EPÍLOGO (HOPE AND DREAMS)

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La estática resonó como de costumbre por la oscura recámara, iluminando el sitio con el fondo blanco de las pantallas de televisión. En ellas, podía verse diferentes puntos del mundo, llenos de aquellos seres carentes de rostro, a veces, otros monstruos repugnantes y deformados que solo podían proliferar gruñidos y extraños balbuceos que simulaban ser gemidos.

Frente aquellas televisiones, un adolescente movía las manos sintonizando la señal y viendo los resultados de su obra sobre aquellas inmundas criaturas, con una expresión neutral y distante, y la luz de las pantallas reflejándose en su cara, concentrado en su labor, bajo la atenta mirada de los cientos de ojos pegados aquella masa de carne que lo acompañaba.

Un día más, la Torre nutriéndose de la vida de aquellas criaturas que antaño fueron seres humanos, buscando la forma de sobrevivir al mundo hostil y, de su parte, contando con aquel muchacho colocado bajo su protección.

Aquel chico que había acogido en su seno cuando era apenas un niño, asustado, hambriento de amor y determinado a vivir a toda costa junto a la chiquilla que siempre había sido objeto de su afecto, incluso si eso significaba nutrirse de otros humanos, y formar poco a poco parte de su entidad.

El niño había crecido, no era todavía un adulto, sin embargo, ya no era un niño.

-Ya es suficiente por hoy.-dijo la voz de aquel chico, más profunda de lo que había sido durante su infancia.

Sin cuestionar, las televisiones se apagaron de manera simultánea, hundiendo el lugar en penumbra y la masa de carne con ojos desapareció de entre las paredes dejando al muchacho solo en medio de la oscuridad. Mono suspiró con una media sonrisa y, dando por terminado sus deberes para ese día, se retiró de aquel lugar.

Cuando salió de la recámara de Thin Man, aquel chico de ya quince años pasó sus manos por su cuerpo para hacer desaparecer aquel traje y sombrero que siempre formaban parte de su uniforme laboral, haciendo aparecer en su lugar unos pantalones holgados y oscuros y una camiseta sin mangas de color verdoso con una runa justo en el centro de la misma, mientras caminaba con cierto entusiasmo hacia su habitación personal.

Tenía planes para ese día y no quería que la Torre exigiera de él más de lo que debería.

Entró a su habitación, abriendo la puerta con sigilo, y lo primero que tuvo a la vista fue la pared del fondo de la habitación, en la que se destacaba la forma en la que estaba decorada con todos los sombreros que había conseguido a lo largo de su aventura por Ciudad Pálida cuando era un niño pero, junto a estos, también descansaban el número generosos de máscaras que Six había recolectado durante su travesía en solitario por The Maw. Todos colocados de manera cuidadosa en la pared, en armonía y alternándose los unos con los otros y justo en el centro de todos ellos, la gabardina marrón y el chubasquero amarillo, colgados juntos, dando la impresión de estar tomados de la mano.

Mono siempre sonreía cada vez que veía aquella colección que tenía en conjunto con Six, pero le daba una nostalgia especial aquellas prendas que los acompañaron en sus aventuras. Ambos habían crecido, se habían hecho más altos y más grandes, y le daba cierto escalofrío ver esas ropas y cobrar consciencia de lo ridículamente diminutos que eran hace apenas unos años atrás. En ese entonces, los adultos, tanto los mas deformes como los menos deformes, eran capaces de capturarlos con solo una mano y asustaba solo pensar en lo pequeños y vulnerables que eran en ese entonces como para ser tan fáciles de atrapar, Mono y Six aun no llegaban hacer algo así, pero sí que habían crecido lo suficiente como para que cargar con dos niños en cada brazo fuera una tarea relativamente sencilla.

Mono ni siquiera se dio cuenta de cuánto habían crecido hasta que cumplió los trece años y se dio cuenta de que su antigua gabardina parecía que podría ser más útil como toalla para secar el pelo que como prenda de vestir, lo mismo pasó con Six cuando hizo el intento, por los viejos tiempos, de probarse su chubasquero también a los trece años y vio que su brazo ya no entraba en las mangas del impermeable. Ya ni decir de volver a ponerse aquellos sombreros y máscaras.

Hope (Mono x Six)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora