LA JAULA

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Pese a lo que pensó, su vida no era realmente mala, es más como si hubiera pasado de una prisión a otra. Sin embargo en esta nueva jaula había un poco más de oro, un poco más de muerte y un poco más de miedo.





Yuuji sabe la razón por la cual está ahí, porque fue atrapado, la razón por la cual acabo ahí, porque fue vendido y la razón por la cual nunca se ira, porque no se lo permitirían.



Pareciera que las tres razones son diferentes, pero a la vez son la misma. Más bien el resultado sería el mismo. El siendo prisionero.





Intento escapar un par de veces, pero esas mismas veces fue devuelto con una saña y fuerza innecesarias. Aun no perdía la esperanza, puesto que no había sido tocado aun, porque sabe que en cuanto eso suceda no podrá irse jamás.

No entiende cómo es que el amo de ese lugar; porque se rehúsa a llamarlo su amo también, no le ha obligado, a veces hasta desea que ya lo haga, para acabar con la ansiedad, con el miedo, con el dolor. Pero entonces recuerda que no tiene escapatoria, y que Sukuna, como se llama su captor, puede esperar milenios si es necesario.





Entonces recuerda la ceremonia, cuando estaba atado con los ojos vendados, recuerda primero el dolor, luego la más profunda oscuridad. En ese momento deseaba que ese fuera el fin de todo, pero más lento fue un suspiro que lo que tardo en abrir de nuevo los ojos.





Su pecho estaba inundado de rojo, sus blancas e inmaculadas ropas mostraban lo que había pasado. Cuando Yuuji levanto la mirada vio con horror como Sukuna devoraba algo en su mano, se veía sangriento, animal, un terrible poder inundando a su alrededor.

Luego sus restricciones se quemaron, con un fuego que no hirió su pie, pensé que sería devorado pero solo fue alzado, apresado entre los 4 brazos de su captor.





—Este es un compromiso de eternidad... había dicho Sukuna





Para luego besarlo, llenando sus labios de sangre, de lo que sabía era su propia sangre. Sintió calor, dolor y a la vez una enorme cantidad de poder fluyendo por su sangre, que corría de manera desenfrenada en sus venas, como si un intruso luchaba contra su propio cuerpo, abriéndose paso entre cada molécula hasta conquistar cada recoveco, cada vena, cada célula y molécula.

De esa forma se hizo uno con Sukuna, de esa forma el demonio, el Rey de las Maldiciones le entrego la inmortalidad para gobernar a su lado.





—Puedo esperar— le había dicho —Aun no has madurado...— por supuesto Yuuji no entendió a que se refería y mucho menos iba a preguntar.





— por supuesto Yuuji no entendió a que se refería y mucho menos iba a preguntar

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Yuuji se enteró mucho después que tenía muchos hermanos, maldiciones nacidas del ego humano, de la sangre, del poder, de la experimentación. No quiso saber mucho de eso, no quería tener que vivir con algo aún más atroz en su mente, no si iba a vivir cientos de años.4

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