Capítulo 4

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Me desperté de inmediato. Se sintió como si sólo hubiera pestañeado una vez y la luz se apoderó de la habitación. Me quedé mirando el techo un rato antes de siquiera moverme. Estuve quieto, sin reaccionar de ninguna forma. Irónicamente no podía pensar en nada.

Tomé el metro. Desde el accidente que no ocupo mucho mi auto, casi nada la verdad, prefiero el transporte público, me hace sentir invisible, inexistente. El metro estaba casi vacío y se podía sentir una paz silenciosa. Por los vidrios se apreciaba la oscuridad, y de vez en cuando, cuando el metro se asomaba al exterior, se veían paisajes y edificios borrosos. El viaje se sintió muy largo, casi deseaba que no terminara nunca.

Llegué a la dirección que me había dado el policía, era el departamento de policía. Ni siquiera sabía que había un departamento así en la ciudad. Nadie nunca hablaba de ella, lo cual era raro ya que era un edificio bastante grande, muy elegante pero no tanto como uno espera. Quizás era el simple hecho de que fuese blanco el que le daba una sensación autoritaria, o quizás eran las letras gigantes y doradas que deletreaban "PDI".

Entré, el ambiente cambió de elegante a trabajador, había dos secretarios a ambos costados y en el centro se abría un pasillo que llegaba a un montón de personas que se movían de un lado a otro con papeles volando por todas partes. Estaba admirando la envoltura de ventanales del lugar cuando uno de los secretarios me habló:

-¿Puedo ayudarlo, señor?

Ignorando el hecho de que me había llamado señor, le contesté:

-Sí, hola. Un tipo me dijo que viniera a este lugar, Zapata algo creo que se llamaba.

Frunció el ceño.

-¿David Zapata? –Se puso a pensar por un momento –Espere un poco.

Tomó un teléfono y empezó a ignorar mi existencia. Aproveché el tiempo para observar mejor el lugar, pero no había mucho más que observar, era todo como una típica oficina, solo que gigante y con muchas ventanas. La sala en la que me encontraba, de hecho, era mucho más agradable, las paredes eran de madera, y del techo colgaba una lámpara que se notaba que era bastante cara, era casi como si quisieran dar una buena impresión desde afuera para que la gente piense que era un edificio muy lujoso.

-Señor –dijo el hombre-, el inspector Zapata lo está esperando.

Inspector, ¿eh? No tenía idea de rangos policíacos pero creo que "inspector" estaba bastante alto. ¿Es más alto que detective? ¿O son lo mismo? ¿Cuál es el rango más alto? ¿Presidente? ¿Masón?

Me volví a concentrar y seguí la seña que hizo el buen hombre, dándome la bienvenida al interior del lugar. Entré, aunque no sabía dónde se suponía que tenía que ir. Encontré curioso que a nadie le importara mi presencia, cualquiera podía entrar y nadie se daría cuenta, estaban sumamente consumidos en su trabajo, supongo que ese era el punto. "Trabajar duro y morir joven", ese debe ser su lema.

De pronto divisé un bigote a lo lejos, me empecé a acercar hacia donde estaba el dueño pero él se dio media vuelta, entrando por una puerta a una oficina, dándome a entender que yo también debía entrar. La oficina no era distinta al resto del lugar, lo único que lo diferenciaba era el aire a jefatura que tenía, era bastante típico: en la pared estaba colgando un cuadro de un hombre que en la vida sabré quién era, detrás del escritorio había un gran ventanal con una vista excelente al edificio de enfrente, y, por si faltara algo más, un macetero genérico con una planta poco original.

-Gracias por aceptar mi invitación –dijo Zapata mientras se sentaba.

Yo me senté sin decir nada, sabía que iba a seguir hablando, y así lo hizo:

El Vuelo De Las MoscasWhere stories live. Discover now