Draco
Luego de esa incómoda mañana los roles entre ambos chicos habían cambiado. Ahora una de las mayores prioridades de Draco Malfoy era rehuir de Harry Potter y sus ojos que analizaban con preocupación y timidez cada uno de sus movimientos.
¿Por qué hacía esto?, ¿por qué lo seguía con esos molestos orbes verdes? y ¿por qué a él le afectaba tanto? Quería ir y gritarle que lo dejará en paz, pero claramente no haría eso, sería lo mismo que demostrarle que le importaba y el rubio nunca se expondría de esa forma. Mantendría con todas sus fuerzas su máscara de indiferencia, elegante y orgullosa. El Cara rajada nunca lo había visto llorando en el baño. Eso no paso, nunca.
Se repitió todos los días de la semana que Potter no importaba y cada día su determinación se estaba fortaleciendo... O eso creía, hasta que llego a la última clase de pociones.
Casi a la hora exacta Draco estaba entrando al aula de pociones junto con Blaise Zabini. Ya la mayoría de los Slytherin y Gryffindors se encontraban ahí, reunidos alrededor de una larga mesa que tenía unos calderos con distintas pociones. Era la primera clase práctica que iban a tener después de semanas de teoría y estaba emocionado. Tenía talento para esto, le gustaba, le divertía y para su suerte, este año San Potter no había tomado esa materia. Claro que todo se fue por la borda cuando se acerco a la mesa y sintió el fuerte olor a pino, canela y rocío de lluvia. Estaba mareado, ¿por qué olía a Potter si es que el no estaba ahí?
-Bueno chicos, hoy empezaremos con la preparación de pociones y el día de hoy prepararemos Filtro de Muerte en Vida, pero primero...- Partió diciendo el profesor Slughorn, hasta que fue interrumpido por unos golpes en la puerta.
-Profesor, discúlpenos.- El maldito cuatro ojos hizo acto de presencia junto con la comadreja en la mazmorra. Esto no podía ser.
-¡Ah, Señor Potter!, McGonagall me explicó de su situación, por favor tomen sus libros y pasen, espero que puedan ponerse al día con lo que hemos visto hasta hoy.- Les dijo Slughorn sonriendo.
-Lo siento profesor, es que nosotros aun no tenemos libros.
-No hay problema, ahí en el armario hay algunos restantes de años pasado, saquen lo que necesiten.- Se volteó, ahora dirigiéndose a la clase, mientras los dos idiotas se peleaban por los libros y se reunían con nosotros.- Entonces, como iba diciendo, ¿alguien podría decirme que son estas pociones que hice el día de hoy?
Yo no estaba prestando atención... no, mejor dicho, mi cabeza estaba yendo a mil por hora, desde que Potter entró a la sala, toda mi cabeza giraba confundido, porque más o menos me imaginaba cuál era una de las pociones que estaba encima de la mesa, y mi mente solo fue capaz de hacer "click" después de haberlo visto pasar por la puerta. Tenía miedo de escuchar las explicaciones que iba dando Granger. Deseé con todas mis fuerzas no escucharla, pero no pude evitarlo.
-Esta es amortentia, la poción de amor más poderosa, dicen que huele diferente para cada persona según sus gustos...- No, no, no, quería vomitar. Preferiría sentir el olor de la poción multijugos que estaba incluso más cerca de mi lugar, pero sólo era capaz de sentir el pino y la canela. Merlín, esto no podía ser real.
-¡Señor Potter!, por su cara puedo ver que los olores que siente son de su total agrado, ¿sabe a quien le pertenecen?- Tuve que mirarlo, no pude evitarlo, fue una reacción automática y totalmente fuera de control. Y ahí estaba, sonrojado, nervioso, tartamudeando.
-Eh, y-yo no sé de que está ha-hablando profesor.- No levantaba la cabeza, y miraba sus zapatos como si quisiera hacerle un hoyo a estos.
-No hay nada de lo que avergonzarse muchacho, está en la flor de su juventud, es normal enamorarse.-
Todos se rieron, creo que escuché a Zabini burlándose, yo también debería haberlo hecho, el Draco Malfoy que todos conocían no dejaría esta oportunidad para mofarse de su enemigo, pero no pude, verlo todo tímido y avergonzado, solo hizo que un sentimiento desagradable me creciera en la boca del estomago, ¿por quién rayos se ponía tan nervioso? No estará pensando en esa comadreja menor, ¿cierto?... ¡Y que rayos le importaba a él!
No pudo concentrarse en toda la clase, a pesar de que había practicado esa poción con Severus antes y que sabía como hacerla, no lo logró. No con todas emociones que se le arremolinaban en la cabeza, el pecho y el vientre. Quería reír como maníaco de lo absurdo de la situación; gritar y vomitar del hecho de que no podía negarlo aunque quisiera y quería golpear al azabache, porque, a pesar de que él estaba a nada de entrar en un colapso nervioso, el otro estaba feliz haciendo su poción y ganando ese maldito frasco de Felix Felicis que tanta falta le hacía a él.
En cuanto la clase hubo terminado, tomó sus cosas y salió lo más rápido que pudo. Se estaba acostumbrando a huir de Potter, y no le importaba en lo más mínimo.
Draco había quedado tan inmerso en sus pensamientos que no había notado las verdaderas emociones detrás de las miradas de Potter, ni como esté lo había mirado de reojo cuando escucho los detalles de la Amortentia. De la misma forma, tampoco había notado la ausencia de la carta de su padre que dejó abandonada ese sábado en la mañana en los baños de hombres, y que ahora estaba guardada entre los libros del chico de cabello negro, cicatriz de rayo y ojos verdes. El chico del que tanto huía.
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Es complicado.
Fiksi PenggemarEllos eran dos chicos con pesadas cargas en sus hombros. Uno vivió una infancia difícil, criado negligentemente y luego, cuando llegó a su adolescencia lo pusieron al frente de una guerra. El otro vivió rodeado de cosas, pero siempre estuvo solo...