aire de vida era visible ante el paisaje árido.

Viendo hacia abajo, se percató de que se hallaba en un segundo piso. Abriendo la ventana chirriante, sacó la cabeza para observar en detalle la estructura. Le parecía bonita, pero le resultaba imposible no fruncir el ceño, al no tener idea de por qué estaba ahí. No recordaba tampoco haber planificado descansar en esas sábanas brillantes.

¿Podría ser un secuestro? ¿Tal vez se hubo perdido en medio de la nada y tuvo un golpe de suerte? Aunque las dudas le hacían imaginar, no llegaba a una conclusión satisfactoria, porque no hallaba nada. Nada salvo preguntas y más preguntas. El sonido de la puerta en la habitación— la cual no hubo tomado en cuenta hasta ese momento— lo atrapó por sorpresa.

"Vaya, así que no era mi idea. Llegó otro más." Una mujer joven yacía bajo el marco de la puerta, observando con indiferencia. "¿Quieres agua?"

Jakob no pudo responder en el segundo. Le daba curiosidad el aspecto de esa persona, los cabellos blancos como nieve, la piel pálida como luz de luna. En medio de un desierto, se cuestionaba si no era ella una alucinación.

"Lo sé, estás pensando <<oh, vaya, no tengo idea acerca de este lugar, pero le pretendo proponer matrimonio a la persona que me acaba de ofrecer un poco de agua>>. La respuesta es no, ¿puedes reaccionar de una vez?" La expresión de la mujer no transmitía molestia tanto como confesaba un profundo cansancio. Jakob, sin embargo, no veía más allá de sus narices.

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