CAPÍTULO 2

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He Cheng era lo que se conocía como un mago innato para las artes oscuras.

Era el primogénito de la familia He y su padre no podría estar más orgulloso de su desempeño, así como el resto de sus socios. El mayor había crecido con las enseñanzas de su padre y de Igor Karkarov, su mentor y director del Instituto Durmstrang, haciéndolo creer que su destino era la grandeza. Todo eso, sumado al hecho de ser el buscador más joven conocido del equipo Búlgaro de Quidditch, lo hacían ser alguien siempre en la mira de los demás. Claro que a Cheng todo aquello le parecía prometedor, la fama y el reconocimiento de los demás mortifagos y la sociedad mágica en general, eran abrumadoras para un jovencito de apenas diecisiete años. Lo peor para Cheng era que perteneciendo a la casa de Galkin, no podía negarse, era el prototipo perfecto entre fuerza física y astucia intelectual.

Claro que esos no eran sus ideales.

 
Él no tenía claro el hecho de que siguieran a un loco sin nariz, que además, tenía complejo de superioridad siendo un mestizo. ¡Por qué nadie reparaba en aquello! Por lo menos Gellert Grindelwald era un mago de sangre pura —aunque no menos aterrador y loco que el Lord—, al que la gente seguía por admiración y no por miedo, como en el caso de los mortifagos. Suspiró resignado.

—No tenemos otra opción— había comentado Igor. Pero claro que la había, siempre la había.

—Lo sé.

—Deberás encontrarlo antes de que termine el torneo.

—Lo sé.

—Cheng, hacemos esto por el bien de la comunidad mágica y por...

—Iré por Tian-lo cortó el moreno—, nos vemos fuera del barco.

Igor sólo emitió un sonido de aprobación.

Todo aquello lo tenía harto, su posición ante la visita a aquel sitio era la misma que la de su hermano. Él no quería, ni tenía los mismos ideales que su padre y el hecho de que lo obligarán a hacer aquello, lo tenía más que molesto. Sin embargo, no podía hacer ni decir nada. Si bien era cierto que era un talento con la magia, su padre e Igor, aun tenían mas experiencia que él. Por eso tenía que encontrar la manera de salir de aquel embrollo sin hacer demasiado obvia su sublevación.

—Vamos, es hora de la ceremonia de bienvenida— entró al camarote de He Tian sin siquiera tocar.

—Dime de nuevo, ¿por qué tengo que asistir a ese estúpido evento?— preguntó su hermano con la misma cara de fastidio que cuando recibió la noticia del viaje.

—Porque eres estudiante de Durmstrang, porque llevas mi apellido y, porque si no lo haces, voy a cruciarte— respondió, señalando con sus dedos cada punto.

—Papá no estaría muy a gusto— respondió el menor, levantándose y alisando las arrugas de su túnica.

—Apuesto a que Igor le hará entender que fue necesario— mintió.

—Algún día podré lanzarle una imperdonable a ese viejo y, ni tu ni papá, podrán convencerme de lo contrario— Cheng deseó que ese momento llegara pronto, sino es que antes él mismo lo hacia.

—Bien. Pero mientras ese preciado momento llega, prepárate para salir— ordenó por última vez, He Tian obedeció a regañadientes—. Pensé que estarías ansioso por ver a tu novio.

—Él no es mi novio— respondió, su cara enrojecida por la mención del mitad Veela.

—Tienes razón. Para poder serlo, primero tendría que reconocer tu existencia— se burló sin llegar a sonreír, He Tian debería entender que lo que él sentía distaba mucho del enamoramiento normal.

METAMORFOMAGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora