Claudia estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaba Sabela y Marta, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Natalia.Había pasado un año desde que ella llegó y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Resultó que Natalia era una estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Carla haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Marina las cosas eran casi iguales, lo del empujón quedó en el olvido y Natalia se comportaba como la hermana mayor de mi hermana. Pero conmigo, ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Marina, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la
palabra solo cuando era necesario y trababa en lo posible de no estar en la misma habitación que yo.¿Acaso olía mal? ¿Era fea? ¿O no le agradaba?
Era vivir con un fantasma, sabía que estaba ahí, pero no lo podía ver. Era una niña despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.
Sin embargo, desde la misteriosa aparición de las galletas frente a mi puerta, cada vez que hacía un berrinche, a la medianoche unas galletas sobre una servilleta tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de galletas con chispas de chocolate existía.
La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrada, pero en realidad estaba pensando en cómo convencer a mi madre para que me dejara ir a casa de Sabela esta tarde con Queen. Seguramente me diría "lleva a Natalia". Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Marina, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que la niña pelinegra podría ser mi amiga. Error, ella JAMÁS sería mi amiga.
No me gustaba la idea de que ella fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaban la educación a Natalia y Elena. Para Navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que nosotros, y eran libres de reglas y listas de alergia y cosas que no debían hacer.
- Alba, ¿podrías decirnos de qué trata el poema? - salté de mi asiento y aparté un mechón rubio que caía sobre mi frente. Cuarenta pares de ojos giraron para verme, recordé que la abuela siempre me decía que si no sabía algo sonriera y me echara el cabello atrás con delicadeza.
Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surguir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el pelo hacia atrás, se me enredaron los dedos entre éstos.
Escuché algunas risas, pero la más fuerte era la de Alicia, que estaba sentada junto a Natalia. Ella le susurró algo al oído y se rió más fuerte, pero a Natalia no pareció hacerle gracia. Frunció el ceño.
- Te estamos esperando, Alba - me dijo la maestra, caminando hasta mi asiento con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental. Eso me molestó.
ESTÁS LEYENDO
Marry Me - Albalia
Fanfiction- Y por todo ese cariño que te tenemos, Natalia - dijo mi padre, radiante con su traje negro que fue especialmente hecho para la ocasión - queremos que formes oficialmente parte de esta familia. Así que este es nuestro regalo de cumpleaños, la mano...