Admiración

8.

La vida familiar de Peter transcurrió alejada del público y los enemigos tanto como sus padres podían controlarlo. Tony no escatimaba en gastos para ello luego del secuestro de su primogénito. Para su suerte, Steve podía comprender y tolerar a los cuantiosos guardias que rodeaban la mansión de campo de los Rogers-Stark.  Peter adoraba a los pequeños robots que pululaban por los senderos de la propiedad, además de hacerle sentir seguro, estos le recordaban que había ayudado a su construcción. Algún día esperaba ser ingeniero de profesión como su padre Tony, sin duda, esa era su motivación académica. 

Peter, ahora de 12 años, se preguntaba a sí mismo si Bucky le permitiría trabajar con su brazo. Desde que había descubierto los planos de diseño en el taller de su papá Tony la curiosidad no le dejaba tranquilo. ¿Cómo podría evitarlo? ¡Era tecnología asombrosa! Incluso en Industrias Stark fabricaban prótesis del estilo para el uso cotidiano de los ciudadanos que lo requerían,  imitaban la mecánica y el nivel de respuesta al sistema nervioso para afinar la precisión del movimiento. El detalle que marcaba la diferencia de esas prótesis de fabrica, era la finalidad de la misma. Bucky podía luchar y proteger con su brazo, era ridículamente resistente. Los civiles no necesitaban tanta resistencia. De todas formas, Industrias Stark no había fabricado la prótesis de Bucky. Peter lo sabía porque el diseño en la base de datos era un simple holograma de tamaño original, sin ninguna otra especificación como año de fabricación o materia prima utilizada. Para saciar su curiosidad innata iba a tener que recurrir a fuentes primarias inmediatas.

 Así de camino a la escuela, -una institución privada y exclusiva que lo obligaba a llevar uniforme,- Peter aprovechó para satisfacer su curiosidad con disimulo. Ese día lo llevaría papá Tony, era preciso. 

—¿Sabes de qué material está construido el brazo de Bucky, Pá? 

Tony soltó una gran carcajada sin voltear a verlo de lleno, atento en su conducción. —¿Por qué no le has preguntado aún?

Peter jugó con su teléfono celular, bloqueando y desbloqueándolo para entretener sus dedos inquietos inconscientemente. —Porque... ¿No es clasificado? —tanteó su suerte, con cuidado de no revelar que había estado husmeando la computadora principal tan temprano en la mañana. 

El vehículo se estacionó en el parqueadero dentro de la escuela y luego de quitarse las gafas de sol, Tony se dirigió a Peter. — ¿Importa? Bueno, si te pregunta alguien más, obvio que sí es clasificado, sobre todo si es tu papi Steve —se expresó sin filtro, risueño— Yo sé de qué está hecho, pero no hablaré de eso porque es tema del greñudo. Además, hoy viene a cenar. Si le pides a Viernes que encargue un buen postre puede que te lo diga. 

Peter se revolvió en su asiento, repleto de curiosidad. —Pero... ¿Qué postre? 

—Donas. 

—¡Papá! Eso sería para ti, tramposo —se carcajeó y enrojeció por su tono de voz, el cual terminó desentonando con agudeza en la ultima palabra que soltó. El inoportuno cambio de voz, para su suerte su padre tenía la amabilidad de ignorarlo.  

—Se llama estrategia, ahora bajate de mi auto. Tienes que educarte —dijo abriéndole la puerta del copiloto desde el comando automático. Le sacó la lengua y  le despeinó el cabello, despidiendo así a su hijo.

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Su mañana en la escuela Midtown High fue normal, se sentó con Ned y MJ jugó a lanzarle diminutas bolitas de papel que terminaron enredadas en sus rizos castaños. Le devolvió algunas también, claro. Por eso las risitas de Ned les hizo ganarse un regaño, pero para suerte de los tres, la profesora de biología no notó los proyectiles dispersos. La sentencia habría sido incomoda, del tipo regañina que terminaba en detención y justo ese día requería regresar temprano para terminar sus deberes y así tener algo de tiempo de revisar la computadora principal del taller.