Al amanecer, otra vez...
Allá donde las ideas iban a morir,
entre párpados de piedra,
comisuras ancestrales, despierta.Hoy comienza un nuevo ritual,
así juró un corazón inocente e incompleto,
bajo la luz desvaneciente de años sepultados en el arrepentimiento.La mañana arribó, pero Jakob pasó en la penumbra de sus ojos cerrados durante largo rato. Se sentía cansado y abatido, y confundido también, puesto no hallaba explicación a su fatiga. Tras lo que pareció una eternidad, reunió la voluntad para poner los pies en el suelo, y salir de la cama. Silencioso, cauteloso, descendió al primer piso. Pretendía usar el baño, a ver si se podía quitar lagañas tan inusualmente incómodas.
Entonces es que, abriendo la pequeña puerta bajo la escalera, se encontró con el espejo que yacía sobre el lavamanos. El aspecto que aseguraba ser el suyo le parecía fuera de lugar, falto de sentido para su propósito. Para Jakob, el cabello largo y despeinado no le pegaba, menos todavía cuando parte del mismo le hubo estado tapando la cara. Se descubrió también vistiendo un polerón, y no tardó en obedecer al consejo de la mujer.
Minutos después se hallaba en la cocina, llenando una jarra con agua y sirviendo un par de vasos, por si acaso ella estaba despierta. Se detuvo a observar por la ventana del comedor, desde la cual las vastas y vacías extensiones del desierto se hacían lucir. No había nada más que arena y silencio ahí fuera, por lo que no se explicaba a qué venía el impulso.
"Ah, te levantaste temprano." Comentó la mujer, surgiendo de improvisto desde la penumbra de su habitación.
"Buenos días, señorita." Respondió Jakob, con la sensación de que la reconocía, más allá del momento en que llegó a esa casa. "¿Quieres agua, imagino?"
"No imaginas, es la realidad. Parece que fue una noche tanto incómoda."
"¿Tan pesadas son mis ojeras? Pero sí, aunque no se sintió como tal. Había dormido muy profundo, es solo que desperté extremadamente cansado..."
"Debió ser por contener el impulso. Te debes haber fatigado tratando de no salir, al menos subconscientemente."
"Podría ser el caso, Marilian." Respondió Jakob instintivamente.
"¿Cómo?" Preguntó la mujer, su expresión no revelaba molestia tanto como sorpresa. "¿Acaso me llamaste por un nombre en vez de señorita?"
"¿Eh? ¿Cuál nombre...? Oh, ¡oh! Disculpa, creo que fue por reflejo, no tengo idea de si ese es tu nombre o no, es sólo que lo..." El rostro se le congeló por un par de segundos, porque no tardó en concebir una imagen familiar. Un bar, una mujer de cabellos blancos, y un crimen en proceso.
"Tranquilo, era por curiosidad, nada más. ¿Acaso estás recordando cosas? Ya sabes, de algo que no sea esta vieja casa."
"No lo sé, creo que tengo unas imágenes en la mente, pero no son muy claras. Igual no me sirven de mucho, ahora no puedo recordarlas a voluntad..."
"Pensamientos fugaces, Jakob. No te calientes la cabeza entonces, aparte necesito que hagas algo."
"Eso me parece inesperado, pero escucho..."
ESTÁS LEYENDO
Desierto Azul
De TodoTras despertar en una extraña casa en medio de un infinito desierto, un hombre llamado Jakob se ve sorprendido por la falta de conocimiento sobre sí mismo. Sin embargo, no está solo. Una mujer desconocida lo recibe, y le hace saber un par de cosas:...