Capítulo 16

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Sentía que el collar fuese una cadena alrededor del cuello; la cadena con la que Naruto lo había atado.

-Insisto, Sasuke.

-No sé que decir.

-Entonces ven aquí -dijo Naruto con una carcajada. Lo arrastró hacia él y lo besó con fuerza. Sasuke no dijo nada en absoluto, pero su cerebro gritaba: «¡Voy a tener un bebé!».

-Naruto, me gustaría hablar contigo, esta noche.

-Tengo otros planes para esta noche.

Sasuke ni siquiera pudo sonreír ante eso.

-Aun así, me gustaría que hablásemos.

-¿De qué trata?

La preocupación en sus ojos, la ternura de su voz, le hizo desear su amor con más intensidad. No quería desearlo tan intensamente, no quería sentir el vacío que crecía en su interior, darse cuenta de que le faltaba su amor al mismo tiempo que el bebé crecía.

El trato terminaría cuando lo acompañase a la cena de Rasengan. Y tal vez ellos también terminaran.

-Después de la cena -contestó el doncel con voz temblorosa.

De acuerdo -convino él-. De hecho hay algo que también me gustaría comentarte.









En el vestíbulo de aquel rascacielos situado en mitad de la avenida Michigan, Naruto condujo a Sasuke a través de la multitud mientras saludaba a unos cuantos.

-Ése es Aburame Shino promotor inmobiliario. Su compañía, Syntax, posee la mitad de las vegas actualmente. La joven que va con él es su esposa.

-La segunda, imagino.

-Más bien la sexta-lo condujo entonces hacia un grupo de hombres, donceles y mujeres de pie junto a una fuente-. La mujer que va plagada de joyas es Terumi Mei; posee la colección de arte impresionista más extensa de todo Estados Unidos. Muy estirada.

-Y presumida -añadió Sasuke después de que la mujer levantase la cabeza para mirarlo y luego apartase la mirada.

-Qué perceptivo -Dijo Naruto.

-Namikaze -un hombre de barba y mediana edad al que Naruto le había presentado momentos antes, Hiruzen... algo, se acercó a él y le dio una palmada en la espalda-. No hemos visto mucho a Nagato últimamente. ¿En qué anda metido ese granuja?

-No lo sé -contestó Naruto-. Puedes preguntárselo más tarde si aparece.

-¿Nagato va a venir? -preguntó Sasuke cuando se alejaron.

-Aunque sea sólo para molestar, sí -respondió él.

En aquel momento una elegante mujer de pelo largo blanquecino y mirada extravagante se acercó hacía ellos-. Y esa es Otsutsuki Kaguya directora de donaciones y...

-Naruto -dijo la mujer mientras le daba un beso en la mejilla-. Naruto, no sabes lo agradecida que estoy por tu generosidad. Hoy he hablado con el centro Akimichi de niños y todos se preguntaban a qué venían estas navidades adelantadas. Ha sido muy amable de tu parte, como siempre.

Naruto asintió con la cabeza y miró a Sasuke.

-Te presentó a Sasuke.

-Oh, encantada de conocerte -dijo la mujer-. Creo que ésta es la primera vez que tengo el placer de conocer a uno de los chicos de Naruto -se acercó más a él para susurrarle al oído-. Es un buen partido, cariño, ya sabes a lo que quiero decir.

-Oh, yo no soy su... De hecho soy su...

Tras un poco más de conversación insustancial, Kaguya se marchó y Sasuke miró a Naruto.

-¿Por qué no le habías dicho que era tu secretario?

Naruto le colocó la mano debajo de su brazo y lo guió hacia las puertas que conducían a la terraza. No respondió a su pregunta.

Atravesaron la terraza, iluminada con farolillos de gas y, cuando por fin lo soltó, Sasuke se apoyó en una barandilla de cemento para mirar hacia la fuente. Una leve brisa agitaba los bonsáis plantados en las macetas de alrededor y le puso la piel de gallina.

Se frotó los brazos sin darse cuenta mientras escuchaba una suave música de piano que sonaba por los altavoces. Las notas no lograban ahogar por completo el suave sonido del agua.

-¿No tienes que dar un discurso? -preguntó tras tomar aliento.

Por el rabillo del ojo siguió sus movimientos mientras dejaba su copa de vino sobre la superficie plana de un banco de piedra.

-Sí.

En un abrir y cerrar de ojos, Sasuke se vio arrastrado hacia él, cautivado por la luz de la luna en su rostro y el roce de su mano.

-Quiero bailar, y tenía la sensación de que te negarías si te lo pedía.

-Bailar -repitió el doncel como hipnotizado.

Él sonrió y le pasó un brazo por la cintura para acercarlo más a su cuerpo.

-Estás precioso, acércate a mí.

Envuelto entre sus brazos, cautivado por la música del piano, Sasuke se preguntó si volvería a experimentar aquello alguna vez.

-Naruto -dijo a modo de protesta.

-Shh. Sólo un baile.

Sus intentos por soltarse sólo hicieron que Naruto lo agarrara con más fuerza. Deslizó una mano por su espalda y la hundió en su pelo suavemente.

-Estoy deseando llevarte a casa conmigo -le susurró al oído.

De pronto brotó en su interior un sentimiento que no se parecía nada de lo anterior. Un escalofrío recorrió su cuerpo y Sasuke hizo un esfuerzo por controlarlo.

-¿Llevarme a casa... como si fuera un animal extraviado? -preguntó. ¿Sería la luna llena? ¿Las hormonas? Jamás hubiera pensado que el amor pudiera ser así. Tan absoluto. Tan poderoso.

-Más bien como el tesoro más hermoso -contestó él riéndose.

-¿De qué querías hablarme antes? -preguntó el doncel-. dijiste que también querías hablar conmigo.

-¿No te lo imaginas?

-¿Puedes darme una pista?

-Se trata de nosotros.

-¿Acaso hay un nosotros?

-Tú me lo dirás -respondió él mirándolo fijamente a los ojos.

«Estoy embarazo de ti». No podía decírselo, necesitaba saber primero qué tenía que decir él.

-Sé lo que un doncel como tú desea -comenzó Naruto-. No puedo dártelo, Sasuke, pero me gustaría... -sus plabras se detuvieron al oír un ruido.

Era alguien aproximándose. Sasuke tembló cuando Naruto lo soltó y el corazón le dio un vuelco al ver a Sakura. Su pelo brillaba y su sonrisa era provocativa.

Y de pronto Sasuke se sintió muy pequeño.

Sakura le ofreció su brazo a Naruto como si éste le hubiera pedido bailar.

-Espero no estar interrumpiendo algo -dijo.

Un pacto con el jefe. (NaruSasu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora