Capítulo 24

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La luz del sol ya comenzaba a salir cerca de las siete de la mañana en Bogotá, e incluso llegó a iluminar el apartamento de Mario Calderón

El ex presidente de Ecomoda fue el primero en despertar.

Su cuerpo estaba boca abajo, con sus brazos tendidos en la cabezada de la cama en cruz, apoyando así la almohada donde descansaba su cabeza, cerró los ojos fuertemente intentando aclarar su vista, talló sus ojos y pasó una mano por su nuca, llevándola hacia atrás un par de veces por la posición estática en la que había estado toda la noche. La pared que tenía en frente poseía un color diferente a la de su apartamento y automáticamente su cabeza hizo ¡Click!, recordando en donde se encontraba.

De forma rápida pasó su cabeza por encima de su hombro para mirar hacia el lado contrario de la cama y lo vio. Vio a Mario durmiendo de la misma forma en la que él lo hacía hace apenas unos instantes pero al contrario de él, Mario se encontraba de espaldas a el pelinegro.

Vio sus hombros y espalda subiendo de arriba a abajo de forma continua como para que Armando se diera cuenta de que se encontraba dormido, y por la leve luz grisaza azulada que bañaba la habitación, Armando se dio cuenta que era de mañana.

Se incorporó en la cama, sentándose en esta sin abandonar su lugar, con la sabana blanca cubriendo de su cintura hacia abajo, pasó las manos por su rostro y se mantuvo en silencio, con la mirada había la nada, con los recuerdos de la noche anterior invadiendo su mente.

Pasaron como imágenes en su cabeza y mantuvo su mirada fija en Mario, quien aún se encontraba durmiendo

Y por alguna extraña razón, no se sentía mal. Se sentía bien

Dibujo una medio sonrisa a boca cerrada en su rostro y llevó una mano al hombro descubierto de Calderón con la intención de despertarlo.

Apenas toco su hombro, la ruidosa alarma del despertador de mesa se hizo presente, sobresaltando a Armando, por el susto maldijo en voz baja, y volvió a maldecir al darse cuenta de que dicho despertador se encontraba en la mesa del lado de Mario.

Comenzó a llamarlo con algo de hastió en su voz, pues ¿que peor que escuchar la alarma cuando ya estás despierto?

–Mario– lo llamó –¡Mario!– pero no se despertaba.

Rodó los ojos y apoyó una mano en el colchón para inclinarse por encima de él con la intención de alcanzar el aparato. Cuando estaba por tomarlo, Mario abrió los ojos de imprevisto por el ruido que llenada sus oídos y de manera inconsciente levantó de golpe la cabeza. Eso hizo que con esta literalmente golpeara a Armando en el rostro.

El golpe lo llevó inmediatamente hacia atrás y el ardor en su nariz se hizo presente

–¡Au! ¡Agh, Mario!– hizo una mueca de dolor en el rostro y pasó una mano a la zona afectada –¡¿que es lo qué le pasa?!

Lo vio incorporarse a su dirección con los ojos entrecerrados y una leve mueca, con una mano por detrás de su cabeza, seguramente porque sintió el golpe

Al ver a Armando y su cara que irradiaba enojo y su mano en su nariz, inmediatamente se dio cuenta de lo que había pasado, y se le fue todo rastro de sueño

–¡Perdón!– se sentó de la misma forma que Armando y llevó ambas manos hacia arriba –Perdón, perdón, fue sin querer, en serio.

Armando frunció el ceño, mirándolo mal y refunfuñó en voz baja.

–¿Que no escuchaba el despertador?– le cuestionó viendo la palma de su mano por si no le había roto algo

–Porque lo escuche fue que me desperté– respondió tomando el despertador y apagándolo enseguida –Ya, ya. Mire, ya lo apague

Simplemente amigos |ArMario|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora