Cuando ya por fin llegamos a la heladería noté que Dani se empezó a poner nervioso.
-Mejor nos vamos...¿No os apetece mejor un MacDonals? -dijo rascándose la cabeza y empujandonos hacia fuera.
-No tío, estamos en verano, hace calor, mejor un helado, vamos Jime-dijo Calum apartándole.
-Es que...no sé...aqui me agobio mucho, mejor venimos más tarde-dijo el esta vez más nervioso que la anterior vez.
-Dani...¿te encuentras bien? -dije preocupada.
-Sisi solo que me agobio y ...
En ese momento levanté la vista y vi esa imagen...no podía ser, se me empezó a nublar la vista, se me llenaron los ojos de lágrimas y la mente de recuerdos. No creía lo que estaba viendo, era Jesús sentado en una mesa besándose y tontenado con una rubia, con otra, después de todo lo que me había dicho, no podía ser. Di la vuelta y corrí rápidamente, no sabia a donde iba pero solo quería desaparecer y estar lejos de Jesús...
-JIMENAA-dijo una voz a lo lejos, pero la ignoré y seguí corriendo.
*Narra Dani*
Íbamos por el camino entre risas y risas, nos lo estábamos pasando en grande, pero cuando por fin llegamos a la heladería vi a mi hermano con Chelo, la rubia que le tengo tanto asco, siempre que la ve siempre cae en su trampa, no se como lo hace y tampoco sé cómo mi hermano le pudo hacer esto a Jimena.
-Dani...¿estás bien?-me dijo preocupada.
-Sisi solo es que aquí me agobio y...
En ese momento vi que alzó la vista y vio esa imagen, se le empezaron a llenar los ojos de lágrimas acto seguido dio vuelta y corriendo se fue a saber dónde.
No se por que al verla así noté que me empeze a poner mal y grité su nombre con la esperanza de que regresara:
-JIMENAA
No podía dejarla así, mal, tenía que ir a buscarla. Le pregunté a Calum si me quería ayudar, a lo que cedió.
Empezamos a buscarla pero no la encontrábamos por ningún lado.
Decidimos dividirnos para buscar cada uno por un lado a ver si así había suerte y así fue. Allí estaba, en el paseo de la playa. Mientras corría hacia ella llame a Calum para avisarle de que la había encontrado, el me respondió que vale y que se tenía que ir para su casa ya que era muy tarde. Asentí y colgué el teléfono. Acto seguido me acerqué a Jimena y puse con cuidado mis manos sobre sus ojos:
-¿Quien soy?-dije con voz de pillo.
-La persona que necesito. -dijo con voz triste.
Se notaba que había estado llorando.
Me senté con ella y la abracé.