Llevaba sentado en ese lugar más de una hora, aunque no podía decir que estaba incómodo. Me encantan los cafés, y ese en particular era bastante agradable. Combinaba los colores tierra junto con el amarillo de una forma muy elegante, y el olor del café en general nunca me va a aburrir, pero no había hecho más que eso: oler y beber café por más de una hora.
Estaba por el segundo, y me había comido tres pasteles. Tres pasteles dios mío, aprecie mi pecado observando los platos vacíos frente a mí, no era algo que realmente me doliera pero de todos modos empezaba a sentir que mi cuerpo me pedía algunas verduras, o al menos un poco de agua natural, esa de las montañas. No quise pedir un tercer café ya que había escuchado que eso nunca terminaba bien, así que bebía lo que me quedaba del segundo lentamente, por miedo de quedarme sin nada qué hacer.
Sonó la campana de la puerta. Me asomé para ver si era él, podría haber sido un buen candidato, pero era demasiado pequeño y su cara demostraba demasiada felicidad. Esperaba que la persona con la que me iba a encontrar fuera un viejo amargado y con bigote, un abrigo café lo haría perfecto pero eso sólo pasaba en los cómics y en algunas películas, por lo que no me hice tantas expectativas. Me preparé a recibir un hombre ordinario, con un corte de cabello aburrido, con ojos brillantes que demostraran confianza y estupidez, y quizás un poco operado. La última parte me parecía exagerada, pero como dije, me preparé a recibir a un hombre común, o lo más común que se puede llegar a ser con dinero. ¿Los policías ganan mucho dinero verdad? Siempre andan con sus trajes pretenciosos y sus dientes blanqueados con lo que parece cloro, como ese tipo que está sentado en la barra. Amigo, te esfuerzas demasiado.
La campana sonó otra vez, pero esta vez era de salida. Empecé a preguntarme por qué estaba esperando a alguien que probablemente no iba a aparecer. Aunque la respuesta era bastante obvia... No quería ponerme a pensar en estupideces, debía concentrarme en tener la mente despejada, completamente en blanco, ya había pasado demasiado tiempo atormentándome a mí mismo.
Escuché la campana una vez más, esta vez entró un hombre alto, de cuarenta y tantos. Me miró e inmediatamente se acercó.
-¿Cristian Retamal? –preguntó.
Tenía bigote.
-¿Qué tal? –pregunté cansado.
Se sentó frente a mí relajado, se veía con mucha energía para su edad.
-Gracias por venir –dijo.
-Oh no, gracias a ti –dije con sarcasmo.
Me miró en silencio, casi de inmediato reaccionó a decirme:
-Disculpa por la demora, no es fácil conseguir tiempo libre en este trabajo.
Lo dijo educadamente, pero no sentía una honestidad auténtica. Tenía la típica cara de anciano amargado, lo cual me agradaba, y el bigote era justo como me lo había imaginado. Su cabello no era tan aburrido, pero aun así carecía de originalidad. Vestía formal, como cualquier policía de alto rango en estos días: camisa, corbata, y una chaqueta de color oscuro encima, la cual se sacó mientras aprovechaba la oportunidad de pedir un café. Estuve a punto de pedir otro, pero me mantuve firme.
-Lo tendré en cuenta para la próxima vez que me junte con un policía –le dije.
-Mi nombre es David Zapata. Como ya sabes, soy parte de la policía de investigaciones.
Su corta presentación recibió una corta respuesta:
-Un placer.
-Me imagino que te estarás preguntando por qué te llamé –dijo.
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El Vuelo De Las Moscas
Mystery / ThrillerCristian Retamal es un joven con una afición a las investigaciones policíacas, pero un traumante accidente le hará querer dejar todo su pasado atrás. Ahora, su pasado volvió para torturarlo, y tendrá que vivir con ello incluso si eso signifique perd...