Lo jodi.

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No sé, quizá es el día, el clima, la música o que estoy frente al horrible café que te gustaba, me pregunto si nos hizo falta sentarnos una vez más aquí, como cuando empezábamos a gustarnos y nos reímos de lo horrible que estuvo la cena. Destapo una cerveza a tu salud y no encuentro las respuestas, sigues sin regresar a mi cama y lo único que pienso fue que la cagué en serio, yo que tanto me cansé de decir que iba a cuidarte ese corazón terminé por joderlo. Y lo único que tengo ahora es la esperanza de que tal vez aún te queden unas poquitas ganas de perdernos un fin de semana, coger como locos, leerte poesía al terminar, pedirnos pizza y no querer salir del cuarto. No sé, quizá un miércoles te levantes con mi recuerdo atravesado en tu cabeza, en tu corazón y en tu futuro, porque a pesar de todo, este imbécil te quiso como a ninguna otra, pero las equivocaciones algunas veces se pagan muy caras, y ahora, desde que te fuiste no he podido encontrar la puta calma. No sé, pero ya estoy hasta la chingada de soñar con el sabor de tu boca, estoy hasta el carajo de pensar en llamarte a las tres de la mañana, porque pude haberlo hecho mejor, porque ahora le sonríes a algún extraño que se ha ganado mi lugar, porque no tenía derecho a romperte a pedazos y siendo sincero te extraña hasta mi cama, porque pude haberlo tenido todo contigo y al final lo jodí.

Toloaches, Mezcalez y RomancesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora