Capítulo 3

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El humo del cigarro sobaba mi rostro, el olor era lo único que me conectaba a la realidad. Había pasado un tiempo desde que mencionaban el incendio, de sólo pensarlo me daba una sensación de rechazo, casi de náuseas. Nunca pude realmente saber lo que había pasado esa noche. Espera, sí lo sabía, mi hermano había muerto y eso era todo lo que importaba. Mi hermano murió esa noche.

Mi hermano murió.

¿Por qué?

Ya me había torturado tratando de pensar qué pasó esa noche. Los bomberos concluyeron que el incendio se provocó desde el centro del bar, algo debió haber encendido el alcohol, lo más probable según ellos era un fumador irresponsable, pero no recuerdo haber visto a nadie fumando ahí. Claro, habían pasado ocho meses, no había caso que lo analizara tanto, no sacaría ningún dato, incluso al día siguiente del accidente hubiera sido inútil, ya que no recordaba ninguna maldita mierda. Eso era lo que más me enfurecía de aquella noche, me daba una impotencia enorme no saber nada, absolutamente nada de los últimos momentos de mi hermano. No sé si sufrió, no sé si me gritó, no sé si me rogó por ayuda y yo lo ignoré, dejándolo ahí tirado como carne muerta. Y yo por mi parte, alucinando, mandándome un viaje de lo lindo que no tenía ninguna explicación y que por culpa de eso no pude estar ahí para él.

¿Por qué?

Dios santo creo que me voy a volver loco.

Mientras oprimía mi cráneo tratando de sacar alguna idea, sonó la puerta del departamento. Me levanté para abrirla, era Diego.

-Dicen que esta película es la mejor del año y la acabo de comprar –dijo emocionado mientras me restregaba en la cara lo que llevaba en sus manos– ¿Estás ocupado?

¿Estaba ocupado? No. O tal vez sí, no lo sabía, lo que sí sabía es que no estaba en las condiciones para disfrutar de una película, tenía muchas cosas en qué pensar, aunque tal vez lo mejor era distraerme un rato y preocuparme mañana. De todas formas lo iba a analizar, de todas formas iba a tratar el tema, me conozco, soy capaz de perder la cabeza sólo para sacar alguna idea. Aun así le dije que no.

-No tengo muchas ganas de una película, Diego.

Hizo una expresión de incredulidad. No, más bien era de diva.

-¿Disculpa? Tú, Cristian Retamal, que siempre estás dispuesto a ver películas no importa el día no importa la hora ¿me estás diciendo que no tienes ganas de ver la mejor película del año?

Lo miré con una cara de cansancio, que resultaba ser un cansancio honesto. No quería discutir con él porque me iba a ganar, tenía razón con que soy un entusiasta de las películas, pero en ese momento no me entusiasmaba nada, así que debía responder con algo que no iniciara una discusión y al mismo tiempo lo convenciera de irse y dejarme tranquilo.

-Sí.

Y cerré la puerta.

La volví a abrir enseguida por supuesto, empezó a gritarme de que al menos nos tomáramos una cerveza y nos sentáramos a hablar. Tampoco tenía ganas de eso, pero pensé por sobre mi estado de ánimo y me dije a mi mismo que eso era una buena idea (y me daba un poco de pena dejarlo hablando solo).

Diego fue al refrigerador y me dio a conocer el pobre estado en que lo tenía, no por la comida obviamente sino porque me quedaban sólo 3 cervezas. Sacó dos y las dejó en la mesa que nos separaba.

-Entonces, ¿Cuál es la razón por la cual rechazas una de las mejores oportunidades de tu vida? –y me mostró nuevamente la película en sus manos, impecable.

Dudé un momento en decirle, pero luego pensé que sería bastante útil su opinión. Después me pregunté exactamente de qué cosa iba a opinar, no había nada que opinar, esto era un tema de recuerdos y de decisiones, una decisión, la cual ya había tomado, aunque era una decisión sumamente obvia considerando lo grande del asunto. Pero tenía que ordenar mis ideas y en eso sí que me era de ayuda.

El Vuelo De Las MoscasWhere stories live. Discover now