10 (PARTE 1)

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Siento como si miles de agujas traspasaran mi cuerpo, me quejo del insoportable dolor que estoy sintiendo, mi garganta arde al pasar saliva, y mi boca parece como si estuviera cosida, mis parpados revolotean para abrir los ojos poco a poco, pero la hinchazón de estos me lo pone difícil pero no imposible.

Cuando logro abrir mis ojos, lo primero que veo es el techo blanco de mi habitación, y escucho los pasos de los pacientes en el pasillo, no puedo mover mi cuello, pues este esté atado con una delgada correa como si fuera un puto perro.

Estoy muy incómoda y me pica la punta de la nariz, pero mi cuerpo está más atado que cualquier otra cosa, me frustra no saber cómo hacer para satisfacer a mi pobre nariz que sufre por la molesta picazón que tiene.

Con mi lengua intento alcanzar mi nariz, pero es casi imposible. Estoy tan concentrada en mi nueva tarea que me asusto cuando la puerta es abierta abruptamente y por esta entra el viejo canoso del cual ni se su nombre.

— cada vez me sorprendes más, por esa razón, no te castigare y te daré una segunda oportunidad, siéntete afortunada, ya que serás la primera a la que le muestre un poco de misericordia.

— puedes meterte tu misericordia por donde más te quepa — el esfuerzo que hice hace que mi garganta duela un poco más.

Su risa se escucha seguido de un ardor en mi mejilla causada por la bofetada que me acaba de dar, siente el sabor metálico en mi boca y volteo mi rostro para ver al viejo.

Su rostro se acerca demasiado y puedo ver cada arruga de su viejo y asqueroso rostro.

— sabes pequeña, no me he presentado como es debido. — se aleja y dejo escapar todo el aire acumulado por su cercanía. — mi nombre es Héctor, y estoy encantado de tenerte en mi psiquiátrico.

Vuelvo a ver un punto fijo, sin prestar atención. Escucho como habla, pero mi mente las silencia.

Pasan los minutos y me vuelvo a quedar sola en la fría y solitaria habitación donde el silencio es relajante como aterrador, pienso en todo y a la vez en nada, hasta que la puerta es abierta y por esta entra Allison acompañada de Venus.

— nos preocupaste mucho — Allison se acerca con una bandeja de comida, mientras venus sostiene una tableta de pastillas, las cuales me tendré que tomar.

— sabes, cuando me dijeron que te habían llevado al laboratorio, pensé que no te volvería a ver y peor aun cuando se corrió el rumor de que un paciente que se encontraba en el laboratorio había muerto y otro había intentado escapar. — lo poco que he convivido con venus me he dado cuenta que es una chica muy fuerte y a la vez sensible, pero sobre todo muy leal.

— no iba a dejar que se deshicieran tan rápido de mí, todavía no llega mi tiempo de ir al verdadero infierno.

un silencio incomodo reino entre nosotras, hasta que Allison decide romperlo contando un poco de su hermano.

— hasta hace unas horas fue trasladado en una habitación de este mismo pasillo, todavía no he podido ir a verlo, pero estoy un poco nerviosa. — deja la bandeja de comida a un lado y sus manos se pasan por su uniforme.

— no estés nerviosa, creo que tu hermano estará igual de contento por volverte a ver. — intento animarla, pero no s si soy buena en esto.

El resto del día se pasó entre charlas relacionadas con lo que se rumoreaba en con respecto al laboratorio, y cuando el ambiente se sentía tenso, venus intentaba animarnos con sus chistes malos, y se lo agradezco pues mi día fue un poco más llevadero.

Cuando volví a quedar sola, intente descansar, pero mis parpados revoloteaban de un lado para otro sin poder conciliar el sueño, un suspiro cansado sale de mi boca, gracias a que Allison quito la máscara de oxígeno ya tengo un poco más de libertad en esta.

Cada segundo que pasa me aburro más, pero como soy una persona que le pasa de todo, mi aburrimiento se convirtió en un calambre horrible que recorría toda mi pierna izquierda.

Me comencé a mover inquieta, pero solo empeoraba la situación, pasaron los minutos y horas hasta que en algún momento el calambre desapareció.

Cierro mis ojos para descansar un poco y gracias a dios, pude empezar a sentir como los brazos de Morfeo poco a poco me iban atrapando. La tranquilidad cala cada fibra de mi ser sintiendo como floto libre, sin cadenas que me aten y sin demonios que me persigan y corrompan el poco bien que me queda.

Por un momento siento la verdadera libertad, por un momento me permito disfrutar de algo que sé que no va hacer mi realidad, en ese pequeño espacio de fantasía no siento dolor alguno, la vida es muy dura y sombría para algunas personas, pero otras la ven llena de colores.

No sé qué fue de mi vida fuera de estas paredes, no recuerdo nada, pero algo me dice que no lo disfrute y solo me ate a sombras del pasado y miles de inseguridades y desconfianza.

Toda esa suavidad y tranquilidad se va consumiendo por un agujero negro que cada vez va tomando más poder sobre la paz que me embargaba, haciendo que ahora mi mente se encuentre en las remotas cavernas oscuras de la soledad y dolor.

Si este no es el infierno, entonces no sé cuál será, porque qué más infierno del que estoy viviendo día a día en este lugar.

Me permito llorar en los sinfines de la oscuridad, cubriendo mis ojos para no ver las tinieblas que llegan junto a sus demonios, y tapando mis oídos para no escuchar sus horripilantes voces que canta la agonía y pesadilla de lo que es y va a ser mi vida.

La melodía cada vez sube más de volumen haciendo que mis oídos duelan de la presión que estoy ejerciendo.

Hasta que no resisto más y con todas mis fuerzas grito un ¡YA BASTA!

Todo queda en silencio y decido quitar mis manos de mis orejas y abrir mis ojos, y veo solo oscuridad, una muy asfixiante como aterradora.

Lloro como si no hubiera un mañana y grito como si mi dolor se intensificara, pero nada de eso me hace sentir en paz, siento el vacío que consume muy lentamente cada espacio de mi cuerpo.

Caigo de rodillas en algo viscoso, pero nada importa sino solo llenar el espacio que hay en mi ser.

Por mis piernas empieza a trepar algo muy frio que me hace estremecer, intento moverme, pero parece que nada responde.

Cada vez mi cuerpo se va enredando con algo hasta que solo queda mi rostro descubierto por ese frio abrasador, ese algo comienza a ejercer presión, dificultándome el respirar. El aire no entra a mis pulmones.

No intento nada solo el dejarme llevar, ya no tengo fuerzas, la poca llama que habita en mi se está extinguiendo.

No sé cómo salir de esta miseria que tengo por vida, no sé cómo enfrentar mis demonios si soy uno peor que ellos.

El frio paso a un calor sofocante, las llamas prendieron mi fuero, literal está en llamas, el dolor del sentir como mi piel se quema es insoportable, no sé cómo describir cada llama que mi cuerpo siente, el cómo arde, duele y pica. Veo un poco lo que alcanza a alumbrar las llamas y no sé qué pensar, cientos de pares de ojos entre rojos como la sangre y naranja como el fuego abrasador que quema mi piel, ven el espectáculo que soy, con una sonrisa siniestra marcada en sus desfiguradas caras.

Mi cuerpo cae de golpe en el oscuro suelo, y las llamas dejan de consumir mi cuerpo, agonizo de dolor y la risa de aquellos demonios inunda la oscuridad, cuando pensé que no había nada peor que lo sucedido, mi cuerpo empieza a caer en picada por un enorme precipicio que se abrió debajo de mi cuerpo casi calcinado.

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Hola perdón por la demora, pero he estado un poco ocupado.

espero que les guste.

PSIQUIÁTRICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora