Simplemente amigos |ArMario|

Capítulo 30

–Y bueno... eso fue lo qué pasó.– terminó por contarle Armando

Mario asintió asimilando todo lo que acababa de escuchar, y no era tan difícil. Tenía sentido y lo entendía ahora

Ya sabía por qué había estado tan raro todo el día. Le dijo todo lo que había hablado con Marcela el día antes del viaje. El ultimátum que le dio. La conversación que tuvieron esa noche  para dar por terminado el ciclo de esa relación definitivamente. Y así, poner todas las cosas en su sitio y arreglar su vida antes que nada. Y le creyó cuando le confirmo que Alejandra era solo una amiga de él.

–Entonces... usted creía que yo podía estar solo divirtiéndome con usted ¿me equivoco?– interrogo Calderón sentado en su cama al lado de Armando con una botella de vino que habían destapado para mantenerse despiertos. –¿Eso le dijo Marcela?

–Si, eso me dijo– afirmó en un suspiro agotador –Y pensé mucho en ese viaje, pensé en todo– se aflojó la corbata y se quitó los lentes para disfrutar mejor la botella de alcohol –... al principio, lo creí-

–Usted si es mucho bruto ¿no?– le refutó Mario negando con la cabeza –Animal

Armando entrecerro los ojos y lo miró mal por haberlo interrumpido, dándole un empujón en el hombro.

–Pero ¿será que me deja continuar?– replicó en tono molesto  

Mario le asintió sin decir más y Armando suspiró, concentrándose de nuevo en lo que le quería decir.

–Pensé que lo que Marcela dijo de alguna manera podía tener razón.– declaró con honestidad ganándose la atención de Mario  –Porque, hay que ser sinceros, Calderón. Usted jamás ha sido serio con alguien en toda su vida– siseó con un sonrisa ganándose una mirada incrédula de su compañero –Pero... también me di cuenta de otras cosas. Y eso me ayudo mucho para mi regreso. Y para mí decisión con Marcela, no quería hacerle más daño.

Tenía claro que Marcela siempre iba a formar parte de él, de su pasado. Y su relación con ella, a pesar de haber llegado a ser tan desastrosa, siempre la iba a guardar en un lugar importante en su corazón. Y el sentimiento no podía evitar darle nostalgia.

–Pues lo felicito, de verdad.– se limitó Mario a decir pasando una mano por su rostro antes de continuar –Y... se puede saber, en todo ese proceso que tuvo, ¿que pensó de mí?

Armando soltó una leve risa al escucharlo. Y junto ambas manos pensando en su respuesta, mirando levemente hacia arriba y realizando un puchero con sus labios.

–Jmm... pues...– su rostro se formó en una medio sonrisa torcida antes de continuar –Yo llegue a la conclusión que lo que dijo Marcela, estaba equivocado.

–Pues claro que estaba equivocada.

–De hecho, me di cuenta que estaba muy equivocada.– esta vez su mirada viajó a los ojos de Mario que lo miraban con espectativa –Y también llegue a otra conclusión.– se fue levantando de la cama para acercarse unos pasos más a él que lo seguía mirando con sospecha –Llegue a la conclusión de que usted es un mentiroso.

Mario calló perplejo a lo que escuchó de su boca. Lo observó asombrado e incluso llegó a asustarse cuando Armando lo seguía observando con una sonrisa a boca cerrada

–¿Yo? ¿Y mentiroso por qué?

Armando bajó la mirada por unos segundos y luego la alzó, soltando un resoplo ante la falta de colaboración de parte de Mario.

–Le dije que pensé en todo lo que había pasado. ¿Y sabe? Para llegar aquella conclusión re memoricé absolutamente todo. Intentando descifrar si lo que Marcela decía  podía ser cierto. Y lo descifré.– cerró los ojos por unos segundos y habló con tranquilidad y seguridad. –Mario, me di cuenta de que usted jamás a mirado a alguien como usted me mira a mi.– confesó después de un rato –Que usted jamás le ha hablado a alguien como usted lo hace conmigo. Que usted jamás se ha portado con... con ternura, y conmigo lo hace. Mario, me di cuenta que usted se expresa y actúa de una forma que jamás había hecho con nadie más sino conmigo.– suspiró con una sonrisa y lo observó –Que usted a mí me demuestra que es alguien más que ese Mario Calderón que todos creen que usted es, que Marcela cree que usted es.