Capítulo: 53

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Al final toca el timbre, recojo mis cosas rápidamente y salgo casi corriendo de clases, incluso antes que el profesor. Me he dedicado a ignorar a Austin toda la hora, sé que él me miraba e intentaba hablarme pero yo solo me hacía la loca.

- Joder, ¡_____! - me grita Sara corriendo detrás de mí, yo me detengo sin darme la vuelta y la espero- Hija, que rapidez.

- Tengo prisa- digo cortante.

- Uh... ¿Qué te pasa? ¿Es por tu papá o algo?

- No. Bueno, el cabreo que me traigo no es por él.

- Y entonces, ¿Qué ha pasado? Y no se te ocurra decirme que nada- me dice deteniéndome y parándose enfrente de mí.

- Es que... joder Sara- no soy capaz de hablar, no puedo, enseguida se me vienen las lágrimas a los ojos.

-! ______!- me llama Austin, está detrás de mí y me rodea por la cintura dándome un beso en la nuca- ¿estas enfadada?- yo solo niego con la cabeza- ¿quieres que nos vayamos juntos?

- No. Me iré con Sara, ya sabes, hablar cosas de chicas y eso- disimulo, intentando sonreír pero solo me sale una mueca, Sara que está delante de mí, me mira con confusión y preocupación.

- Está bien. Pues luego hablamos- se pone delante de mí y me da un beso en los labios, yo no puedo evitar no disfrutarlo y me maldigo por dentro- Adiós Sara- ella se despide también de él y nos quedamos viendo cómo se aleja.

- Ahora, ¿me vas a explicar qué coño pasa?

Yo solo asiento con la cabeza. Nos vamos a mi casa y en cuanto nos sentamos a hablar del tema, comienzo a llorar. Sara es mi amiga de toda la vida, ya lo he dicho, y aunque no me guste llorar delante de nadie(a pesar de hacerlo) con ella es con la que menos me importa. Se lo cuento absolutamente todo y ella me mira sin poder creerlo. Cuando termino con mi relato, ella se queda con la mirada fija al frente y flipándolo. Yo logro tranquilizarme, pero aun así se me escapa alguna lagrimita.

- Que fuerte- repite por quinta vez- ¡Que grandísimo hijo de puta!- grita reaccionando al fin- es que... lo cojo y- comienza a hacer cosas con las manos como si estuviese ahorcando a alguien- Dios, ¡lo mataré! Asqueroso, cerdo. ¡Y yo pensando que de verdad le gustabas! Maldito hijo de puta, pero ya verás... ¡arg! Que rabia, joder.

- Lo sé. No puedo creer aunque haya jugado conmigo así. Dios ¡soy tan *beep*!

- No. Tú no eres ninguna *beep*. El *beep* es él que no sabe lo que se pierde con hacerte algo así.

- ¡Es que confié en él! Y mira con lo que sale... - reprimo las ganas de seguir llorando y Sara solo se acerca a mí y me abraza, y así nos quedamos un buen rato.

- ¿Qué vas a hacer?

- Dejarle, por supuesto. No quiero nada de esa... cosa.

- ¿Sólo eso? - yo le miro confusa.

- ¿Y que más quieres que haga? Mañana en cuanto lo vea le digo sus tres cosas y lo mando a la mierda.

- No. Tienes que hacer algo mejor que eso- dice poniendo cara de malvada.

- ¿Cómo qué?

- Tienes que humillarle. Tienes que dejarle claro que contigo no se juega. Ese cerdo se tiene que arrepentir el resto de su puta vida de lo que te ha hecho. - y lo dice con tanta rabia que se me comienzan a pasar ideas por la cabeza de cómo hacerlo.


Y así... el tiburón se enamoró del pececito (Austin Mahone y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora