4ta. [Si regresas]

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—¿Itzel?—dijo.

—Jean—contesté.

Había tenido una mala noche, él venía a ponerla peor, me quedé en shock, tanto que tire mi bolso y todo se regó por el suelo, él me ayudó a recogerlo, salí corriendo de ahí en cuanto tuve todo dentro, busqué mi auto.

—¡Espera!—corrió tras de mí pero la multitud no lo dejo avanzar.

Abrí mi carro, lo encendí, noté como su cabeza sobre salía de toda esa gente buscándome, pise el acelerador y me fuí, seguí sin creer lo que había pasado, el colmo de mi tan desafortunada vida amorosa, encontrarme a la persona que más me lastimó y al que he amado desde siempre.

Al día siguiente llegué a la oficina, como todos los días, tenía el día libre pero mi vida es tan interesante que prefería pasarlo en la oficina.

—Señorita––Fer, mi asistente en turno me saludó sorprendido.

—Manda los pendientes a mi oficina por favor, no quiero que me pases a nadie, no estoy, ¿OK?––él asintió sin hablar.

Pase a la oficina, comencé a revisar contratos pasados para checar si aún se seguían cumpliendo las normas, chequé recibos pasados, poniendo todo en orden, escuché la puerta abrirse.

—Dije que no quería ver a nadie––levanté la vista.

Mi madre estaba en el umbral de la puerta mirándome.

—Itz, es tu día de descanso cariño, deberías estar en casa––mencionó mientras tomaba asiendo enfrente de mí.

—No necesito descansar, prefiero ser productiva y estar aquí ayudando—mi seriedad se hizo notar, no quité los ojos de mis papeles.

—¿Que pasa?––la miré otra vez

—No es nada, ¿Que hay de raro es que quiera trabajar?––volví a mis hojas.

—Te peleaste con Ale ¿no es así?––deje de buscar una factura.

Me quedé sería por un momento, abrí mi boca para decir algo pero solo pude callar y seguir con lo mío.

—Cariño, te conozco y no debes de esconder tus sentimientos tras el trabajo, deberías solucionar las cosas, hablar con él, es un niño estupendo, la pareja que hacen en el trabajo es magnífica–– la interrumpí.

—Mamá––me presioné el puente de mi naríz para calmar mis emociones, respiré profundo, al parecer el ver a Jean me había causado un descontrol, el enojarme con Ale no ayudaba mucho tampoco iba a explotar— de verdad que aprecio mucho tu preocupación pero, no estoy de ánimos de tratar con nadie, mucho menos escuchar lo magnífico que es el patán ese.

Mi madre elevó las manos en señal de rendición, me conocía tan bien que sabía sobre mi mal humor y lo próximo que estaba a explotar, tomó sus cosas, abrió la puerta de la oficina.

—Solo digo que son personas adultas y saben cómo solucionar un problema–– cerró la puerta.

No despegue para nada mi mirada de los papeles, en realidad ni les ponía atención a lo que estaba revisando, solo los pasaba, mi mente estaba en todos lados menos dónde podía estar, recargue mi frente en el escritorio y respiré 3 veces, ya un poco más calmada comencé a leer con más atención, escuché la puerta abrirse nuevamente, cerré los ojos respirando exasperada.

—De verdad madre, no es momento––ni siquiera quería voltear a verla.

—Siento mucho entrar así pero debía hablar contigo—mi sangre se congeló de inmediato.

Mi Cliché (Mini Serie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora