Capítulo 7

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Ya había pasado casi una hora y media desde que salí de mi departamento. Siempre había encontrado que esta ciudad era muy pequeña, pero llega a ser sorprendentemente espaciosa cuando te propones recorrerla en su totalidad. Y eso hice, básicamente, al intentar encontrar el banco que me habían dicho. No es que no lo haya encontrado, de hecho ya había pasado por tres bancos llamados "Bronx". El problema era que al simpático inspector se le olvidó especificar cuál de todos era el Bronx en donde me esperaría. Yo ni siquiera voy al banco, era la primera vez que sabía que existían tantos bancos. ¿Por qué la gente usa tanto los bancos? Es tan fácil hoy en día robar uno. Es cosa de tomar cualquier película de ladrones y robar su estrategia. De hecho, debería yo mismo empezar a considerarlo.

Me encontraba subiendo unas escaleras blancas que se extendían hasta el cuarto banco que visitaba en el día, cuando visualicé a lo lejos dos personas; una de ellas era el inspector. Al fin, dios mío, hasta a mis pensamientos les costaba respirar. Cuando llegué a su lado, nos miramos en silencio.

-Llegas tarde –dijo.

-¿Oh, en serio? –Respondí jadeando un poco –Pues habría llegado antes de haberme dicho, no sé, "recuerda que es este específico banco en este específico lugar".

-Esta es la agente Isabella Ávila –dijo ignorándome, podía ver una pequeña sonrisa debajo de su bigote –ella te acompañará en la investigación en mi nombre.

La mujer que había a su lado estaba vestida lo más formal que podía vestirse una policía femenina, pantalones negros y una chaqueta abierta que dejaba ver una camisa azul a rayas, era simple y limpio. Su cabello no tenía ninguna decoración, era rubio y con rulos, casi demasiados rulos.

-Mucho gusto –dijo extendiendo su mano.

-Dijiste que me asignarías uno de tus hombres –dije dirigiéndome a Zapata.

-Y tú dijiste que ibas a llegar a las diez –me respondió.

Apreté los dientes y le di la mano a Isabella, quien ahora me miraba con menos amabilidad que antes. Apretó bastante fuerte mi mano.

-Espero que no me retrases –le dije.

Sonrío irónicamente y le habló a Zapata.

-Creo que podré tomarlo desde aquí.

El inspector asintió.

-De acuerdo Isabella, te lo encargo. Traten de obtener la mayor información posible y luego de eso quiero un reporte completo en mi oficina –su tono fue autoritario –los estaré esperando.

Luego de eso empezó a bajar por las escaleras, pero a la mitad se dio vuelta y me habló:

-Ah, y Cristian: Isabella ahora es tu jefe, haces todo lo que te ordene y no trabajas por tu cuenta, ¿me escuchaste?

Me sentía como un niño siendo vigilado. Sólo le levanté el pulgar.

Después de que la cabellera de Zapata desapareció de nuestra vista, Isabella me señaló con un cortante "vamos" que íbamos a entrar en el banco, así que eso hicimos.

Apenas entré a ese lugar sentí un aire a lujos y clase alta, el lugar era inmenso y estaba en su mayor parte cubierta por vidrio. Todo lo que era piso estaba reluciente y todo lo que era fierro parecía de un metal precioso, hasta el oxígeno se sentía que tenía mayor calidad. En la sala que nos encontrábamos, se podían observar dos escaleras que llevaban hacia el piso superior, en el medio de ellas había espacio para cinco personas sentadas en sus pequeñas e impecables oficinas, donde cuatro de ellas estaban hablando por teléfono. Nos dirigimos hacia la única que no lo hacía.

El Vuelo De Las MoscasWhere stories live. Discover now