cuento 4

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Cuento amarillo

Jimin viajaba de regreso a Busan. La verdad no tenía ni pizca de ganas de volver.

Él ahora vivía en Seúl,  estaba en su último año de universidad y se graduaría de artes modernas.

Hacía ya cinco años que se había mudado a Seúl con su amigo Jungkook,  ambos compartieron departamento, fue lo lógico ya que ambos se conocían desde pequeños,  y además eran vecinos.

Por eso se le hacía más tedioso volver a su ciudad natal,  porque ahora Jungkook ya no lo acompañaba, Jungkook había muerto hacía un año.
No sabía a ciencia cierta porque lo extrañaba,  a decir verdad Jungkook era como su sombra,  siempre pegado a él y eso muchas veces lo molesto y se lo hacía saber, pero Jungkook, aunque a veces Jimin fuera cruel,  nunca se alejaba.

Cuando murió en un accidente automovilístico,  Jimin lo sintió de veras,  pero la vida continúa y eso hizo él, siguió viviendo olvidando a su amigo.

A veces en esos pequeños momentos de soledad que tenía, se acordaba de Jungkook, y echaba un poco de menos como lo consentía.

Ahora  ni siquiera estaba Jungkook en Busan para espantar el tedio de la visita familiar.

Estacionó su automóvil frente a su casa y descendió para entrar.

- ¿Jimin?, hijo eres tú,  tanto tiempo sin verte. - le dijo la mamá de Jungkook que estaba en el jardín de su casa.

Jimin se acercó para saludarla.

- Hola,  si hace bastante que no vengo.

- Siempre le pregunto a tu madre por tí,  Jungkook te quería tanto.

Me moví un poco incómodo.

- ¿Sabes?, nos mudaremos este fin de semana, nos iremos a un pueblito cercano.

- ¿ En serio? - pregunté más que nada por cortesía.

- Si, a mi esposo lo trasladaron de trabajo.

-¡ Mmm!, suerte entonces. - le sonreí para retirarme.

- Gracias hijo, ¿no  te gustaría pasar a ver la habitación de Jungkook?, a lo mejor hay algo que te interese quedarte. - lo miró muy dulce lo que hizo que recordara vividamente a Jungkook ya que él siempre lo miraba como si fuera el centro del universo.

- Claro,  más tarde me doy una vuelta- lo dije más que nada para consolarla porque no tenía intenciones de ir.

- Yo voy a salir dentro de un rato,  pero tú entra no más, las llaves están donde siempre.

Finalmente la dejé para dirigirme a mi casa.

- ¿Mamá?.

Una mujer menudita apareció y corrió a abrazarme,  era mi madre.

- ¡Hijo estás cada día más hermoso!- y le beso los cachetes.

- Eso lo dices por que eres mi madre- la abrazó sonriendo.

Así transcurrió un rato donde charlamos y nos pusimos al día, luego ella se marchó pues debía ir a atender la cafetería de la que era dueña.

En mi dormitorio me tiré en la cama,  pero no podía dormir,  me daba vueltas una y otra vez la invitación que me había hecho la madre de Jungkook.

Como el aburrimiento me estaba carcomiendo decidí ir a echarle un vistazo a la habitación de Jungkook.

La casa estaba en silencio,  subí  las escaleras que millones de veces había subido con Jungkook y entré a su habitación,  todo estaba igual,  como si el tiempo no hubiera transcurrido.

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