Capítulo 1

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Adrián estaba encerrado en su habitación, no era una habitación muy grande, sólo con lo necesario para él: al entrar en ella veías una cama apoyada a la pared con un velador en la esquina izquierda y una repisa con libros en la esquina derecha y frente a la cama un mueble con su equipo de música y sus discos; la habitación era de color verde, su color favorito, y con piso flotante. Él estaba acostado en su cama, mirando al techo y pensando una vez más en aquella voz tan extraña que le salvó la vida, nunca la había escuchado antes, estaba seguro de ello; pero aun así le parecía tan familiar, tan confiable... "¿De dónde provino? ¿De quién era esa voz? ¿Por qué me habló a mí justo en aquel momento? ¿Por qué me ayudó a sobrevivir? ¿Por qué me parece tan confiable si nunca la he escuchado?". No quería decirle nada a sus padres, no quería preocuparlos con aquel acontecimiento a pesar de que las dudas lo carcomían por dentro; no tan solo preguntas sobre aquella noche sino también sobre sus padres, en los cuales, extrañamente, nunca había podido confiar completamente "¿Por qué jamás me pasa nada malo cuando estoy con mis padres? ¿Por qué ni siquiera sabía que existían criaturas como aquella? ¿Por qué nunca han querido contarme cómo nací? ¿Por qué no me han dicho de dónde son?". Todo le resultaba tan extraño: nunca habían querido contarle nada acerca de su infancia, ni siquiera el más mínimo detalle; además, no había ninguna foto de él cuando era pequeño, ni siquiera una de él cuando tenía edad suficiente para recordar cualquier foto que le pudieran haber tomado y, por si fuera poco, cada año cambiaban de ciudad o hasta de país sin motivo aparente.

- ¡Hijo baja a cenar!  – llamó Mary.

- ¡Voy enseguida mamá! – respondió Adrián, incorporándose y dirigiéndose escaleras abajo.

Al bajar las escaleras de aquella casa lo primero que tenías en frente era la puerta principal, del hogar, al lado izquierdo la cocina y al lado derecho un pasillo que se extendía, paralelo a la escalera, que llevaba a la habitación de sus padres y un poco más a la derecha estaba el comedor así como también el living, separados por un simple arco y murallas pequeñas a los lados. En el comedor se encontraba sólo la mesa para 6 personas que siempre tenían, lo cual jamás le causo sentido porque nunca tenían visitas.

- Hijo, tenemos que informarte algo – dijo Charles al terminar la cena.

- ¿Qué pasa? ¿Pasó algo malo últimamente? – preguntó Adrián, preocupado.

- Nos mudaremos nuevamente.

- ¿Otra vez? – respondió Adrián, suspirando.

- Si, te inscribiremos a una nueva escuela y no está cerca de aquí.

- No quiero cambiarme de escuela, ya tengo toda una  vida formada aquí.

- Cada año dices lo mismo, cariño – dijo Mary.

- Sabes perfectamente que no podemos hacer nada al respecto – agregó Charles.

- No papá, no lo sé... ¡Ustedes nunca me han explicado nada sobre los cambios de casa... o sobre mi infancia! – exclamó Adrián, enojado mientras se levantaba de la mesa para ir a su habitación.

Sabía que de nada servía tratar de saber aquellas cosas, ya que lo intentaba cada año sin el más mínimo indicio de respuesta por parte de sus padres, aquellos familiares cuyo pasado era completamente desconocido para él.

- ¡No hemos terminado de hablar Adrián! – gritó Charles, furioso mientras Adrián subía las escaleras para entrar en su habitación con un portazo.

Entró en su habitación, furioso, cada año era lo mismo, nunca había podido tener amigos de confianza porque siempre estaba viajando. Había ocasiones en que ni siquiera lograban estar un año entero en la misma ciudad. Se preguntaba a qué ciudad iría a parar ahora o, aún peor, a qué país; ya no lograba recordar cuantos países había visitado en total a lo largo de su vida pero ya sabía hablar y escribir 3 idiomas: Español, Inglés y Portugués. Realmente quería quedarse en aquel lugar esta vez, no porque fuera especial, simplemente quería poder aferrarse a una zona tal y como lo hacía la gente que había conocido a lo largo de su vida... tal y como lo hacía la gente normal. "Tan solo quiero ser alguien común, poder quedarme en este sitio y poder tener finalmente un verdadero amigo, alguien en quien confiar, alguien que me cuente sus problemas y yo poder contarle cada uno de los míos..." pensaba mientras abría la ventana para saltar a través de ella hacía un mueble que había apoyado en el piso bajo su venta. Al llegar al patio se dirigió al cuarto que habían transformado en el lugar de entrenamiento para Adrián. Aquel sitio era muy apreciado por él, cada vez que se cambiaban de casa lo pedía porque desde chico su padre le enseñó la importancia de poder defenderse y, a pesar de que cuando chico no le gustaba, ya se había acostumbrado. Incluso ahora le gustaba poder entrenar en él para así poder relajarse y olvidar todo lo malo que le había pasado a lo largo del día e incluso de su vida. Cuando llegó y se encerró en aquel cuarto, se dirigió sin detenerse hacia el saco de boxeo para descargarse con él y despejar por un momento sus incontables dudas, aquellas incertidumbres que amenazaban con destrozar su cordura. Sin embargo, no pudo despojarse de todas ellas y comenzó a pensar en aquel raro acontecimiento que permitió que la bestia no lo viera; aquel extraño camuflaje que logró experimentar "Me pregunto si..." comenzó a pensar cuando sus brazos comenzaron a lanzar golpes un poco más veloces de lo que nunca había podido antes.

- Que raro, me pareciera que golpeo más rápido... Bah, debe ser impresión mía – agregó después de un rato de darle vuelta al asunto.

Se fue a su dormitorio, entrando por la ventana, para tratar de dormir tras unas horas de entrenamiento. Apenas logró dormir cuando comenzó a soñar con la noche anterior, pero esta vez era distinta de algún modo: ahora sabía que había alguien al lado suyo a pesar de que no podía verlo, era tal y como le pasó al mirar sus manos aquella noche; esta vez la bestia estaba mucho más definida que antes pero no del todo aún y lograba apreciar en el fuego un intenso peligro, como si no tan solo pudiera quemarlo a él, sino también a su alma... Se despertó sobresaltado por aquel sueño que cada vez se iría haciendo peor, aquel recuerdo inspirado en la noche que experimentó por primera vez la magia.

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