Capítulo Cuatro.

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Capítulo Cuatro.

La vida se vive se sorpresas, tanto buenas y malas, es como si estuviera llena de ellas, aveces no sé si es un proceso constante, que cada situación que enfrentas, y ganas, en vez de llevarte a la calma solo te lleva a la siguiente derrota.

También me pregunto si es como una rueda de la fortuna, que cada acción lleva a una consecuencia, ¿es un proceso constante o una rueda de la fortuna? ¿Realmente existe el destino? ¿O solo son mis decisiones pasando factura?

Es por ello que no paro de cuestionar la presencia de dicha persona, un mes después de haberle terminado yo me mudé de apartamento. Nunca le dije la ubicación, no había forma de que la supiera, Camila y Dylan no se la dirían. Entonces ¿por qué está aquí?

¿Como demonios la supo?

Doy un paso atrás y me cruzo de brazos, tomando una pose defensiva. El lo nota y por un instante puedo ver que le afecta mi rechazo.

—¿Que haces aquí?—no me preocupo en ocultar la frialdad y dureza de mi voz.

Sus ojos color miel me miran con intensidad, culpa—Hera de verdad necesito hablarte—intenta entrar pero lo freno levantando una mano. El la mira y alza ambas cejas—¿De verdad no me dejaras pasar?

—No.

Su mandíbula se aprieta y en sus ojos puedo ver que le afecta, su frustración, pero eso ya no me importa—Bien—dice rendido, sabe que aunque insista no logrará nada—Solo escúchame, de verdad que lo siento yo—

—No quiero escucharte, Jordan—lo interrumpo, su expresión decae pero me mantengo firme—No me debes ninguna explicación, esto se terminó hace meses.

—Tú eres mi novia, Hera, aunque te empeñes en decir que acabó, solo escucha—lo interrumpo.

Una risa amarga sale de mi—¿Que soy tú novia?—Le doy una mirada incrédula —Yo no soy nada tuyo.

—Si lo eres, eres mía, no voy a perderte— se acerca y queda a escasos céntimos de mi. Me aparto y señalo la puerta.

Lo miro a los ojos, con frialdad—Estás tan equivocado, ahora vete.

—¿Qué?

—Lo que oíste, vete—El intenta alcanzarme sin éxito—He dicho que te vayas, Jordan, ¡largo! ¡Vete!—le grito exasperada.

El se sorprende por mi arrebato—Hera, oye...—las lágrimas se forman en mis ojos pero las retengo.

—Vete, por favor, vete—mi voz sale en un susurro herido. Puedo ver el dolor en sus ojos—No quiero verte.

El asiente rendido, su expresión se oscurece—Como quieras—dice y sale del apartamento dejándome aturdida.

¿Qué fue todo eso?

Agotada emocionalmente, vuelvo al sofá a esperar mi cena. Cierro mis ojos y una tristeza inmensa me invade, sé que no volveremos a estar juntos, ya no puedo confiar en el, realmente me gustaría al menos perdonarlo, pero no puedo.

Ya no siento lo mismo por el, pero eso no impide que me sienta mal por la situación.

Las cosas no siempre ocurren del modo en que me gustaría y es mejor que me acostumbre a ello”

Debo acostumbrarme.

×××××

Han pasado tres días, he ido al centro comercial pero para mi sorpresa, Chris no ha ido a trabajar, me pareció un poco extraño.

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