- Vamos, Alba. No hagas esto - me decía mi madre, intentando controlarse, pero podía percibir en su voz que estaba totalmente desesperada tanto por la escena que estaba montando como por la vergüenza que esto le causaba.
- ¡No, no me moveré de aquí! - le grité.
Estaba abrazada a un árbol, mi padre y Natalia habían intentado soltarme de allí, pero no lo lograron. Me aferré con más fuerza y no me moví ni un centímetro. Agarraron mis pies y tiraron de mi, pero tampoco aflojé el agarre.
- ¡Solo es una escuela de verano! - me gritó Natalia. No la quise escuchar, si lo hacía me pondría nerviosa y los brazos se me volverían gelatina.
- ¡Cállate, esto es tu culpa! - exclamé.
Algunas personas se nos quedaban mirando, nos encontrábamos en la entrada de la escuela de verano para niños matemáticos en medio del bosque. Había reprobado matemáticas y si lo volvía a hacer el próximo trimestre, repetiría año nuevamente. Así que mi maestra conversó con mis padres y acordaron que asistiría todo el verano aquí para reforzar. Para mis padres y la escuela fue la solución perfecta para mi falta de voluntad con los números, para mí significaba una tortura. Podría terminar agonizando si pasaba una semana allí. Estaba segura.
- ¡¿Mi culpa?! ¿Qué tengo que ver yo? - me preguntó Natalia, tirando de mis pies. María se había unido a ayudarlos y ahora se hacía más difícil mantener mis brazos junto al árbol.
- ¡Eres más lista que yo, me haces ver tonta! - le dije. Lo decía de broma, me importaba en absoluto parecer una tonta o una chica lista, solo querían que me soltara. Pero Natalia pareció pensarlo y me soltó. Se fue al lado de mi madre y me miró con tristeza. Me había creído. Era muy débil a la hora de detectar mentiras.
- Alba, vamos. No es tan malo como piensas, harás más amigos nuevos y puede que te diviertas - me dijo María. No era tan malo si lo ponía así, lo que sucedía era que yo no quería más amigos, con los que tenía era suficiente. Y los números jamás serían divertidos.
- ¡No me soltaré, tendrán que cortarme los brazos!
- Traeré la sierra - escuché decir a Carla.
- ¡Puedes encontrar novio allí! - me gritó Marina. La pequeña Marina tenía ya doce años y en lo único que pensaba era en chicos, aún así me pareció graciosa su manera de convencerme.
- ¿Tienes problemas? - preguntó alguien. Moví la cabeza un poco y vi que era un hombre vestido de militar, era mayor y en su pecho tenía insignias y medallas.
A su lado iba un chico de tez bastante pálida y alto, aparentaba mi edad. Natalia se le quedó mirando con mala cara, como cuando se acercaba a Max, el perro de Marina.
- Es mi hija, no quiere entrar - le explicó mi madre. El hombre sonrió y me dio una mirada rápida. Sentí miedo.
- Reprobada, ¿verdad? - mi madre asintió y él miró al chico.
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Marry Me - Albalia
Fanfic- Y por todo ese cariño que te tenemos, Natalia - dijo mi padre, radiante con su traje negro que fue especialmente hecho para la ocasión - queremos que formes oficialmente parte de esta familia. Así que este es nuestro regalo de cumpleaños, la mano...