Tercer Día

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Al amanecer...

Descansa, cuerpo mío,
puesto hoy arriban los ángeles.

Descansa, mente mía,
puesto hoy ascienden los demonios.

Descansa, alma mía,
puesto hoy trasciende nuestro sufrimiento.

Al abrir los ojos, la dama parecía no haber descansado de verdad. Las manos se percibían extenuadas, la mandíbula le dolía de tanto apretar, y en cuanto puso los pies en el suelo creyó que perdería el equilibrio. Gruñendo en frustración, logró arrastrarse hasta alcanzar las despensas con la intención de tomar algo de agua.

"Oye, lo que sea que te pasa a ti, me pasó a mí también." Comentó Jakob a sus espaldas, sentado en la silla izquierda. "Supongo que por eso no te diste cuenta de que estaba aquí."

"Falta de costumbre, más bien. Es como si estuviera caminando al interior de una lavadora, ¡ah, carajo!" Aulló, las náuseas le hacían imposible sostenerse sin tambalear.

"Tranquila, señorita, mejor tome asiento y ya." Dijo Jakob, ofreciendo una mano. Como un lobo malherido, la dama aceptó, conteniendo la frustración que le producía el síntoma. Era visible lo mucho que odiaba depender de alguien para cosa tan simple.

Tras servirle un vaso de agua, apenas menos mareado que ella, Jakob dejó salir un largo bostezo tras mirar por la ventana. El desierto seguía ahí, las dunas seguían ahí, pero tenía la extraña sensación de que faltaba algo. Prefiriendo atender a la considerablemente afectada mujer, apartó la vista del vacío y se dirigió a ella.

"Es extraño, anoche no sentí el impulso tomar el control. Dormí relativamente bien, aunque igualmente amanecí pensando que estaba en un barco. Por poco no me fui de hocico contra el suelo..." Comentó Jakob al buscar la mirada de la dama.

"Yo desperté durante la madrugada, pero no me sentía así. O quizá no me di cuenta, apenas me moví un poco para cerrar mi cuaderno..." Señaló ella, llevándose una mano a la frente.

"Ahora que lo pienso, no mencionaste que esto pasara cuando me hiciste un resumen de la situación. ¿Acaso es una novedad?"

"Vaya mierda de novedad, pero sí. No me había sucedido antes, salvo ayer y hoy. Solo que hoy se siente particularmente mal, pareciera que la maldita lavadora no piensa parar en ningún momento..." Comentó. En su rostro, un pequeño destello de curiosidad surgió. "Es como si estuviese borracha."

"¿Acaso hay alcohol en esta casa?" Preguntó Jakob, tanto incrédulo.

"No que yo recuerde, pero los síntomas me hacen pensarlo. No es normal sentirme tan sedienta, tengo una botella de agua para las noches. Es más como si algo me hubiera drenado... pero no recuerdo haber ido al baño durante todo el descanso."

"Igual si lo pienso, el paladar también se sentía seco en la mañana. Aunque definitivamente tú estás peor..."

"No me digas, Ramírez..."

"¿Ramírez?" Preguntó Jakob, extrañado. "¿Y eso?"

"¿Eh?" El rostro de la mujer se hallaba igualmente confuso. "Oh, cierto, eres Jakob. Si no mal recuerdo, ayer me llamaste Marilian de la nada. Será que ahora es mi turno de andar alucinando."

"Puede ser, aunque ojalá tuviéramos algo más de información de todo esto. No tengo recuerdos concretos todavía, solo imágenes dispersas, sin orden..."

"Te acostumbras. Quizá esto es simplemente una coincidencia y lo estamos pensando demasiado, pero, sea como sea... Ah, ¡mi cabeza no deja de zumbar, esto es lo peor que he sentido desde que tengo memoria!"

Desierto AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora