Capítulo 3:

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Sabela y Marta no paraban de fastidiarme

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Sabela y Marta no paraban de fastidiarme. De un día para otro les había entrado en la cabeza la odiosa idea del primer beso. Era repugnante, yo seguía creyendo que eso era solo un método para traspasarse babas. Marta nos había confesado que un chico del colegio le había pedido un beso y se lo había dado. A la semana  llegó Sabela diciendo que consiguió que un niño le besara. Y ahora esperaban mi turno. Mis labios estaban sellados, no me besaría nada. No estaba dispuesta a correr ese riesgo, podrían contagiarme alguna enfermedad, besarse era muy peligroso. 

- Vamos, no tiene nada de malo. Es la mejor sensación del mundo, son miles de mariposas en tu estómago... - argumentó Sabela mientras comíamos helado en la terraza de mi casa.

- Y además te tiemblan las rodillas... es tan romántico - siguió Marta y ambas suspiraron a la vez. Resoplé y me llevé una gran cucharada de helado a la boca.

- No, gracias. Paso. Y aunque quisiera, jamás lograría que alguien me besara, soy Alba la tonta, Alba la torpe, Alba la inútil - podría seguir nombrando los apodos que me ponían mis compañeros, pero no quería amargarme la tarde recordando lo cruel que podían ser. Carla me decía que no les prestara atención, que nuestro padre era el jefe de ellos y que si me apetecía podía hacer lo que quisiera. Carla se estaba transformando en una chica malvada con el correr de los años.

- Bueno, entonces con alguien que no sea de nuestra escuela - me dijo Sabela y algo se encendió en su mirada. Noté que Marta estaba con el mismo rostro cómplice, se miraron y sonrieron.

- Y que esté cerca, que te conozca y que se muera por tí. ¿Se te ocurre alguien, Sabela? - preguntó Marta. Me estaban asustando, sonreían de una manera amenazadora.

- Sea quien sea, no lo haré. Sólo tengo diez años, quiero vivir mi infancia sin enredos amorosos.

- ¡Alba, es normal! - exclamaron Sabela y Marta a la vez. Que cabezotas eran mis amigas.

- ¡No lo haré! - les grité - No besaré a nadie.

- Bien, si esa es tu decisión - Marta se cruzó de brazos y miró de soslayo a Sabela, quien hizo lo mismo y se pusieron de pie.

- No beses a nadie, no te podemos obligar. Pero...nunca mencionaste si te besara alguien.

- ¡No, no, no, no! - les espeté. Las eché de mi casa y les dije con seriedad que me hablaran cuando pensaran racionalmente.

A la mañana siguiente, me encontré en el desayuno con Natalia. Desde que se cambió de escuela se había vuelto más esquiva. Intenté hablarle y decirle que haría sufrir a Alicia, pero ella parecía estar en otro mundo, así que desistí y en semanas las cosas quedaron como antes.

Saludé a Noemí, que me preparaba un tazón con cereales y le dediqué una fría mirada a Natalia como de buenos días. Sin embargo, a diferencia de los otros días, ella no se levantó y dejó su comida a medio terminar, sino que se quedó allí con la mirada perdida mirando su cuchara.

Marry Me - Albalia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora