Semanas habían pasado del último encuentro con su padre en la oficina.
Cómo se había prometido, las lecciones con el tutor comenzaron apenas el sol salió. Era bastante estricto y firme, sin mostrar compasión alguna hacia él. Sus tardes consistían en lecturas y redacciones; la esgrima, la equitación y las prácticas eran más regulares que en todos sus años anteriores. No era en absoluto divertido, pero sus padres se veían complacidos con su rendimiento y régimen de estudios.
Hasta parecía que Regulus se encontraba celoso de él por los absurdos comentarios de su madre alabando su desempeño ¡Pero si felizmente arrojaría a ese tutor de cuarta a un pozo si pudiera! ¡¿Es que no era obvio?!
A pesar de sus agotadores trabajos, era agradable cuando podía escaparse de sus responsabilidades e ir a deambular por las calles con James. Mientras volviera limpió y sin guardias siguiéndole todo permanecería en orden.
...
Justamente hoy era uno de esos tan ansiados días en los que su madre, que asistía a las elaboradas reuniones de alguna de las tantas viejas aburridas que frecuentaba, le permitía permanecer más tiempo del normal con su amigo.
– Recuerda, Sirius. No formes escándalos. Eres un Black, un heredero. Hacer el ridículo no es una opción.
– Haré lo debido, madre.
Walburga sostuvo la mirada con la de su hijo mayor, orgullosa e intimidante.
– A la mansión Potter. Nada más.
– No planeaba ir a otro lado.
La mujer asintió complacida con la respuesta y volvió a concentrarse en su reflejo, acomodando las invisibles arrugas en el vestido olivo. Aquellas semanas comenzaban a recibir la temporada de invierno, aunque la verdadera tempestad se encontraba bastante lejos aún.
– Y Regulus te acompañará.
– ¡¿Qué?! ¡Vamos, mamá! Eso no es justo. A él ni siquiera le agrada James.
– Así me aseguraré de que te comportes bien– resopló por la mueca malhumorada del pequeño– Sin berrinches, Sirius. Es eso o nada.
– No le veo la gracia. Es muy pequeño para jugar con nosotros.
– Hablas como si tú fueras el bebé– bufó por los contínuos quejidos que dejaba salir su hijo en protesta a la idea de que su hermanito lo acompañe.
– Regulus se a encontrado muy sólo últimamente. Aprovecha el tiempo libre que tienes para con tu hermano, Sirius.
El muchacho apretó sus labios y desvío la mirada, aún molesto con no poder ir sólo como las anteriores veces. Pero no soltó otro quejido hasta que su madre emprendió camino al salón de entrada.
Por otro lado, Walburga parecía ignorar hasta el más molesto chillido que soltó. No daría brazo a torcer, no pudo simplemente ignorar la petición de su hijo menor, que con ojos penosos le mencionó lo aburrido que era no poder pelear con Sirius. Obviamente le reprendió por el hecho de que extrañará algo tan vulgar, pero igualmente la mirada anhelante logró enternecer su corazón.
Al llegar a la sala, vió como Regulus se encontraba al borde de la escalera, con ambos pies bastantes juntos y la mirada en un libro que llevaba consigo hacía tres días.
Arqueó una fina ceja, pero lo dejo pasar. Con paso calmado fue hasta la puerta, dónde una doncella la esperaba con la mirada baja.
Sirius aún continuaba quejándose a su lado, mirando molesto al menor de ellos. Regulus apenas oyó las quejas comenzó a soltar disimuladas e inmaduras muecas para fastidiar a su hermano.
– Al menos sabe disimular– pensó hastiada la mujer. Sólo pedía que no le hicieran pasar vergüenza en lo que restaba del día.
Con un movimiento de manos las puertas se abrieron y seguida de ella, los dos menores la siguieron como crías.
...
– ¡Amigo!– bramó James apenas los Black pisaron la estancia. Acercándose felizmente al pelinegro y mirando con curiosidad al menor de ellos.
– Walburga, un placer volver a encontrarte– sonrió de manera agria.
– Theo– saludo a secas, ahorrándose el trabajo de mostrar sonrisitas falsas– Ah pasado un tiempo. A veces me olvidó de tu presencia en la aristocracia– mencionó elevando una ceja.
Realmente no era ni de asomo fanática de aquella familia, pero había un lazo antiguo con ellos y parecía que el mocoso Potter era el único que de verdad la agradaba a su niño.
– Deberías asistir a algún evento y mostrar ese bello rostro, en lugar de continuar frecuentando a aquellos de clase inferior. Pronto se te podría considerar como una de ellos– farfulló, mostrando la sonrisa irónica que decidió saltearse al comienzo– Me preocupa que tú luz se vea opacada por desagradables rumores y tú reputación se desplome… un poco más.
La castaña miró con recelo a la Black, ofendida por la insinuación oculta tras sus estúpidos halagos.
– Descuide– murmuró con acidez– La reputación de los Potter permanece intacta hasta con los peores susurros– sonrió cínica observando rápidamente cada rincón en el rostro de la mujer frente a ella– Sin embargo me sorprende que una señora tan imponente como usted tiemble ante insignificantes palabras.
– Hasta la más mínima difamación se debe considerar desagradable. Jamás he permitido una sola crítica en mi familia. Pero supongo que usted ya se ha acostumbrado a hacer oídos sordos. Es tan hábil en esos temas.
Ambas se mostraron orgullosas y firmes durante varios segundos, mientras que sus hijos las miraban callados.
– Regresarán a las cinco a más tardar. Se los confío.
– Espero que su fiesta sea agradable, Condesa Black.
Se despidió de la mujer, quien se retiró con el mentón en alto, dando una mirada hacia sus hijos que la interpretaron como una advertencia.
– Su madre es en verdad encantadora– suspiró la mujer, volteando para donde se encontraban los muchachos.
– Es una bruja– susurró Sirius a James, quien soltó una carcajada por el apodo con el que solía llamarla.
Regulus, quién igualmente había escuchado, le dió un golpe en las costillas, reprendiendolo por haber dicho algo tan vergonzoso. James nuevamente se rió, observando con un destello travieso al pequeño Black. El pelinegro por su parte le devolvió el gesto algo incómodo, desviando rápidamente su vista a Sirius.
– Maldición, Regg.
...
Me encuentro: triste.
El capítulo algo tarde pero seguro. Díganme algo bonito y comenten los errores de ortografía.
Besossss.
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un pecado. // cancelada
FanfictionPocos años antes de la época victoriana, dónde la reputación y el poder lo eran todo, dos niños se conocen. El tiempo pasa y el pecado consume como llamas sus cuerpos, aún si no lo quieren. > 𝚊𝚞- 𝚜𝚒𝚗 𝚖𝚊𝚐𝚒𝚊. > 𝚘𝚌. > 𝚛𝚎𝚕𝚊�...