III Vera

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Maeve siguió el camino de su nueva amiga Vera, bajó las escaleras y se acercó al centro de la arena, en frente de los jueces.

- Te devolveremos tus recuerdos así tu viaje estará más cerca de su fin - dijo Radamantis

Una especie de película se reprodujo en la mente de Maeve, se vio a ella, almorzando con un padre y su hermano en lo que parecía ser su casa. Otra escena vino a su mente, ella y una chica de su misma edad, su mejor amiga Callia, estaban en lo que parecía ser la cocina de un comedor cocinando. Las imágenes siguieron hasta que de repente terminaron.

- Muerte heroica, te sacrificaste para que tu hermano viviera y salvaste a Andrómeda - dijo Éaco y extendió la mano, desplegando la escena de su muerte.

Se la veía cuando extendió la cabeza de Medusa petrificando al Kraken y unos de sus tentáculos la golpearon ocasionando que se choque con una roca. Luego Callia corrió hacia ella y la imagen se detuvo.

- Campos de Eliseos - dijo Minos - puedes irte.

Maeve aliviada salió del estadio y allí estaba Caronte, esperándola en su barca. Tuvo que darle más dracmas para que acceda a llevarla y así fue como la barca dio la vuelta rumbo a los campos de Eliseos. Ya con sus recuerdos de vuelta en su mente, estaba triste. Después de todo estaba sola, claro que se había hecho una nueva amiga pero no tenía a su hermano, ni a su padre tampoco a sus amigos del campamento júpiter, Callia, Tristan, Evan, Rachel y Ángela. Por lo menos no estaba en el tártaro, todo era mejor que esa opción, así que por eso estaba agradecida.

Después de un rato la barca se detuvo y Maeve se bajo. Delante de ella pudo ver un hermoso campo iluminado por la luz de un aparente sol. Un suelo fértil lleno de flores y distintos tipos de plantas le daban ese toque perfecto por el que los campos de Elíseos eran tan característicos. Dio vuelta su cabeza para ver por ultima vez a Caronte pero este ya se había ido, en cambio observó la oscuridad que tenía el inframundo, ya se había acostumbrado en el tiempo que llevaba allí por lo tanto no se había dado cuenta de los triste y gris que este era.

Se adentró en los campos de Elíseos, sintiendo con la punta de sus dedos el pasto sedoso y el olor de las flores hermosas. Podía ver a las distintas almas que habitaban los campos, muy a lo lejos estaban algunos héroes antiguos, no pudo identificarle los rostros pero por la forma en que vestían lo supuso. Comenzó a caminar por los campos, mirando hacía todas las direcciones maravillada por la tranquilidad que le daba estar ahí, el sol que iluminaba el césped le daba tanta vitalidad, no podía entender como un lugar tan hermoso y pacífico se encontraba en el medio de un lugar tan tenebroso como el inframundo. Gobernada por sus pensamientos se chocó con una persona.

- Uy discúlpame no te vi.

- ¿Maeve?

- Ay Vera que suerte que te encontré.

Ambas se abrazaron felices de ver una cara conocida.

- No pensé que te iba a encontrar tan fácil - dijo Maeve

- Que suerte que te asignaron los campos de Elíseos.

- Ni lo menciones, no hubiera podido estar en otro lugar, es tan lindo.

- Si, ya extrañaba el sol. Ay podemos hablar de nuestras vidas, decime que te acordás.

- Si me devolvieron mis recuerdos en el juicio. ¿De que podemos hablar?

Las dos caminaron al mismo paso recorriendo los hermosos campos.

- Tengo un mejor amigo, se llama Eriseo, nos conocimos en el barrio, ambos éramos de la misma zona y después cuando fuimos al campamento mestizo nos volvimos más cercanos que nunca. Ahí hicimos nuevas amistades.

- ¿Eriseo? me suena ese nombre pero no se de donde. Bueno mi hermano se llama Myron y los dos fuimos al campamento Júpiter. Ahí también conocimos nuevos amigos, especialmente a mi mejor amiga Callia.

Habían dos casas cerca de ellas, voltearon para ver si había más pero no. Vera entró a una que le llamó mucho la atención era como la de sus sueños. Era una cabaña hecha con una madera tan hermosa y oscura, de unos 2 pisos. Decidió entrar y había una grande y hogareña chimenea en donde el fuego parecía darle una vitalidad tan inmaculada a la casa, se sentía en casa. Siguió recorriéndola, fue a la cocina y al cuarto de huéspedes y luego al segundo piso. Allí había una habitación que en el momento en que la vio supo que ese sería su cuarto. Esa casa era como ella, no era perfecta pero tenía ese fuego que le daba vida, y que iluminaba cualquier lugar en el que esté.

En la casa de al lado estaba por entrar Maeve, era una casa de un estilo completamente diferente, pero aún así mantenía esa misma vibra hogareña

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En la casa de al lado estaba por entrar Maeve, era una casa de un estilo completamente diferente, pero aún así mantenía esa misma vibra hogareña. Era de colores terrosos y una puerta marrón de una aspecto antiguo. En su interior había un chimenea en el medio de una pared de libros, eran tantos los que habían que Maeve podría pasar años tratando de leerlos que no terminaría. Habían muchas plantas al rededor de toda su casa, especies tan raras, de esas que son muy difíciles de encontrar y que Maeve había tratado en reiteradas veces de hallar.

Encontró un rincón de su casa que le fascinó. Había una hermosa ventana al estilo francés que tenía un pequeño escalón en donde había almohadones para sentarse. En ese momento se vio a ella, leyendo los miles de libros que tenía la casa allí. En ese perfecto rincón.

De pronto se escuchó como tocaban la puerta y fue a abrir

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De pronto se escuchó como tocaban la puerta y fue a abrir.

- Linda casa vecina, me pregunto como serán la de los demás.

- Pasá que después quiero entrar a la tuya eh, me muero de curiosidad.

- ¿Preparo un té?

- Dale - Maeve se sentó en el sillón - que como sillón que tenes.

- Viste, y ni te cuento mi cama, los colchones estos no se que tienen pero son buenísimos.

- Si algo no extraño es el colchón del campamento, no se compara con el de mi casa.

- Ni hablar, parecen de nubes. - dijo Vera mientras esperaba que la pava se caliente.

- Todavía no me acostumbro a esto.

- Yo tampoco, igual no me imagino que haría acá sola, por lo menos te tengo de vecina.

- Menos mal, ya bastante que extraño a mi familia y amigos, si no te tuviera a vos me moriría de vuelta del aburrimiento.

- Lo mismo digo, ¿ qué estarán haciendo mis amigos ahora?

- Me pregunto lo mismo.

Leah Jackson y el rescate de las almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora