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en las dos horas que llevo despierta me han suministrado unos seis sedantes para poder dormir, pero ninguno ha hecho efecto en mi sistema, parece somo si fuera inmune.

— eres la primera paciente que nos ha dado más trabajo dormir — un enfermero se sienta a mi lado en la silla metálica.

— no tengo la culpa que mi cuerpo combata contra lo que me suministraron — hablo arrastrando las palabras.

Una carcajada retumba por la habitación, y me percato del color peculiar de sus ojos, son de un color violeta intenso. Cuando se percata de mi mirada, su semblante cambia a uno serio y espeluznante.

— en el laboratorio ocurrió un accidente haciendo que algunos que se encontraban allí les afectara algunas partes de su cuerpo, como en mi caso cambio el color de mis ojos — se levanta de la silla y se acerca a paso amenazante a mi lado.

Uno de sus dedos juega con algunos mechones de mi cabello mientras el otro recorre mi rostro y cuello, cada toque suyo hace que quiera arrancarle la cabeza, pero no puedo hacer nada solo dejar que haga lo que quiera, sin embargo, luego cobrare todo.

— sabes, me contaron que antes de venir al subterráneo te pusiste muy violenta arriba, matando una persona, si quieres te puedo enviar al infierno para que mates a un par de ratas y te estés más tranquila. — el recuerdo de lo dicho por venus hace que un escalofrió recorra mi cuerpo.

— púdrete, y quita tus asquerosas manos de encima — me remuevo lejos de su toque y su sonrisa crece más, aunque tenga la máscara de oxígeno hago lo posible por hacer que me entienda

— me gustan los retos — susurra en mi oído haciendo que su aliento choque con este. — no quiero usar la violencia, pero si te pones agresiva ya será otro cuento — sus manos comienzan a recorren mis piernas y cada vez que intento alejarme, las correas me lastiman haciendo que muerda mi labio para no gritar — nadie vendrá a tu rescate, solo estamos tu y yo preciosa.

De un momento a otro la máscara desaparece de mi vista, veo al causante de esto y me percato de su nombre escrito en su uniforme.

Raúl como sé que se llama delinea con su dedo mis clavículas, y quita la sábana blanca que cubría mi cuerpo maltratado por lo ocurrido en este horrible psiquiátrico.

— si te portas como una buena niña, de pronto te desato y te doy un paseo, y considerare que desquites tu furia con aquel imbécil que te hizo esa fea cicatriz en tu rostro angelical — mi cuerpo hormiguea por la furia que estoy sintiendo.

Lentamente comienza a quitar las dos correas que se encuentran en mi estómago, siento alivio cuando me libera de estas, pero aun sigo atados a las demás que presionan mi cuerpo. Su mano se cuela por debajo de mi blusa y con la otra acaricia uno de mis pechos por encima de las correas, mis manos se vuelven puños clavándome las uñas en las palmas de estas y el dolor y ardor que causa logra por un momento distraerme del escenario en el que me encuentro, las lágrimas y un sollozo se escapa haciendo que el demonio que se encuentra con sus manos en mi cuerpo, se detenga y lleve estas a mi rostro acunándolo y limpiando el agua salada que cae de mis ojos.

— preciosa no llores, si supieras que fea te ves no lo harías, no te estoy haciendo nada malo vamos a disfrutar los dos — una sonrisa maniaca invade su rostro, creo que este enfermero debería ser otro paciente de este peculiar psiquiátrico, sé que no está bien de su mente la esencia que desprende lo hace ser peligroso y un loco en todo el sentido de la palabra.

—  está bien — una idea surca por mi mente y decido ponerla en práctica — cooperare, pero si aflojas un poco las correas, siento como escuezan mis extremidades y es un poco molesto si quiero disfrutar de todo lo que me vas a brindar.

Se ve un poco inconforme con mi propuesta, pero luego veo como procede hacer lo que le pedí, cada musculo gritan de alegría.

Como mis piernas están separadas en cada esquina de la camilla, le da mayor accesibilidad a mi piernas y sexo, toma todo de mi mantener mi autocontrol para no estropear mi plan, solo tendré una oportunidad.

En cada una de mis piernas hay tres correas que las atan impidiendo mi movilidad, pero ahora solo hay dos que son en mi tobillo y muslo dejando mis rodillas libres, sus manos acarician cada espacio de mis piernas por encima de mi pantalón, y van subiendo por mi abdomen esta dar con mi cuello, su boca deja besos húmedos en este y es el momento de actuar, en un ágil movimiento sin importar el dolor, alcanzo un pequeño bisturí que se encontraba en uno de sus bolsillos y comienzo a cortar el cuero que ata mi mano, al aflojar las correas, el idiota no pensó en la posibilidad de que mi mano se pudiera mover con facilidad.

No sé de dónde saco tantos trucos, pero son como si ya supiera en qué momento aplicarlos, solo viene a mi mente y el resto mi cuerpo actúa por sí solo, y es excitante y fascinante como se planea en segundos en mi cabeza.

Mis dedos agarran con fuerza el objeto y comienzo a dar pequeños cortes sin que se dé cuenta el demonio que sigue besando mi cuello y hombros.

Un jadeo de sorpresa sale de mi cuando siento su mano abrir paso por debajo de mi pantalón, acelero los cortes en la correa, no sé cuánto tiempo pueda durar antes de perder mi autocontrol. Las ganas de bañarme de su sangre son tan grandes que de un momento a otro me encuentro liberada mi mano y comienzo a cortar la siguiente correa.

— no creo que me pueda controlar más preciosa, vas a ver el cielo y el infierno si es necesario, te va a gustar.

Creo que el que va, pero directo para el infierno será otro y será para siempre, el pensamiento en mi cabeza me hace sonreír, haciendo que Raúl de un movimiento ataca mi labio, al principio me sorprendió y cuando sentí su lengua saquear mi boca, las ganas de vomitar y arrancarle la lengua casi me controlan por un segundo y suelto su lengua haciendo que su boca se despegue de la mía, el sabor metálico se siente en mi garganta al pasar saliva.

— ¡¡ me encanto lo que hiciste!! — la poca sangre que salía de su labio fue limpiada por su dedo haciendo que el demonio la deguste como si fuera un dulce manjar de primera calidad.

El movimiento de mi mano cortando hace un sonido no tan fuerte, pero con el silencio que se instaló en la habitación puede llamar su atención, pero antes de que eso suceda, llamo su atención.

— puedo hacerlo mejor si quieres — mis palabras hacen que sus pupilas se dilaten y se acerque como si de una presa me tratara, lamo mis labios haciendo que su atención se pose en estos y el sonido del metal con el cuero siendo cortado quede sepultado por el beso apasionado que nos estamos dando, mientras sus ojos están cerrados los míos se abren para ver el panorama y volver a recordar el plan. Cuando menos lo espero siento como mi labio inferior es torturado por sus labios no de una manera sensual o romántica sino dolorosa, sus dietes rompen mi labio y la sangre sale de esta manchando mi barbilla y blusa, antes de poderla limpiar con mi lengua, el enfermero se adelanta y pasa su asquerosa lengua por mi herida y el pequeño camino de sangre.

De un momento a otro Raúl se aleja unos pasos y me da la espalda y es mi momento para pasar el bisturí a mi otra mano, para hacer el mismo procedimiento con las correas, antes de que se dé cuenta de mis movimientos, me acomodo de modo que no vea las rotas correas, miro al techo mientras intento tranquilizar mi respiración, cada pequeño movimiento que dé es un gran avance y un gran infierno si se llega a dar cuenta.

Cuando siento un peso en mis piernas retiro la vista del techo para ver el causante de aquel peso, el demonio se encuentra sentado en mis muslos, va sin camisa dejando su torso al aire, su piel es pálida y me encuentro pensando cómo se sentirá mancharla de sangre y no de cualquier sangre sino la suya.

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Capítulo dedicado a Gyangu- Bellina333

Doble actualización.

PSIQUIÁTRICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora