METAMORFOMAGO

CAPÍTULO 8

Cuando He Cheng levantó la mirada nuevamente, He Tian ya había desaparecido de su campo de visión.

Al parecer, su hermano no podía aprender de sus errores pasados. Era más que obvio que iba a perderse, ya que ni él mismo estaba seguro de cómo llegar al palco de los Hufflepuff. Quizás, debió haber solicitado a Qiu más información y no solo despedirse con un “nos vemos en el partido”. No podía creer que eso le estuviera pasando a él. Intentó seguir caminando, deteniéndose lo menos posible para encontrarlo, pero de pronto, un tirón a su túnica lo hizo perder el equilibrio y ser arrastrado dentro de una de las carpas a los extremos del campo de Quidditch.

Todo había sucedido muy rápido. Pero debido a la habilidad y velocidad de respuesta de He Cheng en combate, su mano se había movido rápidamente en busca de su varita. Para cuando su espalda azotó contra una de las paredes endurecidas mágicamente, la punta de madera de Carpe, ya estaba sobre la garganta de su captor. Así mismo, su núcleo de fibra de corazón, ya estaba vibrando listo para atacar.

—Guarda eso antes de que lastimes a alguien—el aliento mentolado de Qiu le golpeó el rostro.

Inmediatamente, He Cheng bajó su varita, luciendo horrorizado por lo que estaba a punto de hacer.

—Lo siento… yo…—comenzó a disculpase, pero antes de poder proseguir, el espacio entre sus rostro se cerró.

He Cheng jamás había besado a nadie antes. Así que se había quedado estático debido a la sorpresa. Por su parte, después de rosar sus labios por unos segundos más, Qiu se había separado luciendo nervioso. He Cheng ni siquiera había podido cerrar los ojos, debido a la rapidez y fugacidad del beso. Incluso, sus piernas apenas empezaban a flaquear, presas de la adrenalina.

—Dime que te gusto de esta manera—quiso saber Qiu, mirándolo ansioso—. Porque sino es así, estoy realmente jodido.

Ante sus palabras, He Cheng tuvo la imperiosa necesidad de reírse. ¿Qué clase de persona actuaba primero y se cersioraba después? Sin duda, Qiu no dejaba de sorprenderlo.

—Tengo muchas dudas acerca de la manera en que Hogwarts, escoge las casas de sus estudiantes—y sin más, He Cheng tomó al tejón de las solapas de su túnica y lo besó de vuelta.

Para ser la segunda vez, ambos parecían más seguros de lo que estaban haciendo. He Cheng soltó la tela y se prendió de su cuello, intentando que su lengua fuera lo menos torpe que pudiese, cuando se aventuró a explorar su boca. Por su parte, Qiu cerró el espacio entre sus torsos, estrechándolo con más fuerza mientras lo rodeaba de la cintura.

Demasiado pronto, He Cheng sintió que se estaba quedando sin aire y, sin tener otra opción, liberó la boca del Hufflepuff. Ambos jadearon en busca de aire, pero sin apartar la vista el uno del otro.

Un ruido sordo a su alrededor, hizo que He Cheng apartara la vista y, solo en ese momento, reparó del sitio en el que estaban. Era la carpa del equipo de Quidditch de Hufflepuff. Incluso, Qiu llevaba puesto su uniforme. Su mueca se deformó por la sorpresa e intentó alejarse rápidamente, pero él se negó a dejarlo ir. Al contrario, sus brazos los estrecharon a tal punto que era difícil respirar.

—Tranquilo, hay un encantamiento de camuflaje—comentó Qiu susurrando contra sus labios.

—Pensé que no se podía conjurar sin supervisión—He Cheng levantando una ceja divertido.

Qiu sonrió de medio lado, encogiéndose de hombros: —Supongo que ser prefecto tiene sus ventajas.

He Cheng también sonrió, siendo muy consiente de lo que sucedía afuera de esa pequeña “burbuja”. Podía ver claramente, como los demás miembros del equipo bromeaban y jugaban, pero nadie podía darse cuenta de lo que ellos estaban haciendo adentro. Eso, lo ponía nervioso y eufórico, al mismo tiempo. Y con aquel extraño sentimiento, He Cheng se lanzó contra los labios de Qiu una vez más. El Hufflepuff lo recibió gustoso, abriendo la boca para dejar pasar su lengua.