Solo en las oficinas de Rasengan, inmóvil en su sillón, Naruto miraba por la ventana.La decimonovena planta estaba vacía. Eran las tres de la mañana. Pero de ninguna manera regresaría solo a su departamento esa noche. Su ático nunca había parecido tan frío ahora que Uchiha Sasuke se había marchado. Las sábanas olían al doncel. Había encontrado un lápiz de labios bajo el lavado y jamás se había sentido tan triste. La soledad era devastadora. Había salido de su casa y allí estaba, en su santuario. El lugar donde evaluaba sus pérdidas y maquinaba sus regresos. El lugar donde, durante el último mes, había pasado incontables horas mirando al vacío y pensando en un doncel de pelo y ojos negros. Y ahora miraba por la ventana, cegado por las luces de la ciudad, y se decía a sí mismo que no le importaba.
Se decía que, en un mes, se habría olvidado de Uchiha Sasuke.
Se decía que aquello era una obsesión y nada más, que aquel dolor que sentía dentro no era nada. Y por enésima vez se dijo a sí mismo que no lo amaba.
Pero era mentira. Una farsa.
Sasuke había conseguido el dinero que necesitaba. Su trato había culminado en la fiesta de Rasengan y él se había quedado con una sensación de pérdida que no lograba quitarse de encima.
Naruto, te amo.
No lo había había dicho con esas mismas palabras, pero en su mente sí lo había hecho. Y él jamás había oído palabras más dulces, más devastadoras. Porque de pronto deseaba ser un hombre capaz de amarlo como se merecía.
Lo había deseado desde el principio. Era un hombre acostumbrado a seguir su instinto, y lo hacía sin darse cuenta. Sabía lo que buscaba cuando compraba acciones. Y desde el principio había sabido que deseaba a Sasuke en su cama, bajo su cuerpo. Pero ahora, tan claro como el cristal que tenía delante, sabía qué ahora deseaba más del doncel.
Lo deseaba todo.
Deseaba un millón de bailes y el doble de sus sonrisas. Deseaba verlo en su cama, verlo despertarse, encontrarlo acurrucado a su lado.
Lo deseaba con un bebé en brazos. Con su bebé. Su doncel. Su esposo.
Había estado solo toda su vida, persiguiendo aventuras sin sentido, convenciéndose a sí mismo de que era suficiente. Todo había cambiado. Casi imperceptiblemente, desde el día en que había contratado a Uchiha Sasuke.
Ahora le había roto el corazón antes incluso de que Sasuke se lo hubiera entregado.
Salió del despacho y se dirigió al escritorio del doncel. Sus cosas aún estaban allí. Escudriño la superficie. Todo ordenado, tan propio de él. Gimió y se dejó caer en la silla.
Su rechazo le resultaba extremadamente doloroso. Ni siquiera el día en que Haruno Sakura lo había mirado desde la cama de su padre había sentido tanto dolor.
¿Qué diablos deseaba él?
Mientras pasaba la mano por la superficie de madera, lo supo. Supo lo que Sasuke deseaba. Había estado pidiéndoselo. Había estado seduciéndolo, encantándolo, haciendo que lo amara y lo necesitara.
Y Naruto ya ni siquiera recordaba por qué no lo había creído merecedor de todo aquello. ¿Porque podría hacerle daño como lo hizo Sakura? ¿Por qué había pensando que su cama sería suficiente para todo lo que al doncel le faltaba? ¿Tan despiadado era que le negaría la posibilidad de tener una familia?
Comenzó a abrir y a cerrar los cajones en busca de algún rastro de él. Algo, cualquier cosa, que pudiese haber dejado atrás.
Por primera vez en su vida las necesidades de otra persona parecían más importantes que las suyas, y no soportaba la sensación de pérdida que iba apoderándose de él.
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Un pacto con el jefe. (NaruSasu)
FanficLo había deseado durante mucho tiempo, pero se había privado de su compañía. Ahora, por fin, Namikaze Naruto tenía a su secretario donde quería, lo había convencido para hacerse pasar por su amante mientras negociaba el trato de su vida. Y cuando la...