No Puedo Sacarte De Mi Mente

520 37 3
                                    

Thomas se quedó detrás. Le habría gustado ir con ellos, pero sabía que no sería del todo bien recibido. No quiso forzar la situación, así que fue junto a Fritanga, que en algunos ratos le daba algo de conversación. Una hora estaba bien. Pero cuando llevas andando bajo un sol abrasador durante más de dos horas, empiezas a querer volver al laberinto. Aquí no habría penitentes , pero las reservas de agua cada vez iban a menos, y no sabían cuando encontrarían más. Era terrible.

Para su sorpresa, cuando llevaban ya cuatro horas caminando, el calor comenzó a descender, y el cielo se nubló un poco. No mucho, pero cada pocos minutos pasaban debajo de una nube que tapaba el sol. Aprovechaban para destaparse y sentir el fresco en el rostro. Debería de anochecer en una o dos horas.

-Tenemos que andar de noche. Es cuando vamos a ir más rápidos.

-¿Y descansar? -Minho no estaba de acuerdo con Newt.- Tendríamos que dormir.

-Tenemos que andar al menos hasta encontrar un refugio. Algo habrá. O incluso podemos dormir tapados por las sábanas. Pero te recuerdo que todos estamos infectados y que si no llegamos a tiempo, nos volveremos como esos cranks. ¿Quieres eso, Minho?

-No... ni de lejos.

-Entonces sigamos. Podemos parar un rato cuando anochezca, pero sabes que tendremos que seguir.

-Entendido.

Así fue. Pararon sólo media hora, los chicos hicieron sus necesidades y algunos aprovecharon para comer algo. Otro incluso se tumbaron y echaron un pequeño sueño. Aun así, se pusieron en marcha justo cuando habían dicho, a pesar de que algunos clarianos les pidieron más descanso. Tenían que avanzar, algo debía haber.

Tras un rato más andando, todos se pararon ante lo que parecía la imagen de una mujer. Thomas se adelantó, y pudo confirmar que era Teresa. Estaba al lado de una caseta.

"Ven" le susurró en su cabeza.

Thomas dudó, pero enseguida vio que Minho y Newt la habían reconocido.

-¿Qué quiere?

-Tengo que ir. Me ha pedido que vaya.

-¿Vas a ir sólo? ¿Estás seguro?

-Sí, es cosa mía.

Cuando se acercó a la caseta, la chica estaba sentada en una mesa que parecía tener más años que ellos. Thomas se sonrojó al verla. Iba más guapa que antes, tenía el pelo limpio y le caía brillante sobre los hombros.

-Tom.- Se acercó a él.- Tienes que confiar en mí, Tom... van a pasar cosas... pero tendrás que confiar en mí.

-Teresa... sabes que confío en ti. Pero... ¿por qué no me respondías?

-No podía. Por favor, no hagas esto difícil. Confía en mi y en Aris.

-¿Aris?-se acordó de lo de Newt.- Tú ya le conocías...

-Los dos le conocemos...-dijo acariciando su mejilla.- Se lo de Newt y él. ¿Qué mas te da?

-Teresa. Sabes perfectamente que hasta que me quiten eso...

-Te gusta.- No, en realidad le quiero, pensó Thomas cuando ella dijo eso.- Lo sé. Pero... es algo pasajero. Tengo que irme.

-No... espera..

-Ten cuidado...

La chica le besó, y poco después salió corriendo. Antes de que Thomas pudiera salir, el edificio comenzó a derrumbarse.

Las pruebas,lo no contadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora