Prólogo

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Margaret Crawford sabía que su familia estaba arruinada

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Margaret Crawford sabía que su familia estaba arruinada.
Pero no siempre había sido así.

Durante años los Crawford fueron una de las más grandes y poderosas familias de la élite londinense. Sus lores siempre eran los más destacados y respetados de la alta sociedad y sus hijas y esposas las mujeres más bellas y refinadas. Pero las circunstancias cambiaron terriblemente luego de que Stephen, el hijo mayor de Margaret y su difunto esposo, el conde de Shrewsbury, heredará el título familiar.

Stephen siempre había sido un joven bastante responsable y obediente, pero eso cambió luego de que conoció a Giselle Courbet, la hija de un simple comerciante francés.

En un principio Margaret creyó que su atracción por la joven no iba más allá de lo físico y que luego de divertirse un poco con ella, la señorita Courbet sería finalmente olvidada y él sentaría cabeza y conseguiría una esposa digna. Pero eso no ocurrió y por el contrario su relación fue creciendo más y más llegando al punto en que contra todos los deseo y opiniones de Margaret, Stephen se casó con la joven y la convirtió en condesa provocando uno de los más grandes escándalos que alguna vez haya habido en Londres.

Luego de ese escándalo, los Crawford perdieron parte de su poder y fueron desplazados de la sociedad. Pero eso a Stephen no le importo, y por el contrario decidió vivir una vida tranquila y feliz en el campo al lado de su esposa. Y su felicidad solo aumento más cuando tiempo después se les unió una pequeña niña a la cual llamaron Ophelia.

Ophelia había sido una grata sorpresa para sus padres ya que los doctores habían dicho a la condesa que muy probablemente no podría dar a luz a un hijo ya que había perdido dos embarazos anteriormente. Pero como bien dicen la tercera es la vencida y finalmente la condesa trajo al mundo a la pequeña Ophelia.

Stephen y Giselle le dieron a Ophelia una vida llena de amor y cariño, y todos fueron felices. Sin embargo, la felicidad no duró demasiado ya que en 1803 el conde y la condesa murieron en un desafortunado accidente en carruaje.

La pequeña Ophelia quedó sola y al no tener ningún heredero varón, el título y propiedades pasaron a manos del segundo hijo de Margaret, Richard Crawford.

Muchos pensarían que con Richard como el nuevo conde de Shrewsbury la reputación de los Crawford mejoraría. Pero Margaret no pensaba lo mismo ya que ella consideraba a su hijo menor como poco capacitado para tan gran responsabilidad.

La esposa de Richard era (en opinión de Margaret) una mujer extremadamente vulgar y de muy mal gusto, su hija mayor, Lydia, una muchachita poco agraciada y berrinchuda, y luego estaba Robert su hijo más pequeño, el futuro conde, un niño malcriado y problemático extremadamente consentido por su madre.

Pero a pesar de que todo parecía perdido para los Crawford aún había una pequeña esperanza de salvarlos de la ruina. Y se trataba de una hermosa joven rubia de 16 años que se encontraba sentada frente a ella tocando una hermosa melodía en un violín.

La pequeña Ophelia, quien había quedado huérfana a la corta edad de nueve años, pasó sus primeros años en soledad viviendo en la casa Crawford ubicada en Grosvenor Square al lado de sus tíos. Pero entonces Margaret vio una salida a su problema en aquella niña y decidió llevarla con ella para brindarle una educación digna y convertirla en todo lo que una dama de la sociedad debía ser.

— Querida — la joven inmediatamente detuvo su melodía y fijó toda su atención en su abuela — ven, siéntate junto a mi — dijo la anciana palmeando el lugar vacío a su lado en el hermoso sofá en el que se encontraba sentada.

Ophelia dejó el violín sobre una base para sostenerlo e hizo lo que se le pedía.

Margaret ha analizado a la joven detenidamente. Era muy hermosa sin duda alguna, bellos rasgos faciales, hermosos cabellos dorados y grandes ojos de hermoso azul verdoso.

Giselle tal vez no había sido la esposa que Margaret había querido para Stephen, pero algo había que reconocerle a aquella mujer, y era su extraordinaria belleza, una belleza que por fortuna había otorgado a su hija, lo cual haría aún más sencillo el plan que Margaret tenía en mente.

La joven ha mirado fijamente como Margaret se quitaba un bello collar que siempre llevaba puesto. El collar tenía varios diamantes, algunos dispersos por toda la cadena de plata y otros juntos en el dije formando un tulipán el cual era el símbolo que distinguía a la familia Crawford.

— Este collar — comenzó a decir colocándole a Ophelia el collar entre sus manos — ha pertenecido a la familia Crawford durante generaciones, antes de mí lo uso mi madre, y antes de ella su madre y algún día serás tú quien lo use.

Los ojos de la chica se iluminaron y miro a su abuela con emoción.

— ¿En serio? — la mujer asintió.

— Si te enfocas y sigues siendo una jovencita correcta puedes estar segura de que así será — ha tomado un rizo de sus hermosos cabellos dorados y lo ha analizado detenidamente —. Tu eres la esperanza de esta familia Ophelia. De ti dependerá devolver a los Crawford a la cima donde deberían estar.

Ophelia la ha mirado confundida.

— Pero ¿cómo podría yo hacer eso? — preguntó, y sin esperar una respuesta añadió: — creí que Robbie sería quien heredaría el patrimonio y título de la familia.

— Eso es verdad — respondió la mujer — Robert heredará el título y las tierras el día que mi Richard deje este mundo. Pero tú tienes un trabajo más grande querida.

— ¿Y cuál es?

— Buscar un esposo, un lord adinerado y respetable que pueda restablecer la reputación que por años mantuvo a nuestra familia en lo más alto de la sociedad — ha tomado el mentón de la joven con delicadeza —. Podrás hacer eso, ¿cierto querida?

Ophelia ha asentido frenéticamente.

— Esa es mi niña. Ahora sigue tocando querida, lo estabas haciendo muy hermoso hace unos momentos.

La joven ha asentido nuevamente, ha devuelto el collar que sostenía y se ha dirigido hacia donde había dejado el instrumento para continuar con su tarea ante la atenta mirada de la mujer.

Margaret Crawford sabía que su familia estaba arruinada, pero también sabía que Ophelia era la respuesta para restaurar la reputación y el estatus de esta, y de eso se encargaría ella, sin importar el precio.

𝕺𝗉𝗁𝖾𝗅𝗂𝖺 || 𝘉𝘳𝘪𝘥𝘨𝘦𝘳𝘵𝘰𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora