Cuento amarillo
Jimin viajaba de regreso a Busan. La verdad no tenía ni pizca de ganas de volver.
Él ahora vivía en Seúl, estaba en su último año de universidad y se graduaría de artes modernas.
Hacía ya cinco años que se había mudado a Seúl con su amigo Jungkook, ambos compartieron departamento, fue lo lógico ya que ambos se conocían desde pequeños, y además eran vecinos.
Por eso se le hacía más tedioso volver a su ciudad natal, porque ahora Jungkook ya no lo acompañaba, Jungkook había muerto hacía un año.
No sabía a ciencia cierta porque lo extrañaba, a decir verdad Jungkook era como su sombra, siempre pegado a él y eso muchas veces lo molesto y se lo hacía saber, pero Jungkook, aunque a veces Jimin fuera cruel, nunca se alejaba.Cuando murió en un accidente automovilístico, Jimin lo sintió de veras, pero la vida continúa y eso hizo él, siguió viviendo olvidando a su amigo.
A veces en esos pequeños momentos de soledad que tenía, se acordaba de Jungkook, y echaba un poco de menos como lo consentía.
Ahora ni siquiera estaba Jungkook en Busan para espantar el tedio de la visita familiar.
Estacionó su automóvil frente a su casa y descendió para entrar.
- ¿Jimin?, hijo eres tú, tanto tiempo sin verte. - le dijo la mamá de Jungkook que estaba en el jardín de su casa.
Jimin se acercó para saludarla.
- Hola, si hace bastante que no vengo.
- Siempre le pregunto a tu madre por tí, Jungkook te quería tanto.
Me moví un poco incómodo.
- ¿Sabes?, nos mudaremos este fin de semana, nos iremos a un pueblito cercano.
- ¿ En serio? - pregunté más que nada por cortesía.
- Si, a mi esposo lo trasladaron de trabajo.
-¡ Mmm!, suerte entonces. - le sonreí para retirarme.
- Gracias hijo, ¿no te gustaría pasar a ver la habitación de Jungkook?, a lo mejor hay algo que te interese quedarte. - lo miró muy dulce lo que hizo que recordara vividamente a Jungkook ya que él siempre lo miraba como si fuera el centro del universo.
- Claro, más tarde me doy una vuelta- lo dije más que nada para consolarla porque no tenía intenciones de ir.
- Yo voy a salir dentro de un rato, pero tú entra no más, las llaves están donde siempre.
Finalmente la dejé para dirigirme a mi casa.
- ¿Mamá?.
Una mujer menudita apareció y corrió a abrazarme, era mi madre.
- ¡Hijo estás cada día más hermoso!- y le beso los cachetes.
- Eso lo dices por que eres mi madre- la abrazó sonriendo.
Así transcurrió un rato donde charlamos y nos pusimos al día, luego ella se marchó pues debía ir a atender la cafetería de la que era dueña.
En mi dormitorio me tiré en la cama, pero no podía dormir, me daba vueltas una y otra vez la invitación que me había hecho la madre de Jungkook.
Como el aburrimiento me estaba carcomiendo decidí ir a echarle un vistazo a la habitación de Jungkook.
La casa estaba en silencio, subí las escaleras que millones de veces había subido con Jungkook y entré a su habitación, todo estaba igual, como si el tiempo no hubiera transcurrido.