El olor del agua salada la había despertado en un lugar completamente distinto en el que estaba. Por alguna razón era lo único que recordaba, ni siquiera su muerte, ni que estaba muerta. Pero al ver a Caronte parado en el muelle ella ya sabía dónde estaba. Su entrada al inframundo era en una cueva en la que lo único que se veía era la entrada al rio Estige.
Maveve había guardado los dracmas que habían encontrado mientras buscaban a Medusa, menos mal que lo hizo. Ya que con ellos le pudo pagar a Caronte para que la lleve en su barca.
Él era la definición exacta de muerte, no parecía tener energía vital, nada. Simplemente la miró y extendió la mano. Maeve le dejo las monedas y giro su cabeza hacia la punta de la barca y Maeve asumió que tenía que subirse y lo hizo.
La incomodidad que manejaba no se podía explicar. Sobre todo para ella que habla hasta por los codos. Eso era algo que extrañaba mucho, tener alguien con quien hablar. Se sentía tan sola, claro que Caronte no ayudaba mucho, su silencio era tan denso que Maeve tenía miedo de romperlo así que simplemente se dedicaba a observar a sus alrededores.
Podía ver muy a lo lejos las islas de los bienaventurados, los campos de Elíseo y deseaba estar ahí con todas sus fuerzas. Sus sentimientos eran totalmente contrarios con respecto al tártaro. No estaba segura si le gustaría ver lo que pasaba o prefería quedarse con la duda, el gigantesco muro tenebroso que tapaba la entrada había tomado la decisión por ella, ese sería otro misterio que no podría resolver.
Una vez que llegó al juicio de las almas se despidió de Caronte y se bajó, por supuesto que este no le contestó y se fue de inmediato al muelle. Ella avanzó y se encontró con un lugar inmenso. En el medio de la arena de lo que parecía ser un estadio, se encontraban los 3 jueces y la persona que se sometía al juicio.
*Que perverso, miles de personas viendo cómo está pobre alma va a ser juzada, típico.* - Maeve pensaba mientras subía las escaleras del estadio - * ¿Cuantos escalones debe tener esta cosa? A ver si encuentro un hueco para sentarme* - observó fila por fila hasta encontrar un asiento vacío - *Ahi al lado de la chica esa* - se acercó a ella y le dijo:
- ¿Me puedo sentar?
La chica parecía de la misma edad que ella, así que eso la tranquilizó un poco, su pelo color cobre parecía flotar en el denso aire y sus rizos le daban la sensación como si la conociera de antes.
- ¿Recién llegas? - le preguntó la chica
- Si, que viaje eh, no es algo que se acostumbra a ver.
- Ni que lo digas. Ya llevo 4 días y medio y no veo la hora de irme.
- ¿4 días y medio? que lento que se me va a hacer esto.
- Eso es rápido, hay almas que tardan meses y si tenes suerte pasas antes. Me llamo Vera, ¿vos?
- Maeve
- Un gusto Maeve, háblame de vos.
- ¿Que queres que té diga?
- Nose entreteneme, a ver yo empiezo. Me llamo Vera y soy una semidiós. ¿Vos?
- Tambien, mi mamá es Vesta.
- Uhh Romana. Mi papá es Hefesto.
- Ahh Griega eh, ¿como es que llegaste acá?
- Y... me morí.
- Ya se chistosa, ¿pero como comiste?
- No se me vienen flashes de vez en cuando, tengo que ir armando las piezas todavía, pero creo que fue en invierno, Julio. Si Julio - dijo Vera mientras iba recordando.
- Yo no tengo idea de la mía. ¿Cuanto tiempo tardaste hasta que te acordaste de eso?
- Apenas me desperté sentí frío, después el cuándo vino hace unas horas, creo. No se, el tiempo no es igual acá que en la tierra.
- Me imagino, igual ahora que lo decís yo desperté con un olor a mar. Agua salada creo. ¿Habré muerto ahí?
- Todo es posible. Espero que no tengas arena porque me da mucho asco.
- Jajajajjaja nono, si no tengo cuerpo bolida.
Ambas rieron por el chiste tonto que había hecho Vera.
- Pensar que nosotras estamos hablando re tranquilas cuando en realidad estamos muertas. Nuestra vida terminó, hay tantas cosas que no hice, tantas cosas que no le dije a mi hermano.
- ¿Tenes un hermano? - preguntó Vera
- No lo se, creo que si. No se porque dije eso.
- Como te decía... pequeños fragmentos de recuerdos. Yo no creo que tenga un hermano, o hermana.
- Tengo un hermano - dijo Maeve con una sonrisa de punta a punta, siendo tan feliz por saber aunque se un pequeño pedazo de su historia, su familia.
- Vera Kellerman - dijo Eáco llamándola al estrado.
Maeve le deseó suerte y le dijo que iba a estar todo bien. Vera confió en su palabra dándole esperanza.
La caminata por las escaleras se le hacía muy corta, el momento por el que se venía preparando estaba cada vez más cerca y eso la ponía muy nerviosa. Por dentro quería llorar de la angustia y los nervios que le daba la situación. Su pulso aceleraba cada vez más y sus manos temblaban de una manera que jamás había sentido. Sus 15 años en vida no se comparaban para nada con la eternidad.- Vera, hemos visto tus antecedentes. No has cometido ninguna falta hacia el Olimpo ni a los dioses. Te devolveremos tu memoria para discutir sobre tu vida.
Abrumadores recuerdos llegaron a la mente de Vera, primero vio a una mujer muy dulce, tenía el cabello como ella, color cobrizo y con unos rizos que parecían acompañar sus ojos marrones de manera perfecta. Luego vió un chico de su misma edad, de cabello corto y oscuro pero con pecas debajo de sus ojos que por alguna razón le daban mucha ternura. Así los recuerdos venían uno por uno hasta que terminaron.
- Robaste y mentiste - dijo Minos - pero para sobrevivir.
- No lo hice solo por mi. Vivíamos en un lugar muy pobre con mi mamá y a veces no nos alcanzaba la plata para comer. No tenía de otra.
- Ganártela - dijo Radamantis
- Lo hacia, trabajaba más de 8 horas diarias en el taller del barrio pero aún así no me alcanzaba, pero no herí a nadie en el proceso.
- Hay algo muy interesante del día de tu muerte - dijo Éaco
- ¿Que es? Todavía no recuerdo esa parte.
Éaco extendió su mano y una escena iluminó el estadio. Vera creía que eso era algo privado, no algo que todo el mundo debería ver, pero aún así no le importó, en lo único que podía pensar era en ver cómo había muerto.
Se vió a ella tirada en la nieve, parecía que convulsionaba con los ojos abiertos y sus labios violetas. En un costado se lo veía correr a Eriseo, su mejor amigo, en el momento en el que la vió tendida en el suelo. La tomó en sus brazos y la apoyó en sus muslos, agarrándole la cabeza mientras lloraba desconsoladamente. Vera rompió en llanto al ver a su amigo así y a ella muerta, pensando en loq je sufrió su amigo por su culpa.
- Estamos en duda Vera - dijo Minos - pero salvaste al mundo de Tifón y por eso creemos que tus acciones positivas superaron a las negativas.
- Campos de Elíseos - Dijo Radamantis. - puedes irte. - hubo una pausa hasta que finalmente dijo - Pasa al estrado Maeve Clarson
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Leah Jackson y el rescate de las almas
FantasyDos campamentos, dos lidéres, 2 almas que rescatar. Mientras ocurre el juicio de las almas, Maeve se encuentra con Vera, una chica del campamento mestizo y juntas descubrirán la similitud entre ellas. ¿Podrán escapar? Solo el poderoso Hades lo dete...