Despertó con dolores en su brazo y espalda. La razón era obvia y la impotencia lo golpeó en el pecho, abrupto e intolerante.- ¡Severus ven aquí!- ordenó su madre desde la cocina. Se levantó deprisa y fue a por ella.
- Buenos días mamá- murmuró. Ella lo vió de pies a cabeza y suspiró con negación.
- No estás listo.
- Me quedé dormido... perdón.
La pelinegra se acuclilló hasta quedar a su altura, examinandolo con aquellos ojos cansados.
- Sev- nombró con suavidad, apoyando una mano en el rígido hombro para luego ir descendiendo hasta atrapar una de sus manos- Sabes bien que tienes que ayudar ¿Qué te mantuvo tanto tiempo en cama?
- Sólo... me quedé dormido, mamá.
La mayor apretó el agarré, mostrando clara desconfianza.
- No me mientas.
El apretó sus piernas y decayó sus hombros, era obvio que no le gustaba la situación.
La mujer lo miró más seria, apretando ahora la otra mano.
- Severus- susurró en advertencia- Mírame a la cara.
El niño levantó el rostro luego de unos segundos. Desviaba la mirada de vez en cuando al igual que mordía con insistencia su labio inferior.
- Me caí... ayer cuando jugaba me caí de camino a casa y me lastimé.
Escrutó pacientemente los ojos de su hijo, intimidado a conciencia.
- ¿Te has caído?- preguntó con delicadeza, sin despegar la mirada del menor- ¿Eso es lo que ha pasado? ¿Sólo eso?
- ...- No le creía nada, lo sabía. Pero le avergonzaba decirle la verdad. No era la primera vez que le ocurría y su madre solía molestarse.
- Pues vaya, habrá que ver la herida entonces- dijo incorporándose, batiendo su vestido para acomodarlo nuevamente- Anda, quítate la ropa. Quiero verlo.
- No es necesario, mamá. Yo...
- Que te la saques, Severus.
El corazón del niño comenzó a acelerarse y miró con súplica hacía la mujer.
- Ahora.
El chico asintió resignado a sacarse su camisa, dejando su pecho descubierto.
Era tan pálido como el de su madre, pero con la suavidad que sólo un infante podía tener. En el brazo izquierdo se veían dos moretones azulados, no tan grandes pero bastantes obvios.
- Date la vuelta.
Se mordió el labio pero acató la orden de su madre.
Tres hematomas se lucían como manchas de pintura, uno en el trapecio derecho que parecía ser el más grande y los otros dos esparcidos por el lumbar.
- Mírame, Severus- tardó dos segundos en girarse está vez- ¿Te has caído?
La mujer era estoica, mirándolo desde arriba, imponiendo ese miedo que un padre puede causar.
- No...
- Me haz mentido a la cara.
- Perdón, mamá.
Eileen agarró el hombro de su hijo y lo apretó dolorosamente durante cortos segundos, logrando sacar un quejido del chico.
- Nunca más, Severus. Jamás me vuelas a mentir- reprendió sería.
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un pecado. // cancelada
FanfictionPocos años antes de la época victoriana, dónde la reputación y el poder lo eran todo, dos niños se conocen. El tiempo pasa y el pecado consume como llamas sus cuerpos, aún si no lo quieren. > 𝚊𝚞- 𝚜𝚒𝚗 𝚖𝚊𝚐𝚒𝚊. > 𝚘𝚌. > 𝚛𝚎𝚕𝚊�...