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25/01/20 18:21

—Siguiente —dice una voz algo ronca por el parlante.

La mujer se levanta y se dirige hacia el consultorio del médico para poder recibir sus resultados, se sienta al ingresar y el doctor empieza a leer unos papeles con detenimiento para segundos después mirarla preocupado.

—Señora Johnson ¿Verdad? —ella asiente— Según los últimos análisis que le realizamos...

Laura empieza a impacientarse, se frota las manos y siente que una gota de sudor recorre su espalda, preocupada por que estará por decirle.

—...lamentablemente, la biopsia realizada a su hígado que se hizo hace dos semanas, ha arrojado que usted tiene cáncer, y está en muy avanzada para poder tratarlo.

Por un largo momento, Laura sintió que su corazón se detuvo, quedó congelada por tan terrible revelación. El único pensamiento que tiene es su hija, Taylor, ¿Quién cuidará de ella ahora? Y rompe a llorar desconsoladamente.

—Podríamos hacer quimioterapias, pero es casi imposible que el cáncer desaparezca a estas alturas.

—Doctor, eso no puede ser cierto, debe haber un error... Yo me he cuidado siempre, me alimento sanamente.

—Mire, lamento decirlo, pero el cáncer está muy avanzado, no hay mucho que podamos hacer.

—Pero... ¿Y ahora quién cuidará de mi hija? Mi esposo falleció hace un año en un accidente, mi hermana vive en Europa, pero Taylor ya tiene su vida acá, ella está en la universidad, y el cambio a otro país le afectaría.

—Mire, tranquila, le diré algo —le dice mientras baja la voz y se inclina sobre el escritorio— Hace unos días, escuché a un doctor de este hospital, haber desarrollado una cura para el cáncer. —se acomoda en su silla y revisa unos papeles— Si usted desea, podría probarla, pero sería bajo su propia responsabilidad, ya que aún se encuentra en una fase experimental.

Una sonrisa iluminó el rostro de Laura; aun había esperanza.

—Por supuesto que sí, doctor —dice mostrando una pequeña sonrisa y secándose las lágrimas.

—Bueno, llamaré a mi colega y le pediré que mande una dosis a su casa, a más tardar, mañana, para poder empezar el tratamiento lo antes posible —dice mientras busca su teléfono— Pero debe saber que esto queda en completa confidencialidad, ya que quizá haya algún tipo de efecto secundario... usted sabe... hay aspectos legales involucrados.

—Si doctor, no se preocupe.

—Ahora, firme estos papeles, aquí, aquí y aquí, y su dirección esta parte para que le llegue la dosis a su hogar —dice señalando algunas partes de las hojas. —Y ya, eso sería todo Laura, mañana a primera hora llegará un paquete a su casa.

—Muchísimas gracias doctor —dice estrechándole la mano efusivamente— Es usted un ángel.

Laura sale de la habitación, y nota que hay mucha gente para ser un lunes por la tarde, algunos niños lloran y enfermeras van de un lugar a otro. Nunca le gustaron los hospitales, gente enferma, el ambiente cargado de virus, y ese típico y detestable olor; piensa que será mejor no contarle nada a Taylor.

Mientras tanto en el consultorio, el doctor toma su teléfono y hace una llamada.

—Claudio, soy Jorge, encontré a otra incrédula que se creyó el cuento del cáncer, y le dije sobre la supuesta cura, empaca una dosis del elixir de la vida eterna, necesitamos seguir probando.

En el lugar que se encontraba Claudio, una sala totalmente blanca, en un edificio supuestamente abandonado, el cual servía como un laboratorio clandestino; en él, había varias personas de bata blanca, maquinas, tubos de ensayo, químicos y jaulas con diferentes animales dentro; entre ellos, un chimpancé, el cual observaba desorientado desde su jaula, con sangre brotando de su boca, a su lado, yace otro de ellos muerto.

El fin de los días [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora