Capítulo VII: Renacer

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Dalton me pidió amablemente que reposara por unas dos horas antes de realizar la intervención, ya que necesitaba que estuviera un poco más descansado. Llevaba 9 años viviendo de manera precaria ¿Que tanto pensaba que descansaría en 2 horas?

Me ofrecieron una pequeña habitación adornada con un tapiz azul marino. El cuarto era pequeño, pero había una cama doble y una mesita de noche con una lámpara estilo rústico, probablemente lo más lujoso que he tenido en estos años. Aún así no podía estar quieto, trataba de cerrar mis ojos pero era imposible dormir, no sabía que iba a pasar después de estas dos horas, y me encontraba muy confundido.

Los minutos pasaban con un profundo aburrimiento, creo que en algún momento logré cerrar los ojos por 30 minutos, pero esto era suficiente. Habían pasado casi una hora y media según mi intuición, y no tenía noticias de Dalton, por lo que decidí salir a buscarlo y preguntarle a cerca de lo que planeaba.

El lugar no era muy grande por lo cual al salir de la habitación pude escuchar algunos murmullos que venían de la sala principal, la que parecía sala de espera. Poco a poco me fui acercando hasta que los murmullos fueron tomando forma.

—...no, no durará mucho esto Cecilia, primero será su corazón, y de ahí en adelante tendré unos 5 minutos para arreglar todo.

Al principio no entendía de que hablaban, hasta que escuche algo que me dejó helado.

—Si, primero dentendre el corazón del señor Trevoe, de ahí  procederé contigo.

—Recuerda que vida vale más, recuérdalo Dalton —era la voz de Cecil.

¿Asi que planeaban matarme? No pude escuchar más y entre a la sala.

La habitación quedó en completo silencio por unos segundos, en donde Dalton me miraba como intentando componer sus tétricas palabras con una media sonrisa. Comencé a darme la vuelta en forma de reflejo; un instinto de alerta se activó y pensé en la opción de escapar, dado que puerta no estaba muy lejos. Mi cuerpo estaba listo para escapar, sin embargo sabía que era un intento con poca probabilidad de éxito, por lo que mi mente lo rechazaba.

—Señor Trevor— dijo Dalton, rompiendo el incómodo silencio — , primero escucheme, no crea algo que no.

Cerré los puños con rabia. Me sentía decepcionado de mí mismo por haberme dejado arrastrar hasta este punto si realmente mi meta era encontrar a Ginés y así poder salvar a Darnell: solo que la falsa esperanza que Cecil me obsequio, me hizo desviar de mi objetivo.

Lo reafirmo, soy un desastre estando solo.

—Dalton —respondí enojado— ¿A caso piensa en matarme?

— ¡Claro que no! — alzó la voz — es parte del proceso pero lo reanimare. Es por un bien mayor, así Huma no tendrá que volver a ser una Bestia sin dueño, y la señorita...

— ¡No me importa Huma! — grité echando la silla hacía atrás —, ¡es una Bestia! Su naturaleza es matar y destruir. No es una mascota para preocuparse por ella, es una aberración. Simplemente Huma no mata porque es tonta.

Con mi comentario, Cecil abrió los ojos como platos, y salvajemente me apuntó con su dedo.

— No te atrevas a llamarla así — me acusó. Sus ojos grises se clavaban en mí profundamente, pero no me importaba.

—Estoy aquí porque quieres salvarte, Cecil, y después de esto, estoy seguro que me dejarías morir— sin darme cuenta mi dedo la estaba apuntando. Dalton solo nos veía sin decir ni una palabra—... Me dejarías morir igual que a tu novio, loca.

La poca paciencia de Cecil explotó. La chica se abalanzó sobre mí en un salto feroz, logrando que perdiera el equilibrio. Ambos caímos al piso recibiendo un golpe seco. Tenía a Cecil encima de mí, con sus puños cerrados y apunto de atinarme varios golpes.

Atrox [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora