"Voy a matar a Mario Calderón"
No eran ni las nueve y ya había tenido ese pensamiento en lo que iba de la noche.
En realidad, no se imagino que lo primero que iba a pasar el día que se iban a reencontrar después de un mes entero sin verse, era discutir. Pero Mario no le estaba ayudando. Armando tenía esa noche muchas cosas en la cabeza, una de esas y muy importante era Calderón y en algún momento tenía que hablar con él. Pero por ahora y como un destello de realidad debía enfocarse en su visita Venezolana.
Aunque apenas cerró la puerta tras de sí, debía admitir que sí tuvo el impulso de retroceder y volver con Mario.
Después de despedirse de los empleados y de la presidente, avisando que se verían en el lanzamiento, Armando llevó a Alejandra a su hotel para que se cambiara y fue a su apartamento para hacer él lo mismo.
Al tiempo que se preparaba, pensaba mucho en lo último que se dijo con Mario. Ya le había quedado claro que Calderón estaba con la idea de que tenía una especie de relación fugaz con Alejandra, como las que había tenido toda su vida. Lo cual era absolutamente erróneo. Pero tampoco iba a correr a explicarle la situación como un desesperado, no. Desgraciadamente las cosas tomaban tiempo y tiempo era en lo que iba a convertir la noche.
Pero, maldita sea. El tipo tampoco tenía por qué haberle hablado así.
"Altanero, alimaña" pensó negando con la cabeza.
Cuando estuvo listo, llamó a Alejandra para saber si ya podía pasar por ella. Además de que ya era hora para ir al evento, pues ya estarían llegando los invitados. Con su respuesta, Armando tomó su auto y retornó frente a la acera del hotel en el que su invitada se estaba hospedando. Después de marcarle para avisarle que ya estaba abajo esperándola, se dispuso a aprovechar el tiempo y marcó al teléfono de Mario.
Espero y espero, hasta que llegó al buzón de voz.
Armando alejó el teléfono y con la mirada en el aparato arrugó el entrecejo, y con una mueca en su rostro se preguntó si quizás le estaba ignorando la llamada. Raro de pensar pues él rara vez hacia eso, pero recordando la pequeñísima disputa que tuvieron ya no le pareció tan extraño.
Aún así, él no se iba a dar por vencido tan fácil.
Suspiró pesadamente y dispuesto a oprimir el botón para llamar de nuevo, escuchó el momento en el que abrieron la puerta del copiloto de su auto. Y ahí estaba por fin su invitada con un vestido brilloso color negro.
La sonrisa de Armando fue casi instantánea y se guardó el teléfono.
–No, pero Ale. ¿Por qué me haces esto a mí? ¿Ah?, divina. Tú estás preciosa– declaró por lo alto mientras la mujer se acomodaba y le daba un beso en la mejilla, sonriéndole.
–Pues muchas gracias. Y tú, estás muy guapo.– le agarró el hombro para apretarlo suavemente mientras Armando encendía el motor. –Te tengo buenas noticias, que te van a alegrar mucho.
–Viniendo de ti, fácil. A ver, ¿qué me tienes que decir?
–Ya hablé con los socios que están interesados en que adquiramos la franquicia. Como te dije antes, me convenció mucho todo lo que vi y lo que discutí con Beatriz y todo se los conté. Ahora me dicen que tengo la última palabra, y según cómo salga hoy el lanzamiento, sería seguro el cierre del negocio.– explicó tranquilamente al tiempo que Armando asentía a lo que escuchaba. –Yo estoy muy segura que así va a ser, Armando.– posó su mano en su antebrazo, en un gesto cálido.
Armando no pudo evitar reír levemente. –Yo te dije que no te ibas a arrepentir. Y estoy seguro que lo que verás hoy te va a fascinar. Beatriz es alguien muy brillante y no va a defraudar, te lo puedo asegurar.
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Simplemente amigos |ArMario|
Fiksi PenggemarTodos conocían la inseparable amistad de Armando Mendoza y Mario Calderón. Porque eso era ¿no? Solo una amistad, una simple amistad; Al menos el hijo de los Mendoza siempre lo considero así. Pero... ¿También era así para su amigo, su socio, su com...