Natalia estaba sentada en el sofá con un cuaderno y dos libros. En el otro sofá se encontraba Carlos, recitando los deberes que tenían para esa tarde. La mesa de centro estaba cubierta de comida chatarra que seguro a mí no me dejarían comer nunca, o al menos no frente mi madre, que hace unos meses se le pegó la idea de llevar una vida saludable y natural.
Natalia sonrió y golpeó con su lápiz a Carlos.
De acuerdo, la estaba espiando. Pero no era mi culpa que después de besarnos hace más de un año ella no haya hablado del tema. Volvíamos a la relación de antes, esa de los buenos días y aquí no ha sucedido nada. Ya ni siquiera sabía si tenía celos, había fingido estar interesada en otras chicas, pero Natalia me ignoraba y seguía con su vida.
Incluso tuvo un novio, sí, un chico.
Me costó mucho admitirlo, pero al final tuve que hacerlo. La verdad estaba frente a mis ojos y yo me vendaba para quedar ciega, me gustaba Natalia y no podía verlo. Aún la odiaba, a final de cuentas era una intrusa en mi casa aunque la conozca desde niña, pero por otro lado era inevitable no sentir ese hormigueo en la piel cada vez que sonreía o cuando su mirada se iluminaba y demostraba lo feliz que era. No era bueno para mi salud mental, me desvelaba pensando en por qué ya no me hablaba. Tampoco lo era para mi sistema nervioso y respiratorio, mi corazón se aceleraba de una manera increíble cuando estaba cerca de ella y me faltaba el aire cuando me decía todas las mañanas "Buenos días".
Algo andaba mal en mi. Hace unos años me habría tirado del segundo piso hasta que mi cabeza sangrara y recobrara la razón. Sin embargo, ahora no me importa mucho.
Estúpido amor que controlaba a las personas, ¿hacer que me enamorara de ella?
Estúpido, estúpido, estúpido.
Y Natalia volvió a sonreír y dejé de pensar por unos cuantos minutos.
- ¿Espiando a tu amor? - salté del susto al oír la voz de Miki en mi oído. Como estaba en las escaleras, rodé hasta llegar abajo y chocar con un ruido seco contra el suelo.
- ¿Qué fue eso? - escuché preguntar a Natalia.
No alcancé a levantarme antes de que Carlos y Natalia llegaran hasta donde yo estaba. Tirada en el suelo, con el pelo sobre la cara y con Miki diez escalones más arriba, riéndose, no era un buen momento para que Natalia me viera. Sin mencionar que ella ya sabía como lucía cada mañana, esto era peor. Carlos me ayudó a levantarme, Natalia se quedó mirando la situación y no movió ni un dedo. A veces su actitud me molestaba. No tenía ninguna enfermedad peligrosa ni tampoco iba a morderla si me tocaba.
- Gracias, Carlos - le dije cuando estuve de pie, sin el pelo en la cara.
- De nada, aunque me gustaría saber cómo te caíste. ¿Estás bien?
- Es torpe, se tropieza con sus propios pies - dijo Natalia.
Eso dolió.
Fue un comentario frío y tosco. Ni una mirada, ni una emoción.
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Marry Me - Albalia
Fanfic- Y por todo ese cariño que te tenemos, Natalia - dijo mi padre, radiante con su traje negro que fue especialmente hecho para la ocasión - queremos que formes oficialmente parte de esta familia. Así que este es nuestro regalo de cumpleaños, la mano...