PARTE UNO

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ATROX PARTE UNO

LA TRANSFUSIÓN

MIEDO. CRIATURAS. ENCUENTROS.


El fuego de la fogata emitia un calor bendito. Nos destensa los musculos helados por el frio, nos acerca hacia su calido y abrasante resplandor, nos ayuda a preparar nuestros alimentos y a purificar nuestra agua. A veces miro el fuego y me imagino atrapado en él, pero no quemandome en un infierno ardiente, sino en una fuente de alegría extrema, tan extrema que cuando trato de acercar mi mano para tocarla, recuerdo que el fuego lastima, y es mejor alejarse un poco más de él.

"Trevor, alejate de la chimenea, estás muy cerca"

A veces escucho su voz. A veces escucho la voz de mi madre dandome animos, la siento tan cerca que me asusta en ocasiones. Hace años no la veo, probablemente este construyendo una nueva vida, tenga más hijos con el mismo pelo crespo y alborotado que ella y que yo. Probablemente haya retomado su pasión por el crochet que había dejado de lado por cuidarme y trabajar. Probablemente este preocupada por ese niño que despertaba todos los días con un beso... o tal vez no. 

"Trevor, acercate a la chimenea, estás muy lejos"

O tal vez no, tal vez me hicieron falta más recuerdo buenos, y por eso deseo tanto saber donde está. ¿Qué quieres que haga? ¿Quieres que me acerque o que me aleje? ¿Sigo tu rastro?

La fogata que mis propias manos habían creado estaba a punto de extinguirse, y eso era una pena, porque había demorado bastante en obtener una cantidad decente de yesca, ramas, y combustible, pero, sé que gracias al fuego que emitió pude preparar la cena de esta noche, y además pasar un rato cálido con mis amigos oliendo el humo y observando el resplandor naranja en contraste con la fria noche.

Vida.

¿Esto es vida? Bueno, por lo menos vivir como nómadas nos mantiene con los ojos abiertos y el corazón latiendo rápido. Ya no existen para nosotros las noches agradables, ni los baños calientes, que va, ni siquiera he tocado una ducha en más de dos años. Esto no es vida, pero es nuestra.

Había caido media noche, y nos llegó la muestra de que a la vida no le importa que tanta madera recolectes para mantenerte caliente y te alimentes, la vida nunca va a premiar tu esfuerzo con felicidad. No en este mundo.

Nos dimos cuenta demasiado tarde que estábamos rodeados por esos horribles ojos naranjas, y como es costumbre, Ginés fue el primero en actuar.

—Este es mi plan: Trevor, huye por la derecha, Darnell, sigue en linea recta; yo iré por la izquierda, cuando pasemos el bosque nos volveremos a encontrar en el punto acordado.

Ginés siempre tiene ideas concisas, eso me gusta de él, y aunque en ese momento sentía miedo, podía confiar que él nunca dejaría a sus compañeros atrás. En cambio a Darnell, mi otro compañero, le hacía falta confianza.

—Ginés, no podemos separarnos, no lo lograríamos solos.

—Darnell, tú en especial debes sobrevivir. Por eso iras en linea recta, cuando llegues, toca el silbato y correrás al norte con todas tus fuerzas.

—Pero...

—Shhhh, están llegando. Debemos hacerlo ya. Escuchen, sé que es difícil, pero no es más que otra traba en el camino. Lo lograremos.

—Así es. Ginés, Darnell, hay que hacerlo.

— Pero...

—Darnell. No te dejaremos morir, sería cobarde de nuestra parte, pero eres el único que puede llevar está parte del plan. Es hora, suerte a ambos.

—Nos vemos en unos minutos, mostremos quien es más inteligente.

—Bien dicho, Trevor. Cuídense, por favor... hermanos.

Corrí dejando atrás a mis amigos, esperanzado por vivir. Lo último que pude ver fue las últimas chispas de la fogata piruetenado hasta desvanecerse con la noche.





















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