—¡Muevelo, Gusnabo!—. Habló feliz el de cresta, viendo como el rubio se dedicaba a levantar sus manos y moverlas de un lado a otro al igual que la cadera al ritmo de < Poker face >, cantando a base de susurros la canción.
Horacio sólo se dedicaba a verlo de reojo, pues iba manejando un audi amarillo, cortesia de Michelle, no quería tener un accidente, sin embargo lograba ver los torpes y lindos movimientos del ojiazul. Iban con los ánimos hasta el cielo hacia su nuevo trabajo, esperando que todo fuese bien.
Así que entre canciones, cantando y bailando, llegaron a comisaría. El peliazul estacionó el audi enfrente de la ubicación ya mencionada. Gustabo sintió un escalofrío recorrerle su espalda, todavía recordaba la mirada que le dirigió el Superintendente.
El de cresta notó la inquietud del chico con falda, así que con delicadeza tomo la mano del contrario, quien le dedicó una mirada donde se podía notar el pánico, Horacio al observar a eso, lo atrajo hacía su cuerpo con un suave tirón, para luego rodearlo con sus brazos, formando un abrazo cálido para ambos, no hizo falta que el abrazo fuese correspondido, ya que Peréz sabía que lo necesitaba de cualquier modo.
—Tranquilo, perla. Todo estará bien, no todos son como ése viejo, y si lo fueran, no dudaría en defenderte. No hay nada malo en ti, ni tus gustos, porque la ropa no define que eres, así que has oídos sordos ante sus comentarios; no dudes en defenderte, ¿de acuerdo, Gustabo—. Susurró en su oído, haciendo que una sonrisa se formara en la cara del rubio y correspondiera el abrazó.
—Muchas gracias, calvo—. Se separó del abrazo con una bonita sonrisa en su rostro.
Nunca cambiaría a su mejor amigo, sería capaz de creerle todo lo que el dijera, porque sabía que el jamas le mentiría. Siempre que le ocurrían situaciones como la de Jack, Horacio se encargaba de defenderlo, no es que Gustabo no pueda, es que él no tiene el valor para hacerlo, pues su timidez apenas y le permite hablar.
El peliazul fue el primero en abrir la puerta y salir del audi, siendo seguido por Garcia, quien decidió abrazar el brazo del más alto. Al entrar a comisaría, una oleada de calor los invadió, eso debido a la cantidad que gente que había para poner denuncias. En un parpadeo; todas esas personas ya se encontraban afuera. Ambos dirigieron sus miradas curiosas hacia el causante de eso, notando a Conway con la porra en mano.
Al ver quien era, el rubio tembló ligeramente, Horacio cambió su mirada curiosa a una con un poco de rencor. El de cresta no dudo en tomar la mano del ojiazul para dirigirlo a los vestidores, pasando al lado del pelinegro, quien al verlos chasqueo la lengua.
Cuando entraron a los vestidores, notaron a un hombre con una gran barba, el cual al notarlos, les dirigió la mirada y sonrió mientras se acercaba a ellos.
—¿Son los nuevos subinspectores?—. Preguntó, terminandose de arreglar su chaleco antibalas.
—Si mucho gusto, yo soy Horacio y el es Gustabo—. Con gran orgullo, contesto el de cresta, ganándose un asentimiento del de falda negra, mostrando una sonrisa.
—Eh, pues mucho gusto, mi nombre es Greco y soy comisario—. Le regresó la sonrisa a Gustabo. Bajando la mirada, noto que el rubio tenia puesta una falda negra, que hacía relucir sus blancas piernas, a lo cual la señaló. —Linda falda, Gus.
El mencionado se sonrojo, no acostumbraba a recibir alagos de otras personas aparte de Michelle y Horacio, quien también sonrió.
—Se le ve muy mona, a él todo le queda bien—. Se sentía feliz de saber que el comisario era buena persona y al parecer, era de mente abierta, cosa que mejoraba las cosas. Greco les cayó bien a ambos.
—Se solicita 10-32 (refuerzos/patrullas) en mi 10-20—. Escucharon los tres en la radio de Rodriguez, quien chasqueo la lengua.
—Me tengo que ir. Bienvenidos y cualquier duda estoy yo para responderla—. Le sonrió a ambos y se dio la vuelta, no sin antes dirigirle una última mirada al ojiazul, el chico le pareció extremadamente tierno. —Aquí Greco, 10-97 (en camino)—. Fue lo que escucharon los mejores amigos antes de volver al silencio total.
—Bueno, a cambiarnos—. Horacio dio la vuelta y se encontró con Gustabo sin su sudadera blanca, dejando a la vista su torso con ligeros músculos. El de cresta se sonrojo; se dio la vuelta mientras posaba ambas manos sobre su rostro. —¡Cabron! Avísame cuando te vayas a cambiar—. Habló exaltado, jamas se costumbraria a ver a su hermano semi-desnudo, nunca se acostumbrara a ver la hermosa y pálida piel del rubio.
Gustabo al escucharlo le dirigió la mirada, al verlo no pudo evitar reír, le parecía tierna su forma de actuar, se apunto a colocarse su uniforme, para que el peliazul, quien seguía dándole la espalda, se pudiese cambiar sin problema.
Cuando Gus se acabó de poner el uniforme, le tocó el hombro a su mejor amigo, quien al sentir el suave toqué, se dio la vuelta y pudo presenciar que el uniforme le quedaba bien, muy bien a decir verdad.
—Ya no te pongas nervioso, ahora ve a cambiarte, te espero afuera—. Al acabar de decir eso, le dedicó una amable sonrisa y salió. Cuando estuvo afuera, se retranco en la pared al lado de la puerta mientras prendía la radio. —Gustabo Garcia entra a servicio—. Cuando terminó de hablar, apagó la radio.
Conway, quien pasaba por ahí, lo vio con su uniforme, así que no pudo evitar acercarse a él.
—Así es como deberías de estar vestido, mariconetti, no con tus falditas de mierda—. Apesar de tener los lentes oscuros negros, Gustabo sabía que lo veía con asco, así que no pudo evitar ver hacia abajo.
—U-usted no tiene de-derecho de decir eso, abuelo—. Alzo la mirada, trató de no tartamudear, trataría de defenderse, no siempre estaría el de cresta para defenderlo.
—A mi no me contestes, anormal. Tengo derecho a todo lo que me salga de los cojones, después de todo estás en mi maldita comisaría, hijo de puta—. Se estaba comenzando a cabrear, le disgusto mucho cuando lo vio entrar con una falda, ¿acaso no podía dejar sus cosas de marica? Si seguía respondiendole, desquitaria su frustración guardada desde el día anterior. Una aberración no tiene derecho a nada, el rubio iba a volver a hablar, sin embargo fue interrumpido.
—¿Qué está pasando?
Ptm, tengo tarea atrasada desde el 19 de abril oasjs. Cualquier falta de ortografía, avísenme por favor xdxd.
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Maldito homófobo
Hayran KurguJack Conway, superintendente de la ciudad de Los Santos, es una persona homofobica y machista pero, ¿por qué? Gustabo García, un chico bisexual, con preferencia a los hombres al igual que las faldas, maquillaje, cosas que para Jack son de "marica". ...