Desorientados

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Newt iba detrás de Thomas. Había tratado de esquivarlo desde que salieron de El Claro, pero cada vez se le hacía más difícil.

Le echaba de menos. Mucho. Muchísimo. Había pensado mucho en ellos, y por más vueltas que le daba, sólo sentía dolor en el pecho.

Ya no lloraba, al menos. Se había cansado de hacerlo, era como si sus reservar de lágrimas se hubieran agotado. Además de que eso no cambiaría nada.

-Cuidado. Hay algo por el suelo. Y también en el techo.-dijo Minho, que iba el primero.-¿Alguien sabe dónde estan los fucos interruptores?

-Yo se donde están-dijo Newt.- Esperad un segundo.-se adelantó a Thomas, rozándole suavemente la mano. Los corazones de ambos chicos se aceleraron con ese roce. - ¡AUCH!-exclamó Newt, parecía que se había clavado la esquina de una mesa.- Vale... los tengo.

Al apretarlos, tardó un poco en reaccionar. La luz dejó paso a una escena que era digna de una película de terror. Las mismas personas que les habían salvado hacía dos días, ahora se encontraban muertas por el suelo o ahorcadas. Muchos chicos se retiraron y vomitaron. Thomas estuvo a punto, pero se obligó a mantener la dignidad. Entonces se acordó de Teresa.

-Tenemos que encontrar a Teresa. Desde hace un rato no puedo hablar con ella.

-¿Sabes en que habitación estaba?

-Sí, me lo dijo un rato antes. Es por allí.

-Movámonos antes de que vomite más gente... ya hemos visto suficiente.-dijo Newt, que iba con la mano en la boca, tapándose también la nariz por el olor.

Cuando se toparon la puerta de la habitación de Teresa, se fijaron en el cartel que habían colocado en esta. "Teresa Agnes. Grupo A, Sujeto A-1. La Traidora"

-¿Cómo que la traidora?-dijo Minho.

-No lo sé. Pero tenemos que entrar.

Rompieron la cerradura con el mismo extintor que antes. Dentro, la habitación estaba en perfectas condiciones, como si no hubiera pasado nada. Se oía la ducha dentro del baño, Thomas estuvo a punto de entrar, pero Minho le paró.

-No es lo mismo una chica que un chico. Espera a que salga.

-Está bien...

Había cuatro literas, por lo que bajaron las camas de arriba para que todos los clarianos pudieran sentarse. Newt estaba apoyado en la misma que Thomas. Su trasero apenas rozaba la esquina de la cama, y tenía el cuerpo echado sobre las rodillas. Desearía tanto poder ir con él. Quería abrazarlo, decirle que le echaba de menos, que quería estar con él y que Teresa nunca podría cubrir su hueco. Que le necesitaba. Que quería que durmieran juntos. Pedirle un beso.

Cuando la puerta por fin se abrió, todo quedó en silencio. No era Teresa. Sino un chico.

-¿Quién coño eres tú?-saltó Thomas al verle.

-Eh... ¿quienes sois vosotros?-Dijo él.

-Creo que siendo 20 a 1 deberías ser tú el que contestara primero, ¿no crees?

-Espera... ¿qué narices está pasando?

Minho no tuvo paciencia, cogió al chico y lo "sentó" porque más bien le arrojó contra la cama. Los ojos de ese chico enseguida se clavaron en Thomas.

Era moreno, de pelo algo largo y ojos azules. Era muy, muy guapo. Tenía algunas pecas en las mejillas, y su piel era rosada. Era alto, y no excesivamente fibroso.

-¿Quién eres?-dijo Newt, sentándose enfrente de él.

-Me llamo Aris.

-¿Dónde esta la chica que estaba aquí?

-¿Qué chica? Aquí no había nadie cuando me trajeron.

-¿Cuándo te trajeron?

-Anoche. Estuvimos en un poli-deportivo dos días antes de venir aquí.

-¿Quienes?

-Yo y... unas chicas. Mirad tíos, si os lo cuento no os lo vais a creer, así que decidme quienes sois vosotros.

-Habla.-dijo Newt muy seriamente.

-Es que... a ver. Estabamos en un laberinto.

-Espera, espera-Minho le interrumpió.- Todo chicas, de repente llegas tú, comienzan a pasar cosas, las puertas no se cierran, laceradores...

-¿Cómo coño lo sabes?

-Parece que no somos los únicos. Había más de un laberinto.

-La chica de aquí dentro, Teresa. Fue la última en llegar. Ella y yo podíamos hablar en nuestras mentes.-le dijo Thomas.

"¿Me oyes?" le dijo Aris en su cabeza.

"Si, te oigo"respondió.

"La mataron. Mataron a mi mejor amiga. Rachel."

-Siento lo de tu amiga. -le dijo Thomas. Se giró a Minho, que le miraba extrañado.- Él también puede hablar como Teresa y yo.

-Bueno, pues guardaros vuestros truquitos. Aquí hablamos todos en alto.

-Deberíamos solucionar el tema de la comida primero.-dijo Newt.

Todos en ese momento se dieron cuenta de que no habían comido nada en casi un día.

Las pruebas,lo no contadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora