Capítulo 2

485 43 29
                                    

Corregiré más tarde los guíones, siento no haberlo hecho ahora:(

-¡Por favor!---le rogué desesperadamente a Mi---.

-No, me niego totalmente.

-Está bien, si no me ayudas tú lo haré yo sola.

Emprendí camino hacia la puerta y mientras caminaba hacia ella estaba pensando en que jamás podría hacer justicia, que era imposible que mi mejor amiga me hiciera esto y cómo......cómo haría esto.

Pfff ¿cómo haré esto?

-Está bien---Michelle finalmente cedió---.

Corrí al igual que una niña en la mañana de navidad. Le dí un abrazo yo estaba feliz, completamente alegre, por fin mis ansias se van a hacer realidad.

-¡Gracias, gracias, gracia, gracias!---mi sonrisa iba de oreja a oreja---.

-¿Una pregunta?

-Dime.

-¿Por qué yo? Es decir, ¿por qué me dices que te ayude sin contar que soy tu amiga?---preguntó Mi---.

-Pues eres la mejor que sabes de estas cosas, no es que seas una rebelde pero tampoco una santa---expliqué---.

-Oye...---me dio un codazo---.

-¡Auch! ¡Duele bruta!---le espeté---.

-Fastídiate.

La fulminé con la mirada.

-Yo que tú no me mataría, me vas a necesitar si quieres cambiar---me lo restregó en la cara---.

-Tienes razón---gruñí por lo bajo---.

-Y...¿qué quieres cambiar?---cuestionó mientras me daba un vaso de agua---.

-Quiero aprender a fumar---admití---.

Michelle se atragantó con el agua, mas luego cuando se recuperó del pequeñito accidente habló:

-¿Qué? ¿Tú? ¿¿¿Fumar???---quedó anodadada---.

-Sí---¡Oh dios! ¡Qué vergüenza!---.

-¿Sabes que es malo para una, no? ¿En serio te quieres meter en este berenjenal?

-Ya,  claro...es malo y tú ni dejas de hacerlo---curvé mis oscuros ojos como la noche---.

-Por eso te lo digo---me replicó---.

-Que sí pesadita---le sonreí para tranquilizarla---.

-Si juegas con un cuchillo tarde o temprano terminas cortándote---me advirtió---.

-Estoy tan rota que ni los pedazos encajan, me da igual cortarme, los pedazos no van a recomponerse más.

-Ingrid cariño...---comentó y se levantó para regalarme un abrazo---.

-No Michelle no quiero ni tu pena ni tu compasión---la interrumpí---. Yo...yo solo quiero sentirme persona otra vez, yo solo quiero que tanto tu como mis padres dejen de mirarme con pena---añadí---.

Fue en ese instante en el que las traicioneras lágrimas descendieron por mis mejillas sin detención alguna por mi parte. Las lágrimas insonoras fueron acompañadas por unos brazos conocidos que me rodearon haciéndome sentir calidez, como en casa, que nada mi nadie me podía parar de lo que me proponía.

-Tranquila mi niña---susurró en mi oído en vista de que las lágrimas no cesaban---.

-No puedo, no puedo estarlo y...---fui interrumpida por mi respiración entrecortada y agua salada procedente de mis ojos--...y temo que nunca...nunca llegue a estarlo.

ProvocativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora