Capítulo 3

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Adrián llegó a su nuevo hogar sintiendo un increíble e insospechado  nerviosismo, sabía que en este hogar viviría cosas como nunca antes. La casa era bastante cómoda, al entrar lo primero que veías a tu derecha era lo que sería el living, luego al caminar un poco a la izquierda se encontraba el comedor; si doblabas a la izquierda y paralelo al comedor se encontraba la cocina, la cual tenía una puerta que daba al patio, en cambio sí seguías derecho para luego doblar a la izquierda, pasado el comedor y paralelo a él se encontraba un pasillo en el cual había una puerta que daba al baño (a la izquierda del pasillo) y otra puerta que daba al dormitorio principal (a la derecha de dicho pasillo); al final se encontraban las escaleras, que daban al segundo piso, en donde se encontraba el dormitorio de Adrián, con su respectivo baño y una sala de estar. Adrián observaba su dormitorio y buscaba por la ventana alguna opción de salir de él sin peligro (como acostumbraba a hacerlo cada vez que no quería que sus padres se enteraran) se dirigió al patio, para ir a lo que sería su cuarto de entrenamiento. Comenzó a poner todo en posición: su saco y sus guantes de boxeo en la esquina más alejada de la puerta, sus mancuernas y sus pesas en el medio de la sala, su cuerda de saltar y su colchoneta en el lado cercano a la puerta; en el cuarto había sólo una ventana y la puerta, lo cual lo hacía perfecto ya que tenía la ventilación necesaria; Adrián más tarde puso un Mini Cooler para colocar allí agua y bebestibles para poder hidratarse adecuadamente. Todo estaba en posición cuando comenzó a filtrarse un sentimiento de miedo, tal y como si alguien estuviera cerca de él, por lo que miro por la ventana y le pareció ver una llamarada aún más potente que la de aquella noche, sin embargo, cuando salió de la habitación no vio fuego ni rastro de alguno. “¿Es posible que aquella criatura me haya seguido hasta acá?” se preguntó mientras se dirigía a su dormitorio para recostarse en su cama y pensar. “¿Será todo producto de mi imaginación? ¿Me estaré volviendo loco?”. Aquello le parecía muy probable porque explicaría la extraña voz que escuchó aquella noche y el hecho de creer haber visto a una criatura mitológica que ni siquiera estaba comprobado que haya existido. Sin embargo, sabía que lo que había vivido era real y no producto de su imaginación, era demasiada coincidencia que hubiera logrado imaginarse aquella criatura con tantas similitudes con las cualidades que vio en internet sin nunca haber visto una ni haber siquiera escuchado hablar de ellas.

- Adrián ven acá un segundo – dijo Charles.

- Voy enseguida – respondió Adrián mientras caminaba hacia el living.

- Quiero presentarte a alguien – informó Charles moviéndose hacia un lado para que pudiera verlo – este caballero es… tu abuelo.

- ¿Mi… mi… abuelo? ¿Tengo un abuelo? ¿Tengo más parientes que tú y mamá? – preguntó Adrián, choqueado.

- Por supuesto que tienes más parientes cariño – respondió Mary que había entrado hace poco en la sala.

- ¿Por qué nunca me lo habían dicho?

- Porque no era necesario hacerlo hasta ahora – respondió Charles.

- ¡¿Qué no era necesario?! ¡Todo este tiempo me hicieron creer que no tenía más familia que ustedes! – exclamó Adrián, enojado.

- No podían contártelo, yo se los prohibí – explicó el abuelo.

- ¿Cómo se si realmente eres mi abuelo? Si fueras mi abuelo no hubieras evitado por tanto tiempo conocerme – argumentó Adrián, desconfiado.

- Era esencial que no te dijeran nada, hay ciertas cosas sobre tu familia que aún no sabes Adrián.

- ¿Ciertas cosas? ¡No sé nada de mi familia! ¡Nunca han querido contarme ni una sola palabra sobre eso! ¡Jamás me han mostrado aunque sea una mísera foto de algún familiar mío! –gritó Adrián, apretando sus puños para controlar su enojo por aquella situación.

- Nunca es tarde para empezar – dijo el abuelo, fijándose en los puños de Adrián.

- ¡Ya es tarde! ¡Llegas 17 años tarde! – exclamó Adrián, abandonando la sala.

- ¡Adrián vuelve acá! – gritó Charles.

- Cariño vuelve acá – suplicó Mary casi al mismo tiempo que Charles.

- Déjenlo ir, necesita asimilar todo esto – dijo el abuelo.

Adrián  se dirigió a su habitación con un montón de pensamientos que se peleaban por salir y ser escuchados “¿Quién es el?... No tengo abuelo… Siempre he estado solo… ¿Son realmente mis padres?... ¿Por qué se viene a presentar aquí este señor?... No puede ser mi abuelo… ¿Qué hacia una criatura así en aquel lugar?... ¿Dónde nací?... ¿Por qué me camuflé de aquella forma?... ¿Por qué siento esto con esta ciudad?... ¡Si fuera mi abuelo se hubiera presentado antes!”. Entró en su dormitorio y se sentó en su cama, sosteniendo su cabeza con las manos y con los codos apoyados en las rodillas. Aquel día no bajó a cenar, tenía demasiadas cosas en su mente como para preocuparse de una mísera comida en presencia de aquella persona que decía ser su abuelo, nadie le quitaba de la cabeza que no lo era. “O quizá si sea mi abuelo… pero simplemente no me da confianza… Siento algo en él que es malo, como si algo dentro suyo fuera maligno, que algo está podrido en su interior y lo carcome por dentro quitándole todo lo bueno que podría llegar a tener” pensaba, sin estar del todo equivocado. Aquel señor no era de confiar, por algo nunca se había presentado ante el, sin embargo, esta vez la situación lo ameritaba, ya era tiempo de que supiera la verdad sobre su niñez.

Lo cierto es que no había tenido una niñez fácil, al contrario, había tenido una demasiado difícil y por ello su mente había bloqueado la mayoría de los recuerdos, sin embargo, aún estaban en alguna parte de su ser, esperando a ser desencadenados y eso era justo lo que quería lograr aquel señor. “Si es cierto que es mi abuelo ¿Qué hace aquí? ¿Por qué se presenta ahora, después de tanto tiempo?” se cuestionaba en la noche, ya que no había logrado dormirse aún, siendo que era bastante tarde y estaba agotado por el viaje y todo el asunto del cambio de casa. Siempre quedaba agotado con aquellos cambios porque tenían que poner los muebles en su posición él y su padre, nunca contrataban a alguien “Podrían robarnos algo” decían, lo cual encontraba estúpido “Como si tuviéramos algo realmente de valor” comentaba para sus adentros. Lo cierto es que poseían algo valiosísimo pero Adrián no tenía ni la más mínima idea de aquello  como tampoco se imaginaba lo que venía a contarle su abuelo.

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