Simplemente amigos |ArMario|

Capítulo 15

Luego de que el desfile culminará, todos los invitados no hacían más que dar comentarios positivos por el resultado de la colección del diseñador Hugo Lombardi, pues al parecer todo había sido un éxito. Durante el desfile, Armando llamó a Beatriz, avisándole que iría pronto a Ecomoda a verla. No pudo evitar escapar de los reclamos de Marcela, que por alguna razón no había parado de beber desde antes que comenzara el desfile. Pero al final, agradeciendo y despidiéndose de unos invitados había decidido que era momento de irse

–¡Mario!– Se dirigió al vicepresidente, que estaba charlando con unos invitados sobre la colección, les pidió un permiso y lo tomó del brazo alejándose unos pasos de los demás –Oiga, me voy para Ecomoda. Beatriz ya debe haber terminado el balance y quede en ir a verla

–¿A esta hora?– miro su reloj en la muñeca –¿Y si espera hasta mañana? Aún quedan muchos invitados y reporteros, señor presidente

–Marcela también se fue, y esto igual está por terminar. Los reporteros quieren hablar principalmente con Hugo, y yo necesito ese informe, sino no voy a poder dormir.

–Bueno– hizo una mueca y se encogió de hombros –No es que no quiera acompañarlo, créame. Pero incluso yo sé que sería un mal tercio si voy. Además, en su ausencia los invitados van a querer hablar con su representante, yo.– habló con una pizca de egocentrismo y se señaló

–De acuerdo, representante– dijo con gracia –Entonces, juicioso. Nos vemos mañana– recibió un asentimiento por parte del contrario –Hablo enserio. Juicioso, Calderón– recalcó señalándolo. Sabía como se podía poner en ocasiones Mario en los cócteles o en los lanzamientos

Se despidió de él y sin darle más vueltas al asunto, desapareció entre la multitud y se dirigió a la empresa.

Al llegar a Ecomoda, lo primero que hizo cuando vio a Beatriz era preguntarle cómo estaba, cómo se encontraba. La mujer, algo esquiva se limitó a responderle y le entregó en sus manos, el balance por fin maquillado. Beatriz le aviso que tenía que ir a su apartamento a estudiarlo, pero Armando sabía que no podía memorizarlo para mañana, así que le pidió a Beatriz, que lo hiciera ella. No puso objeción, pero aún así, Armando se dio cuenta que ella no estaba bien, y le preocupaba

–Beatriz, por favor, dígame, ¿Qué le pasa? ¿Qué pasa?– su mirada se mantuvo fija en ella, esperando una respuesta

–Doctor, no va a pasar nada.– su voz fue quebrada y se veía... débil –Pero, por favor, abráceme, deme un abrazo– sin esperar una respuesta de su parte, lo abrazo y Armando no hizo más que corresponderle de la misma manera

–Beatriz, yo siento este abrazo como, como esos abrazos de despedida– le murmuró con desconcierto –Siento como cuando uno va al aeropuerto y se despide de la persona a la que ama, y sabe que jamás la va a volver a ver

–Se parece mucho, doctor– pudo escuchar de su parte, sin deshacer el abrazo

–Beatriz, Betty...– deshizo el abrazo, sin alejarse de ella –Escúcheme ¿si?. Volví a ser feliz hoy, hace mucho tiempo no lo era, y hoy volví a ser feliz.– recibió un suspiro por parte de su asistente –Por fin veo un poco de luz al final del túnel. Beatriz, con este balance mañana vamos a salir adelante de esa maldita junta directiva. Con la colección vamos a poder pagar todas nuestras deudas y estabilizar todo el sistema financiero de Ecomoda. Beatriz, todo comenzó a mejorar. Y mañana... Marcela Valencia va a salir de mi vida.

Si, lo había decidido, y lo había decidido esa noche, pero no por Betty, sino por él. No podía estar con ella, no podía casarse con una mujer que no amaba y que no deseaba. Una mujer que lo único que hacía era cansarlo. No se imaginaba atado a ella, a Marcela Valencia. Sabía que sería infeliz a su lado, no conforme, ni estable, Infeliz. Y si mañana salían de la junta directiva lo único que quedaba era cancelar su matrimonio con Marcela, para sentirse por fin... bien.